jueves, 28 de abril de 2016

LA MATERNIDAD SUBROGADA EN TELEVISIÓN


Estoy enfadada. Muy enfadada. No debería escribir con semejante cabreo dentro, pero como llevo ya dos días y no se me pasa, más vale que lo suelte y que sea lo que Dios quiera. 

Todo ha comenzado con la visualización del programa Estando Contigo donde Irene García Perulero y Gema Lendoiro participaron con la sana intención de debatir sobre un tema tan controvertido y de implicaciones tan profundas como es la maternidad subrogada, esto es, la gestación de bebés en el útero de mujeres que reciben dinero a cambio de este servicio. 

Estoy muy enfadada con Tamara Gorro, quien convirtió todo el programa en un bochornoso espectáculo telebasurero, en el cual se dedicó a repartir insultos a diestro y siniestro, menospreciar a la ciencia (sí, esa misma ciencia gracias a la cual ella es madre, por cierto) e insultar a la inteligencia de los televidentes. Bueno, a la de algunos. Por lo que he leído en los comentarios de su muro de FB, también los hay que han sido engañados por su capacidad interpretativa de celébriti televisiva. Pero cómo puede alguien comportarse y tratar así un tema tan íntimamente ligado a su propia maternidad, es algo que ni entiendo ahora ni creo que llegue a entender nunca. 

Porque evidentemente ha sido un engaño, y de los gordos. Puro "espectáculo televisivo" ¿Verdad Tamara? Lástima que las otras dos invitadas fueran con la sana intención de desarrollar un debate serio. Me pregunto donde acaba la "televisión" en vuestra vida, (la de las celébritis, se entiende), si os queda algo a salvo de la infección de "telebasuritis" que parecéis sufrir.

Y me pregunto si sería posible salvar los medios audiovisuales de esta dinámica de amarillisismo barato para el mejor postor. A mí esto sí que me da vergüenza, y no el hecho de que haya mucha gente como Irene, Gema o yo misma que, consciente de las profundas implicaciones éticas, biológicas, médicas, sociales, económicas, políticas y filosóficas que conlleva la maternidad subrogada, consideramos necesario un debate serio, profundo y riguroso que incluya a todos los actores implicados -un verdadero ejercicio de gobernanza- antes de aprobar cualquier legislación al respecto. 

"Hay gente que no quiere la felicidad de los demás" repitió hasta la saciedad la señora Gorro. Pues sí. Hay gente que no queremos la felicidad de nadie a cualquier precio, ni siquiera la nuestra. Y somos muchos los que consideramos que hay un mundo más allá de nuestro propio ego y nuestras propias necesidades. Hay mucha gente que a la hora de plantearse ser padres pone por delante de su propio deseo el interés, la salud y el bienestar de la criatura que traerá al mundo. Gente que no está dispuesta a cumplir su voluntad "a toda costa y caiga quién caiga". Gente que no está dispuesta a hipotecar sus valores y sus principios en aras de cumplir incluso el más preciado de sus sueños. 

Y por favor, dejad ya esa película rosa-disney sobre mujeres millonarias con tres carreras universitarias, dos doctorados y un máster (1), dispuestas a gestar una criatura en su vientre para hacer felices a unos desconocidos, porque no cuela, de verdad. No cuela nada. 

Y si bien admito que existirán situaciones donde la verdadera y más profunda razón que tenga una mujer para gestar en su vientre un bebé del que no será madre -a pesar de todos los efectos nocivos comprobados (tanto para la madre como para el bebé) e incertidumbres asociadas al proceso- sea puro amor y puro altruismo, éstas son y serán muy minoritarias porque, no nos engañemos, dudo que de manera espontánea aparezcan todas la mujeres altruistas que serían necesarias para cubrir la demanda de úteros en caso de que el asunto se hiciera legal en España de la noche a la mañana. Dice El País que 800 parejas acuden cada año al extranjero buscando madres de alquiler. Seguro que si fuera legal este número se dispararía. Demasiado altruismo veo yo que se espera de una sociedad que mantiene miles de personas, mujeres embarazadas, parturientas, bebés, niños, enfermos y ancianos, en un campo de concentración a las puertas de Europa. No, el altruismo es un factor que en esta ecuación es muy, muy, muy minoritario. Los intereses económicos son y serán siempre los dominantes. No nos engañemos, por favor. Y en cualquier caso, ya lo dije antes y lo vuelvo a decir ahora: cuidado con lo que se considera "altruismo" y "acción humanitaria", porque lo que es así considerado hoy, puede descubrirse mañana como la mayor de las infamias.

