jueves, 5 de agosto de 2010

REFLEXIONES SOBRE EL ABORTO VOLUNTARIO (II). SOBRE LAS SITUACIONES QUE LLEVAN A PLANTEARSE UN ABORTO.

Un aborto se puede plantear por causas muy diferentes. A veces una mujer adulta se ha quedado embarazada por “accidente” tras mantener una relación sexual voluntariamente y, aunque podría mantener al bebé, no le interesa. En este caso no hay ni discusión ni comprensión posible, lo siento. Aquí soy tajante en mi oposición al aborto. Para este caso – una mujer embarazada que no quiere ser madre de ese niño – hay otra solución evidente: la entrega en adopción.

Pero luego hay otras situaciones en las que, bajo mi punto de vista, resulta mucho más comprensible que la mujer embarazada se plantee abortar. Son los casos del aborto terapéutico, cuando la concepción se ha producido como fruto de una violación o cuando se ve incapaz de ofrecer al niño unas condiciones mínimas para que pueda crecer sano y feliz.


1. El aborto terapéutico

En general el aborto terapéutico se plantea en dos casos: Malformaciones en el feto o existencia de peligro para la vida de la madre en caso de continuar con el embarazo.

- Cuando el bebé viene con graves malformaciones

Hay casos donde la malformación no pone en peligro la vida de la criatura pero si su supuesta calidad de vida. En otros, la criatura morirá al nacer o en un periodo de tiempo relativamente corto. Personalmente, me impone más el primer caso que el segundo. En el segundo caso yo llevaría el embarazo hasta donde llegara de manera natural. Si el bebé llega a término y nace le recibiría en mis brazos. Ahí es donde quiero que muera, si tiene que morir: en mis brazos. No descuartizado mientras yo, sedada, ni siquiera tengo la oportunidad de conocerle, de besarle y despedirme de él. Si su destino es vivir 9 meses en mi vientre lo respetaré. Al fin y al cabo: ¿Quién determina lo que debe durar la vida de una persona para ser respetada? Desde la concepción, la vida es un viaje con diferentes etapas: el nacimiento, el destete, los primeros pasos, la madurez sexual, la actividad sexual, la maternidad/paternidad……….. y finalmente terminar en la vejez con lo que llamamos “muerte natural”. No todos llegamos hasta el final ni, aunque lleguemos, nos paramos en todas las estaciones. ¿Es que una vida más corta tiene menos valor que una larga? ¿Es que los 9 meses de embarazo no son toda una vida también? Yo respetaría la capacidad de supervivencia de mi hijo: que llegara hasta donde tiene que llegar.

El primer supuesto, las malformaciones que no llegan a matar a la criatura pero condicionan su calidad de vida, para mí es el más terrible. Muchos padres deciden abortar más por no condenar a su criatura a una vida de limitaciones y sufrimientos, que por ellos mismos. Debo reconocer que en este supuesto es en el cual más me cuesta ser consecuente con mis convicciones. Evidentemente, hay malformaciones y malformaciones. Si mi hijo viene sin una pierna o con síndrome de Down, no tengo dudas…… se que podrá ser tan feliz como cualquiera, tal vez con un poquito más de esfuerzo y ayuda. En muchas páginas web contra el aborto suele haber testimonios de personas con diferentes discapacidades y muy felices de estar vivas. Me imagino que es más difícil superar la pérdida de una capacidad (por accidente o enfermedad) que adaptarte a ella desde que naces. Es increíble ver como personas sin brazos hacen de todo usando sus pies y otras partes de su cuerpo. Como ciegos o sordos de nacimiento son capaces de estudiar todo tipo de carreras, llevar grandes empresas, batir diferentes records. Es gratificante ver a personas con síndrome de Down con sus trabajos y su vida independiente. 

