El sábado a las cinco de la tarde nos reunimos una veintena de mujeres ( y dos hombres "clandestinos"), en el sótano del café Boy de Zürich.
Y hablamos.
Mientras Ximena Silva, del blog
Maternidad Consciente, nos iba haciendo estas estupendas fotos que ilustran el post, Pepa Echanove se encargó de presentar y moderar el debate. Con una profesionalidad que para sí quisieran muchos de los presentadores que tratan de moderar debates en los grandes medios de comunicación de masas, Pepa lo condujo con sencillez, elegancia y muchas tablas.
Yo presenté nuestro libro
Una Nueva Maternidad. Hablé de mi propio recorrido personal. De como mi primer hijo destrozó todas las ideas preconcebidas que tenía sobre la maternidad. De como la lectura de una serie de autores liberó mis verdaderos deseos de las cadenas del convencionalismo, permitiéndome, por fin, empezar a fusionarme con mis hijos, pariendo, lactando y criando tal y como nuestra naturaleza profunda y primitiva nos pedía a gritos en el llanto del bebé insatisfecho y el dolor de la madre silenciada.
Carolina Iglesias, en calidad de comadrona, nos habló del parto natural, de la capacidad del cuerpo de la mujer para parir, de la necesidad de que se den las condiciones necesarias de respeto, intimidad, y silencio, además de la presencia de una comadrona que pueda dedicarse en exclusiva a la mujer que pare para apoyarla y sostenerla como ella necesita. Condiciones que hoy en día no son las dominantes en los servicios de obstetricia de nuestros hospitales, tanto en España como en Suiza (aunque reconozco que el primer país está todavía bastante peor que el segundo)
Amaia Lazcano, como monitora de
La Liga de la Leche, nos hizo un breve repaso histórico sobre el por qué se perdió la cultura del amamantamiento y las consecuencias que ha tenido y tiene el hecho de que a principios del siglo XX toda una generación de bebés empezara a ser alimentada mayoritariamente con leche adaptada de otra especie.
Joana Tur, profesional del
Coaching, se presentó haciendo hincapié en la necesidad de que no nos enfrentáramos, ni nos descalificáramos unas a otras, siguiéramos la tendencia que siguiéramos. Algo con lo que todas, por unanimidad, estábamos de acuerdo.
Mabel Signori, médico de familia, nos habló de como a veces intervenir el parto es necesario y de que una intervención acertada salva cada día la vida a miles de mujeres y niños en todo el mundo.
Y para finalizar Eva María Gómez, presidenta de la
Asociación de Mujeres Españolas en Suiza, jurista de profesión, nos habló de la necesidad de que la mujer pueda ejercer con competitividad su profesión, para que ocupe puestos de poder desde los cuales pueda cambiar el sistema.
A partir de ahí empezó el debate, alimentado por citas que nuestra moderadora, Pepa, iba leyendo de nuestro libro y del libro de
Elisabeth Badinter:
Le Conflit. La femmè et la mere, utilizado como representante de una corriente de feminismo que ve la maternidad como una herramienta del patriarcado para mantener esclavizada a la mujer. Una visión que las autoras de
Una Nueva Maternidad queremos superar, reivindicando nuestro derecho a ejercer en libertad nuestra sexualidad completa, dentro de la cual entra nuestra maternidad, sin que eso suponga un sacrificio de nuestra vida social y profesional. Reivindicamos que el ejercicio de la maternidad debería ser placentero y liberador, en lugar de sacrificado y opresor, y esto sólo se conseguirá cuando la maternidad sea convenientemente valorada por la sociedad en su conjunto, más preocupada por la producción que por la reproducción y la crianza, a pesar de que ambas funciones son fundamentales para su supervivencia y salud.
Y fue un debate fluído, agradable, respetuoso, pero no por ello menos intenso. Creo que nadie intentaba convencer a nadie. Sólo dar cada una su punto de vista para, al menos, hacer reflexionar a las demás. Y creo que lo conseguimos, al menos conmigo, que me quedé dándole vueltas a la cabeza a algunos de los puntos que salieron.
En concreto me gustaría resaltar lo expuesto por Eva al señalar que la maternidad entendida como 24 horas al día al alcance del bebé deja a la mujer en desventaja a la hora de competir por los puestos de poder, si no la saca completamente del circuito de competición, por lo que el poder se queda totalmente en manos del hombre. La ausencia de mujeres en estas posiciones de poder hace imposible "feminizar" el mundo laboral para que así sea más favorable a la maternidad. Una reflexión que me ha hecho pensar mucho y que se merecerá un post por sí misma en los próximos días.
Hablamos de parto, lactancia y crianza. Cuestionamos si realmente las mujeres occidentales de la actualidad tenemos verdadera libertad para parir y criar como queremos. Creo que la gran mayoría estuvimos de acuerdo en que no. Comparamos las políticas de igualdad entre países como España, Suiza y Alemania. Hablamos de ciencia. Hablamos de poder.
Pero lo que principalmente quiero contaros en este post es que el Sábado pasado aprendí que todas estamos en el mismo barco. Con todas nuestras diferencias, con nuestros aciertos y errores, con nuestras ignorancias y conocimientos, con nuestras heridas, nuestra masculinización patriarcal, nuestros deseos silenciados y nuestros
úteros espásticos. A pesar de todo esto, o precisamente por ello, tenemos mucho por lo que luchar, y lo tenemos que hacer unidas. Y esta lucha no es ni mucho menos contra los hombres, sino en comunión con ellos, ni por encima ni por debajo, sino junto a ellos.
El sábado por la noche sentí que esta unión entre mujeres y entre mujeres y hombres era posible. Sentí que a pesar de los libros como el de Elisabeth Badinter, de artículos como el de
Beatriz Gimeno, de
ejemplos como los de algunas de nuestras ministras, de métodos como el de la Supernanny o Estivill......... a pesar de todo esto y mucho más y más desesperante, conseguiríamos salir del pozo en el que nos han hundido miles de años de patriarcado.
Porque cuando las mujeres nos miramos a los ojos y hablamos, hablando desde las entrañas, se remueve dentro de nosotras la mujer auténtica, aquella que el patriarcado tanto ha temido, gastando tanta energía en aniquilar.
La Diosa que todas llevamos dentro se remueve, dispuesta a volver a la superficie, para recordarnos que somos nosotras las que llevamos en nuestro vientre a la humanidad entera y que por eso no podemos olvidar nunca nuestra responsabilidad a la hora de garantizar la supervivencia de la especie.
Creo que la Diosa-Madre se está despertando.
Y eso me devuelve la esperanza.
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