Al lado de la cara rosa-disney que algunos pretenden presentar como única realidad -y que como ya he admitido, no digo que no exista- tenemos todo un abanico de rostros de la maternidad subrogada mucho más sórdidos, dolorosos, controvertidos y médica y éticamente cuestionables. Esos, aunque muchos no quieran verlos, también están ahí, deben ser puestos sobre la mesa y considerados a la hora de diseñar una legislación.

Legislación que debería tener como principal objetivo la protección del menor que va a ser producto de este procedimiento. Algo que en la actualidad no es una realidad. Ahora, en los países donde es legal, los más protegidos son los futuros padres. En todos los casos y países, el menor corre un serio peligro de acabar siendo un producto desechado en tierra de nadie: abandonado en un orfanato de mala muerte en el país de origen de la madre gestante en el mejor de los casos, o en un cubo de basura de la clínica abortiva de turno en el peor. Que hay "futuros padres" capaces de fecundar varios "úteros" para quedarse con el mejor producto es también una cruda realidad. Que hay "futuros padres" que se han echado para atrás en medio del embarazo porque sus circunstancias han cambiado, es otra puñetera realidad.  

Y en cuanto a las madres gestantes, (MADRES, sí, porque cuando una mujer tiene un bebé en su útero, para ese bebé ella es su MADRE, la única que conoce y siente hasta que les separen), admito que tal vez exista esa talentosa y millonaria profesional (la de las tres carreras y el doctorado) con ganas de pasar 9 meses vomitando y con los tobillos hinchados para que una desconocida pueda hacer realidad su necesidad de ser madre. Pero habrá una, no mil. De las otras 999 un número significativo saldrá de las "granjas" de madres de la india, donde alquilan su útero para comprar una casa mejor para su familia. O de mujeres como Sinaida (ver el primer vídeo del enlace), que esperaba poder comprarse un piso con lo ganado y acabó sin dinero y una boca más que alimentar, en su piso viejo, claro. 

Esta cara ya no gusta tanto ¿verdad? esta cara ya no es tan agradable de mirar de frente cuando todo tu cuerpo está inundado de instinto mater/paternal. Pero es necesario ponerla sobre la mesa y mirarla. Mirarla, aceptarla y, por favor, no volver a ignorarla ni a negarla. 

Y, desde luego, tener un mínimo de vergüenza y dignidad para no convertir en un espectáculo telebasurero una realidad tan importante como el necesario debate social sobre la maternidad subrogada. 





(1) Esta es una pequeña ironía que me permito dado mi alto nivel de adrenalina, debido a que Tamara Gorro dijo que no sabía cuantas carreras tenía la mujer que gestó a su hija. Muchas, por lo que pareció. Más que las que pudieran tener Gema o Irene, en todo caso. Mejor transformar la mala leche que me invade en humor, aunque maldita la gracia que me hace. 

miércoles, 27 de abril de 2016

CUANDO LAS PALABRAS SOBRAN

El caso es que nos dijeron que:

  • Había que alimentarlos cada x horas
  • Mejor con biberón que con teta. 
  • Luego que teta dos meses, no más.
  • Que había que suplementar a los tres meses... Más tarde se corrigieron: que a los 6 meses. Ahí quedó la cosa. Ya veremos hasta cuando
  • Que mejor que durmieran boca abajo. 
  • Que necesitaban dormir en su cuna y cuanto antes a su habitación. 
  • Que dejarles venir a nuestra cama era malo
  • Que había que empezar con papilla de plátano (x gramos) de desayuno, papilla de verduras (y gramos) en la comida y papilla de cereales (z gramos) en la cena. O no, porque el pediatra de la consulta de al lado de daba unas recomendaciones totalmente distintas. Y con los años cambiaron todavía más. Unos decían que tal alimento a los 4 meses y que tal otro a los 12. Y otros te decían que el primer alimento mejor a los 8 y el segundo podía ya a los 6. 
  • Que había que forzarles a dejar el pañal
  • Que había que forzarles a andar
  • Que había que forzarles a ser independientes
  • Que había que forzarlo todo, porque la letra con sangre entra y quién bien te quiere te hará llorar.
Y así todo