Pero ¿Y si está condenado a vivir como un vegetal, en la cama de un hospital, conectado a un montón de tubos y cables toda su vida (que hoy en día pueden ser bastantes años)? El problema aquí es que la medicina no sabe muy bien sobre la frontera que separa salvar una vida o prolongar una agonía. Algunos embarazos acabarían en abortos espontáneos si no se produjera una intervención médica. Muchas veces, cuando se ha hecho todo lo posible por detener un aborto natural y el embarazo está mucho más avanzado, se descubre que el feto tiene gravísimas malformaciones (que probablemente explicarían el aborto natural que se iba a producir). Algunos bebés nacen con malformaciones que les matarían en pocas horas, pero con la tecnología actual los puedes mantener vivos durante años pero ¿en que condiciones? Yo sinceramente creo que estos casos hay que vivirlos para saber que vas a hacer. Es terrible ver personas postradas en cama toda la vida, sin ver, ni oír, ni hablar. Sin saber si sufren, si sienten algo, si piensan……… yo he visto niños así cuando trabajé como voluntaria en “El Cotolengo del Padre Alegre” en Barcelona. Es muy duro….. muy, muy, muy, duro.

¿Pero tengo derecho a matar a un no nacido porque existe la posibilidad de que pueda vivir así? Y digo la posibilidad porque el diagnóstico prenatal nunca es fiable al cien por cien y, de hecho, he leído varios testimonios de fallos garrafales. ¿Qué haría yo? Supongo que esperar un milagro. No creo que me atreviera a abortar. Pero si tras el nacimiento se cumplen los peores pronósticos, tampoco intentaría prolongar la vida de la criatura simplemente por que sí. Pero soy consciente de que en este caso puede ser muy complicado establecer un límite a la intervención médica para mantener o no con vida al bebé.


- Cuando continuar con el embarazo supone un riesgo para la vida de la madre

Este es otro caso es extremadamente delicado pero, afortunadamente, muy infrecuente. Otra cosa es que el supuesto de “riesgo psicológico” para la madre haya sido utilizado como excusa para practicar abortos que de otra manera no tenían justificación. Pero si nos limitamos a los casos (poquísimos) en los que si es cierto que el embarazo supone un riesgo para la vida de la madre: ¿Quién tiene derecho a obligar a una persona a poner en riesgo su vida por otra? En este caso madre e hijo tienen el mismo derecho a la vida. La sociedad tiene el deber de proteger la vida de los dos. En este caso me es imposible definirme.


6- Cuando el embarazo es fruto de una violación

Supongo que es imposible ponerse en lugar de una mujer que ha sufrido semejante trauma. Pero, ¿Tiene derecho a matar a su hijo por algo en lo que la criatura es tan víctima como ella? La nueva vida humana no ha pedido venir en semejantes condiciones, pero ya está aquí. ¿Es realmente menos doloroso para la madre abortar? Supongo que esto dependerá de la posición de la madre frente al aborto. Yo no abortaría, pero no puedo garantizar que pudiera seguir siendo madre de ese bebé tras el nacimiento. 

7- Cuando la madre es una menor

Tampoco este supuesto me parece razón para el aborto. Incluso la inmadurez de la madre es suficiente razón para evitar esta medida tan drástica, dramática y definitiva. Evidentemente no es lo mismo una niña de 10 años que una (casi) mujer de 17. En este último caso no tengo ninguna duda: si es suficientemente mujer para tener relaciones sexuales consentidas, es suficientemente mujer para parir. Si no quiere ser madre tiene otra opción que respeta la vida de su hijo: la adopción. En el primer caso, cuando la madre es claramente una niña, esta situación puede llevar a otra cuestión: ¿Pone el embarazo en peligro su vida? Si no es así ¿Es realmente menos traumático un aborto que un parto? ¿Que pasa si en el futuro, cuando ya sea una mujer, no es capaz de asumir un aborto? Porque cuando esta niña sea una adulta puede llegar a la conclusión de que el aborto es un homicidio y por lo tanto no poder superar o perdonar lo que le hicieron hacer. En cambio, si parió a ese bebé y lo dio en adopción ¿Puede llegar a arrepentirse alguna vez de eso?


