"Es trágico que los padres peguen a sus hijos para
evitar sentir lo que sus padres hacían con ellos".
Alice Miller.
QUERIDA MADRE:
Te equivocas.
Y mira que si algo he aprendido estos diez últimos años es a no decir esas palabras a ninguna otra madre. En serio.
Pero hay excepciones. Ésta es una de ellas y te escribo esta carta motivada por todos esos comentarios a tu vídeo que te convierten poco menos que en la madre del año.
Porque tu comportamiento, de madre del año, nada de nada. Incluso es evidente que no sólo te equivocas ahora. Te equivocaste hace años. Aunque eso me duele más decírtelo porque poco remedio tiene ya. Pero tal vez valga la pena sacarlo a la luz por todas esas madres que te alaban y tienen bebés y niños pequeños en su regazo.
Te equivocaste ya en la primera bofetada, porque evidentemente la del vídeo no lo es.
Te equivocaste cada vez que le gritaste, le faltaste al respeto, le humillaste, le insultaste, le ninguneaste y te ensañaste con él, como lo has hecho ahora. Me dirás que qué sé yo de tu vida y tu crianza, pero es que el vídeo dice muchas cosas, de verdad, demasiadas. Muchas cosas del pasado y muchas cosas del futuro, desgraciadamente.
Te equivocaste, y él aprendió a gritar, atacar, faltar al respeto, ningunear, humillar, insultar y ensañarse con otros debajo de un pasamontañas. Ahora está convencido de que es una mierda que no vale nada fuera de la autoridad de la pandilla de turno. Que el mundo está plagado de enemigos y que todo se consigue mediante la violencia.
Es así de sencillo. Lo demuestra la vida. Incluso lo demuestra la ciencia, por si no me quieres creer a mí, que parece que hoy en día lo que la ciencia demuestra es palabra de Dios. Y es que Tracy Afifi, una investigadora con numerosas publicaciones dentro del campo de la salud y el trauma infantil, así lo afirmó en un estudio publicado en la prestigiosa Pediatrics en el año 2012. En este trabajo, Afifi y sus colaboradores concluyen que:
"El castigo físico, en ausencia de maltrato, está asociado con el desarrollo de desórdenes del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, abusos de sustancias/drogodependencia y desórdenes de la personalidad en la población general.
Ya ves todo lo que pueden ocasionar esas bofetadas. Tus bofetadas. A tu hijo.
Y si bien es casi seguro que no vas a leer mi carta, espero que al menos la lean algunos de los que sólo tienen alabanzas para tu actuación. Por si les puedo hacer replantearse su juicio y mirar el vídeo desde otra perspectiva: la del niño criado bajo el yugo de la pedagogía negra.
Te equivocas, querida madre, no eres digna de alabanza. Eres digan de compasión. Porque seguro que adoras a tu hijo, como todas adoramos a los nuestros, pero la vida no te ha debido de ofrecer ni los conocimientos ni las herramientas necesarios para salir de ese pozo negro de agresión y violencia. Y has hecho daño a tu hijo. Mucho daño. A la vista está.
Como dice Alice Miller:
" La tragedia de las personas bien educadas es que, al llegar a la edad adulta, no podrán darse cuenta de lo que les hicieron ni de lo que ellos mismos hacen, si de niños no les permitieron darse cuenta de nada"
Es evidente que tú debes de ser de esas personas bien educadas y todavía no te has dado cuenta de nada. Me pregunto si tu hijo tendrá la oportunidad de hacerlo.
Deseo con todo el corazón que sí lo haga, que todavía no sea demasiado tarde y sea capaz de romper esa cadena trans-generacional de violencia en la que está sumergida tu familia, tu sociedad, como las mías propias.
Por su bien. Por tu bien. Por mi bien. Por el bien de mis hijos. Por el bien de todos.