Y un día los biólogos evolutivos, los antropólogos,los etólogos y los etnólogos nos dijeron que todo eso era muy raro. Que ninguna especie mamífera o primate tenía comportamientos tan extraños con sus crías, y que en las culturas humanas había tantísima variabilidad que era imposible determinar "lo correcto" de manera universal. También nos descubrieron que las culturas más pacíficas y sanas eran esas que respetaban más la naturaleza del bebé, tanto en el parto como en los meses y años siguientes. La ciencia basada en evidencia empezó a demostrar que todas esas normas, arbitrarias y absurdas en su gran mayoría, estaban matando y enfermando niños. Eran estresantes y nocivas. Dificultaban la crianza, volvían locas a la madres y, en pocas palabras, se cargaban todo el placer asociado a la maternidad. 

Vamos, que se equivocaron de cabo a rabo. Lo estábamos haciendo todo mal. 

En su momento todo este conocimiento fue un soplo de aire fresco en una dinámica aberrante y claustrofóbica, y cuando los primeros pediatras y expertos de la salud infantil empezaron a llevar estas ideas a los padres en sus obras divulgativas fueron liberadores, beneficiosos y muy necesarios para contrarrestar y debilitar el paradigma imperante, favoreciendo la entrada a una nueva manera de vivir la maternidad y la paternidad, más acorde con lo que nos pide realmente el cuerpo. 

Y entonces fue el boom de la "crianza natural". La madre mamífera abrió los ojos. Reclamó parir a sus bebés y no separarse de ellos ni para dormir. Sacó las tetas de los sujetadores de aros y se sentó en el banco del parque con su hijo de tres años a darle de mamar. Le dejó los pañales hasta que el propio niño pidió quitárselos y corrió a cogerle en brazos cada vez que sintió que su hijo lo necesitaba.

Pero estas ideas y este tipo de crianza no tardó en levantar ampollas "sociales", como no puede ser de otra manera, porque la libertad da miedo, y el miedo nos obliga a encerrar cuanto antes todos los deseos, sentimientos y emociones en palabras racionales que nos clasifiquen adecuadamente la realidad. Y por eso desde hace ya unos años corren ríos de tinta intentando clarificar lo que es natural, respetuoso o con apego, como si hacer lo que nos sale de las entrañas necesitara un nombre y una guía para su ejercicio. Y cuando digo ríos de tinta, digo ríos de tinta, porque si toda la tinta que se ha utilizado para escribir los libros que hablan sobre el tema se echara al mar, seguro que subiría el nivel un par de metros. Todos tenemos algo que decir, nuevas normas que explicar y buenos y beneficiosos consejos que dar. Yo la primera, que conste. 

Y como a los humanos nos encanta sentirnos seguros dentro de las confortable jaula de las normativas, nos ha faltado tiempo para convertir una liberación en una nueva forma esclavitud. Y así necesitamos que nos digan, otra vez desde afuera, lo que hay que hacer y como hay que hacerlo siguiendo la "moda" de esta "nueva" crianza. Y ya estamos discutiendo si esto es natural, o respetuoso, o con apego o conductista. Si debes hacer esto para que sea respetuosos o aquello para que sea natural. Si está científicamente demostrado que los chimpancés lo hacen así, los yekuanas asá, y los sapiens del paleolítico totalmente diferente. 