8- El mundo al que llega el bebé

Hay otra situación que no es menos dramática y que me planteé al leer un blog fantástico llamado “Revolución matriarcal". Cuando descubrí este blog, su contenido me gustaba tanto que me sentí decepcionada cuando leí que su autor estaba claramente a favor del aborto. He de reconocer que sus argumentos tienen sentido para mí. Por ejemplo, en este párrafo:

El/la posible futurx hijx no dispone de vista, oído y razón para juzgar si el mundo que le espera allí fuera está preparado para recibirle. La mujer es los ojos, los oídos y la reflexión de los que carece. Queda en manos de cada mujer tomar una decisión responsable. ¿Es un buen momento para que nazca una criatura aquí y ahora? ¿Podrá crecer en libertad, en un ambiente sin violencia, acogido por una familia responsable y cariñosa? ¿La figura paterna (individual o colectiva) con la que se encontrará estará a la altura? Cada mujer, como Guardiana de la Vida, vela porque la existencia que le espera a esx futurx niñx sea la más digna y tenga sentido. Así, el aborto nunca puede ser visto como un acto de egoísmo, puesto que la madre desea ante todo dar a luz un ser que pueda sentirse amado”.

O sea, hay situaciones en las que la madre se ve obligada a abortar porqué se ve incapaz de dar a su hijo unas condiciones mínimas para crecer sano y feliz. Esta situación es muy real y terriblemente dramática. ¿Quién quiere traer un hijo a un mundo en guerra, desolado por el hambre, las enfermedades, el odio y la violencia? ¿Cómo traer un hijo al mundo cuando no eres capaz de darle lo mínimo para sobrevivir? Pero, en cualquier caso, en todo el artículo se ignora la humanidad del no nacido y su derecho a la vida como derecho  fundamental. Se ignora que ya está vivo y que para evitar que nazca hay que matarlo. Bajo mi punto de vista, todos estos argumentos son válidos si se aplican al derecho de la mujer a elegir si se produce o no embarazo, pero una vez producido, se ignora por sistema que le está dando derecho a la madre para matar un ser humano que ya está vivo. De nuevo argumentos que pasan por encima de algo que yo considero incuestionable: la humanidad de la criatura desde el momento de su concepción y, por lo tanto, su derecho a que se respete su vida ya iniciada.

Resumiendo:

¿Quién tiene derecho de robar a una criatura (ya viva) la oportunidad de vivir, de seguir viviendo? Repito: creo que en este tema nos olvidamos de que se trata de terminar una vida ya iniciada. Se trata de matar. Tomando prestadas las palabras del grupo musical Mecano en su canción “Otro Muerto” de J.M Cano:

yo no se ni quiero
de las razones que dan derecho a matar
pero deben serlo
porque el que muere
no vive más
no vive más


No es lo mismo no comenzar una vida que acabar con ella una vez que ya ha comenzado.


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Reflexiones sobre la adopción (III). La adopción como alternativa ante un embarazo no deseado

REFLEXIONES SOBRE EL ABORTO (I). ¿CUAL ES LA VERDADERA CUESTIÓN?



Llevo dándole vueltas a la cabeza desde hace varios meses. Cada vez que me ponía delante de la pantalla acababa cerrando el ordenador sin escribir nada. Luego escribí, borré, rescribí y hasta hoy no he podido por fin sentirme minimamente satisfecha de lo escrito. Es un tema terriblemente difícil, desagradable. No me gusta pensar en él. Levanta pasiones y las discusiones pocas veces acaban en buenos términos. Y es que no admite puntos medios. No admite grises, sólo blanco o negro. Estás en contra o a favor. Vida o muerte.