Y ahora ya no solo tenemos pediatras que nos dicen que el niño a las 6 h reciba 10 minutos de una teta seguido de la papilla de cereales. Ahora podemos elegir leer o escuchar también al que nos "da permiso" para darle teta a demanda y dejarle dormir en nuestra cama, o incluso al más moderno de todos, nuevo producto de la realidad virtual de los blogs y los foros de crianza, que nos permite seguir excusándonos con las exigencias culturales por no poder atender las necesidades primales de nuestras criaturas, le encanta la idea de que nos sentimos "esclavizadas" por nuestra maternidad, culpables hasta la saciedad, y se siente con la responsabilidad de liberarnos de los determinantes "naturales" con los que la cruel madre naturaleza pretende mantenernos en nuestro inferior rol de sacrificadas madres cuidadoras. Y, por supuesto, está convencido de que es posible hacer frente al conflicto entre la naturaleza del hijo y las necesidades culturales de la madre de una manera absolutamente respetuosa para todos. Un verdadero malabarista. 


Y entre todo este guirigay parece que hemos perdido de nuevo la esencia de nuestra liberación -que no es otra que ejercer la maternidad como más placer nos dé a nuestro hijo y a nosotras, ya que maternar no es otra cosa que satisfacer deseos primales- y un cambio de paradigma absolutamente femenino ha vuelto a masculinizarse por esta maldita necesidad de racionalizarlo todo, perdiendo así toda su esencia, porque en las palabras de estos pediatras y expertos (hombres y mujeres, que conste, que la masculinidad no entiende de géneros) sigue estando la misma capacidad de desconectarnos de nuestros deseos que en las de aquellos expertos"convencionales" del siglo pasado. 

Porque en la verdadera nueva crianza del cambio de paradigma las normas no salen de fuera, sino de dentro -de dentro del cuerpo de cada madre y cada bebé- y es la sociedad humana la que debería respetar y adaptarse a estos deseos primales de las madres y de los hijos. Esta es la única norma escrita que debería existir sobre ella. 

Porque es una crianza que enfrenta, reta y cuestiona las mismísimas bases del patriarcado: la desconexión entre cuerpo y mente.  Una maternidad que va mucho más allá de teorías científicas o determinantes culturales y/o naturales, y que está muy por encima de todas esas cuestiones por las que nos encanta enzarzarnos en estériles e interminables debates, o rellenar páginas y páginas de libros con instrucciones de como ejercerla correctamente. 

Es la crianza del placer. 

Es puro sentimiento.

Es pura libertad. 

Es puro deseo

Es puro Amor.

Y bajo mi punto de vista el resto de palabras sobran y su nombre es lo de menos. Que cada uno le llame como mejor le parezca y sienta que la representa, si es que necesita ponerle un nombre. 





viernes, 15 de abril de 2016

LA LACTANCIA MATERNA EN EL BANQUILLO

Traducción: Madre da a su hija (7) el pecho - ¿Violación?. Una madre de Urdorf ZH ha dado el pecho a su hija de ya 7 años. Ahora tiene que comparecer ante el juez. El padre ha ganado la orden penal. 

No sé si han sido los medios de comunicación que, para variar, han dado la noticia a medias, mal y centrada en lo que más podría escandalizar, independientemente de si su atrayente y amarillista perspectiva se ajusta o no a la realidad. O si, por el contrario, realmente se ha condenado a una mujer porque daba de mamar a su hija de siete años. Pero el caso es que desde el momento en que este artículo, Mutter gibt Tochter (7) Brust – Schändung? (en francés aquí), salió a la calle en el periódico 20 Minuten el pasado 13 de abril, muchas madres nos hemos sentido señaladas ante la posibilidad de haber abusado sexualmente de nuestros hijos al practicar la lactancia no interrumpida, también llamada lactancia prolongada, lactancia extensa o, simplemente, lactancia. 

Sí, así de fuerte. Tal y como suena. 

Lo reconozco con la cabeza bien alta y orgullosa de ello: he dado de mamar a mi hijo pequeño hasta los 6 años y 11 meses. Y hemos terminado nuestra lactancia por mutuo acuerdo. Él y yo. Además, durante unas semanas relacté al mediano, que por entonces tenía 5 o 6 años. Lo hice porque me buscaba. Me buscaba mucho. Es un niño sensible, cariñoso y muy necesitado de muestras físicas de amor. Lo había destetado demasiado pronto (para él) cuando tenía unos 18 meses, por causa de mi nuevo embarazo. Desde entonces se chupaba mucho el dedo y le pregunté si lo hacía porque echaba de menos la teta. Entonces me dijo que le gustaría volver a probarla y le dejé. Cada noche durante unas semanas volvió a dormirse al pecho. Unos minutos para el pequeño y unos minutos para el mediano. El pequeño sacaba leche, el mediano ya no. Había perdido el reflejo de succión. Eso me ocasionaba molestias porque al no mamar correctamente me hacía un poco de daño, así que cuando al cabo de unas semanas dijo que ya no quería más fue un alivio para mí. 

Pero, ¿Y si esta relactación del mediano, o la propia lactancia del pequeño, hubiera sido un placer? ¿Hubiera estado abusando sexualmente de mis hijos? Según palabras de Ibone Olza, un 40,5% de las madres lactantes se excitan sexualmente en alguna ocasión durante las tomas, y el 16,7% se excitaban con frecuencia amantando ¿Están todas estas mujeres abusando de sus hijos? ¿Verdad que no? El placer y la lactancia son dos facetas de la sexualidad femenina inseparables, incuestionablemente buenas, naturales y saludables. Y no solo la madre siente, o debería sentir, placer. El hijo también. Para el hijo la teta de su madre es la primera gran fuente de placer extrauterino. Y si no que nos lo digan a las madres que hemos amamantado. O mejor: que pregunten a nuestros niños. 

No quiero escribir aquí sobre lactancia, maternidad, sexualidad y placer porque ya lo han hecho otras antes que yo. Nohemí Hervada, valiente y esclarecedora como muy pocas, tiene dos artículos impresionantes: La lactancia es sexual y Lactancia y Erotismo. Del último quisiera traer aquí este párrafo:
La lactancia es placentera a nivel físico  porque imagino que es la forma de asegurarse que la madre estará disponible durante años para esa función. De hecho, lo es tanto, que muchas veces el deseo sexual tal y como lo percibimos hacia la pareja no aparece en semanas o meses. Muchas mujeres se sienten sexualmente satisfechas en esta etapa cuidando a su cría. No es que nos desaparezca la libido, es que está satisfecha. Y estoy convencida de que si nos quitáramos muchos tabúes y represiones experimentaríamos mucho más placer físico del que experimentamos o que lo reconoceríamos más.
 Y otro artículo valiente y esclarecedor es el escrito por la periodista Ileana Medina, en su legendario blog Tenemos Tetas en el que no habla concretamente de lactancia materna, pero sí de Crianza Corporal, un concepto que, evidentemente, lleva incluido la lactancia materna junto con el colecho o el porteo, y que trata de

 Ofrecer nuestro cuerpo mamífero como SOSTÉN, compañía, contacto.
Y:
 Se trata de algo todavía más íntimo, irracional, intuitivo, mamífero, placentero: se trata de disfrutar del CONTACTO FÍSICO, del goce, del calorcito humano, del piel con piel. 
Se trata de recuperar la corporalidad, de tocar, oler, lamer, chupar. Se trata de vivir la fusión de los cuerpos, de ser libres, abandonar los prejuicios y los tabúes, compartir, estar abiertos y disponibles. 
Se trata de proteger, amar, cuidar, nutrir, gozar, jugar, reír, revolcarse, mezclarse, fundirse, derretirse, amalgamarse, ablandarse, engolosinarse, desmerengarse, enamorarse, atreverse, perder la compostura, aceptar la locura, romper los límites, abandonar la racionalidad y la rigidez, olvidarse del tiempo y los relojes y las normas sociales, desbocarse, abandonarse, dejarse ir, fluir, estar alerta, aprender, crecer, abrirse, desnudarse, rendirse, desarmarse.

Es evidente que la naturaleza ha planeado que la lactancia sea placentera. Que la crianza sea placentera. Las mismas hormonas del placer y el amor implicadas en el coito están implicadas en el parto y la lactancia. Pero en nuestra cultura sólo se permite el placer en el coito. Solo se califica de "sexualidad" la sexualidad coital y falocéntrica. El parto y la lactancia ya no deben estar relacionados con el placer. No. Estos deben ser dolorosos y abrumadores. 