Empezaré dejando las cosas claras: 
estoy a favor de la vida, de luchar por ella, de dejar vivirla, de respetarla, de amarla. ¿Significa esto que estoy en contra del aborto? Es posible. Parecen la misma declaración una en positivo y otra en negativo. Pero lo cierto es que no son exactamente iguales. No significan exactamente lo mismo. Por eso cuando mi conclusión final era: “estoy en contra del aborto” no me acababa de encajar todo. En cambio, hace unos días y por chat, cuando Beatriz Beneitez me dijo que ella lo que está es a favor de la vida, me di cuenta de mi error. Planteándolo en positivo por fin tengo una conclusión con la que me siento cómoda, en la que me encaja todo. Gracias Beatriz porque me has dado la clave final. 
Al menos al final he conseguido llegar a una conclusión. Una conclusión que es producto de años de estudio, reflexión y maduración personal. Lo he pensado. Lo he pensado mucho. Por eso precisamente escribo sobre ello. Es la parte final de mi reflexión. Necesito verlo por escrito, leerlo y mirarlo “desde fuera”. Escribo aquí mis conclusiones para compartirlas con algunas personas con las que ya he hablado del tema. Si alguno más fuera de este círculo está interesado, adelante, puede continuar leyendo. Pero espero que nadie se sienta ofendido ni dolido: son mis reflexiones y mis conclusiones. No intento adoctrinar a nadie.


Cuando tenía doce años tuve mi primera discusión sobre el aborto. Estaba en París, en casa de mis primos. Mi primo –médico investigador que estaba haciendo en dicha ciudad una estancia de dos años – me retó con el tema. Recuerdo que fui incapaz de defender mis argumentos (argumentos, eso sí, sacados todos de lo que me habían enseñado las religiosas de mi colegio). Recuerdo la frustración y la desesperación ante la lógica aplastante de mi primo, frente a la cual razonamientos del tipo: “es una vida humana, Dios le ha dado la vida y no tenemos derecho a quitársela”, se hundieron. El hablaba de un conjunto de células que formaban parte del cuerpo de la madre (sin más importancia que cualquier órgano) y por lo tanto pertenecían a la madre, de la falta de racionalidad del embrión/feto, del derecho de la mujer a una atención de calidad, a no tener que recurrir al aborto ilegal que pusiera en peligro su vida. Fue tumbando mis argumentos uno por uno. Acabé llorando de frustración. Desde entonces y hasta ahora he pasado por etapas en las cuales llegué a defenderlo, a ignorarlo y a mostrarme indiferente.


Ahora ya no soy una cría de 12 años. Han pasado muchos años desde aquella discusión con mi primo, años en los que me he convertido en una mujer adulta, doctora en biología y madre. Durante la carrera tuve asignaturas como embriología, epigenética, genética del desarrollo, biología molecular o histología, en las que tuve la oportunidad de aprender sobre el desarrollo de un ser humano desde el momento de la concepción a diferentes niveles. A partir de mi maternidad empecé a recuperar esos conocimientos. Durante mi primer embarazo me encantaba leer semana a semana los cambios que iba sufriendo mi hijo. Lo sentí dentro de mí. Sentí los efectos que su presencia producía en mi cuerpo desde el principio de su existencia: los pechos doloridos, las nauseas matinales (de 24 horas al día y 8 meses de duración), el aumento de mi barriga (y trasero) y sus golpecitos desde dentro. A partir del nacimiento empezó un proceso de maduración y concienciación nacido de la necesidad de ser la madre que mi bebé necesitaba. Empecé a cuestionar las prácticas comunes de nuestra cultura (que, pronto me di cuenta, no me servían de mucho a la hora de criar un bebé feliz) y a buscar alternativas. Empecé a sumergirme en los escritos de médicos, psicólogos, pedagogos e incluso filósofos. A medida que iba abriendo mi mente a base de aprendizaje, también empecé a situarme, a identificarme, a definirme. Me empecé a enfrentar a sentimientos olvidados o escondidos,  y al hacerlo tuve que posicionarme o, más bien, reposicionarme. El aborto es uno de estos temas donde decidí tener las cosas claras. Mi conclusión es un SI enorme al respeto por la nueva vida. ¿Por qué? Intentaré enumerar mis razones:

1- La humanidad INCUESTIONABLE del no nacido desde el primer momento de su existencia como célula diploide

Biológicamente hablando, de la unión de un espermatozoide y un óvulo humano solo puede surgir uno o varios humanos. En ningún caso un ser de otra especie. Evidentemente, el periodo de organogénesis es especialmente delicado y vulnerable: en algunos casos el desarrollo de ese nuevo ser puede malograrse provocando su muerte, lo que no significa que, en el caso de un embrión viable, cada una de sus células sepa exactamente el camino a seguir (a pesar de su pluripotencialidad que le permite “reprogramarse” en caso necesario). Esto hace que el conjunto celular no tenga nada que ver con una masa de células indiferenciadas tumoral, como les gusta argumentar a los que defienden la teoría del “tumor” no humano que crece dentro del útero materno y que pasará a ser un ser humano en algún momento indefinido del desarrollo. Dado que un óvulo fecundado humano sólo puede seguir su desarrollo como humano (uno o más) es absolutamente ridículo e hipócrita cuestionar su humanidad. El nuevo ser humano (o los nuevos seres) empieza a existir en el momento mismo en el que los dos genomas dan lugar a una nueva célula diplóide con un genoma único. Y no me vale que digan que sólo es “potencialmente” humano. Entonces tendrían que definir un momento en el que dejamos de ser un ser humano en potencia para ser considerados realmente humanos. ¿Cuando es ese momento? ¿Cuando tenemos tubo neural o corazón? ¿Cuando se ven los esbozos de los ojos o de los brazos y piernas? ¿Cuando se expresa tal o cual proteína? ¿Cuando se conectan tal o cual conexión nerviosa? ¿Cuando tenemos x neuronas en el cerebro?

Si el óvulo recién fecundado, la mórula, la blástula (o sea, el pre-embrión) o el embrión son menos humanos que el feto – por que no han desarrollado todavía una serie de características - entonces el niño es menos humano que el adolescente porque tampoco ha desarrollado otra serie de características. Y este menos que el adulto. Así podemos limitar la definición de humano a la persona adulta en la cresta de su desarrollo. ¿Y cuando entramos en el natural declive que provoca la edad? ¿También perdemos humanidad? Seamos sinceros: No hay un momento objetivo a partir del cual el óvulo fecundado/pre-embrión/embrión/feto es humano, a excepción del inicio de su existencia como célula diploide con un genoma único y diferente al resto de organismos que existen en el planeta.

Por lo tanto, basar la discusión sobre el aborto en la humanidad o falta de ella del ser en desarrollo me parece absolutamente hipócrita. 
La verdadera discusión, por fuerte que suene, es la de si un ser humano tiene el derecho a matar otro ser humano debido a una circunstancia única y particular: la total dependencia de la vida de uno respecto a la otra.

2- La racionalidad como requisito imprescindible para que se respete la vida

Recuerdo que uno de los argumentos que esgrimió mi primo hace ya más de 28 años, fue el de la falta de racionalidad del feto ¿Alguien puede decir con absoluta certeza en que momento nos convertimos en seres racionales? ¿Es el recién nacido un ser racional? ¿Es el bebé de uno, dos, tres o cuatro meses un ser racional? ¿y el niño de dos años? ¿Y el anciano de 90? ¿Y si el cerebro de este anciano de 90 está devorado por el Alzheimer?

La racionalidad se va desarrollando en el individuo poco a poco pero es imposible decir a partir de que momento alguien es racional. ¿Y que pasa con los seres humanos que pierden la racionalidad antes de morir? Por accidente o por enfermedad mucha gente pierde parte de sus capacidades mentales, o al menos esas que les confieren lo que llamamos “racionalidad” ¿Tiene esta persona menos derecho a la vida? ¿Tenemos derecho a matarla porque ya no es “racional”?