¡Ay! Cuanto dolor han causado y causan estas creencias. Cuantas maternidades rotas, cuantos bebés abandonados lejos de su hábitat natural,  huérfanos de Madre. Cuantas madres muertas y heridas en el parto. Cuantas madres rotas en las lactancias y en las no-lactancias. Cuantos bebés insatisfechos, vacíos de leche y teta. Cuantos adultos arrastrando la herida primal ocasionada por la castración de la maternidad. 

Considerar la lactancia un abuso sexual me parece una de las mayores atrocidades que nuestra cultura puede hacer en contra de la maternidad y, con ello, en contra del bienestar y la felicidad de los seres humanos que formamos parte de esta sociedad. Es, además, una prueba incuestionable de que somos una sociedad enferma. Sexualmente enferma. Creemos que vivimos una era de libertad sexual, pero en el fondo seguimos ignorando nuestra verdadera naturaleza como animales sexuados, mamíferos, primates y humanos. Nuestra sexualidad sigue castrada en manos de una cultura herida donde el dominio del macho ha adulterado todos nuestros comportamientos, sexuales y no sexuales. 

Señores, las tetas de la mujer son glándulas mamarias cuya función principal es satisfacer las necesidades físicas y emocionales de sus criaturas. Las tetas femeninas son la encarnación del amor maternal. Nunca, y digo, NUNCA, podrían ser utilizadas como herramienta de abuso sexual. Para la madre y el hijo el pecho es una fuente de placer, sí, incluso puede considerarse placer "sexual", pero no coital. No sé si pillan la diferencia, pero es inmensa.

La sexualidad coital es la sexualidad de los adultos. Esa sí daña a los menores, porque no están preparados todavía para ella. Precisamente el otro día una amiga me enseñaba en Facebook un vídeo de unas niñas bailando como solo debería bailar una mujer adulta. Eso para mí SÍ ES ABUSO SEXUAL e HIPERSEXUALIZACIÓN de un menor. Como esta foto de la derecha. A los responsables de este tipo de fotos y comportamientos los metería yo en la cárcel.

Pero la lactancia, un acto fisiológico del que hasta hace muy poco dependía la vida y el bienestar de los hijos, la fuente primal del amor y el deseo maternal, cuyo funcionamiento está orquestado por todas esas hormonas que orquestan la vida sexual de la mujer, nunca puede ser una herramienta de abuso, y mucho menos sexual porque:

- La lactancia es sexualidad, pero no es sexualidad coital. 
- No puedes obligar a un niño a mamar. 
- Por el contrario, los obligamos a destetarse mucho antes de lo que la naturaleza tiene dispuesto. Según la antropóloga Kathy Dettwyler la edad natural  máxima del destete sería alrededor de los 7 años y la mínima de los 2 años y medio. Así que ya me diréis como se quedan nuestros niños en una sociedad donde no se llegan ni a cumplir los 24 meses mínimos recomendados por la OMS: la edad media del destete en nuestro país es de unos (tristes) 6,3 ± 3,8 meses. Y esto lo vemos claramente las madres que decidimos no interrumpir nuestra lactancia: la mayoría pasan los 5 años, llegan a los 6 y a los 7, para luego abandonarla tranquilamente, sin traumas ni lloros, de manera natural y relajada. Y los últimos meses, o años, dudamos de si realmente están bebiendo, porque no nos notamos la leche y ellos parecen que ya no tragan. Pero dicen que sí, que sigue saliendo y está muy rica. Y te piden, te piden ellos, por lo general por la mañana al despertar y a la noche, para relajarse y dormir, y a veces cuando hay un disgusto insuperable o un chichón especialmente doloroso. Porque la teta cura, consuela, relaja y, sobre todo, está muy muy buena. Deliciosa, dicen. 

Mi hijo pequeño todavía, cuando me abraza o se acurruca en mi regazo, me dice: "mamá, hueles a teta". Y es que teta es sinónimo de amor maternal. Y ese olor le acompañará toda su vida para recordarle que existe un lugar en el universo donde todo es amor, calor, seguridad y consuelo, 

".... en la media luna del pecho"

como dijo el enorme Miguel Hernandez. 

Un lugar que será suyo para siempre.