3- 
La capacidad de sentir dolor como condicionante del derecho a matar

Al margen de si el embrión/feto siente o no dolor ¿Nos da eso derecho a matarlo? Evidentemente no. Al fin y al cabo la anestesia resolvería el problema de manera sencilla, así que el hecho de si la criatura es capaz de sentir dolor o no es irrelevante.

En cualquier caso, ¿Qué es el dolor? La RAE lo define como “Sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo por causa interior o exterior” ¿Podemos decir que el embrión/feto que aún no tiene un sistema nervioso desarrollado no siente “dolor” al matarlo? Todos los seres vivos del planeta – desde los más sencillos unicelulares hasta los más complejos – luchan por su supervivencia. Incluso los que carecen de sistema nervioso, son capaces de detectar una situación amenazante y actuar en consecuencia, por lo que podemos deducir que la amenaza les produce algún tipo de “malestar”, si no el organismo no se molestaría en reaccionar para sobrevivir. Por lo tanto, la falta de un sistema nervioso desarrollado no es garantía de falta de sensibilidad a un ataque. 

En la actualidad existe una gran controversia sobre si el feto siente o no dolor y cuando comienza a sentirlo (1, 2, 3, 4 ). En cualquier caso, lo que sí está demostrado es la capacidad de reacción del feto frente a diferentes estímulos desde etapas muy tempranas. Si esta reacción demuestra que es capaz o no de sentir dolor me parece irrelevante. Lo que si me parece interesante es la capacidad de reacción frente a un estímulo o amenaza. De hecho esta sensibilidad y capacidad de reacción la tiene ya el pre-embrión, evidentemente a otro nivel, pero ya es capaz de cambiar parte de su programa para adaptarse a una nueva condición y seguir desarrollándose. Por ejemplo, cuando se sacan células de la mórula las demás son capaces de seguir adelante con el desarrollo completo del organismo ¿No significa esto que se ha producido una reprogramación? Por lo tanto, eso es una respuesta a un ataque a su supervivencia ya que si no lo hubiera no podría seguir desarrollándose como un organismo completo y moriría. Esto a mí me da a entender que la mórula ya es capaz de detectar la “amenaza”, aunque sea a un nivel diferente a como lo hará más adelante, cuando tenga un sistema nervioso capaz de hacerle sentir dolor y que pueda dar órdenes de movimiento a un sistema muscular.

Ya sé que estoy divagando demasiado, pero a lo que quiero llegar es a decir que desde el pre-embrión hasta el feto lo que se mata en un aborto no es una masa de células indiferenciadas que crecen sin control (como un tumor) sin ningún tipo de finalidad e incapaces de reaccionar ante nada. Desde el principio es un ser vivo (humano, evidentemente) que lucha por sobrevivir, con todas las herramientas que en cada momento tiene a su alcance.

4-
 El conflicto de derechos entre madre e hijo.

Parece evidente, entonces, que toda la polémica sobre el aborto no nace (o no debería nacer) de la duda ante la humanidad/no humanidad del no nacido, de su racionalidad o de su capacidad para sentir dolor. La polémica nace del hecho de que este depende totalmente del cuerpo de su madre para su supervivencia, y esta dependencia puede entrar en conflicto con los intereses de esta.

Las mujeres tenemos derecho a ser dueñas de nuestros cuerpos y disponer de ellos como nosotras queramos, sin que nadie nos imponga nada desde fuera. Hasta ahí todos de acuerdo. Pero, y aquí diferimos los “pro-aborto” de los “pro-vida”, el no nacido también tiene derecho a la vida (primer derecho de todos los seres humanos). Admitir la humanidad del no nacido en todos sus estadios hace que esta discusión sea extremadamente delicada y por eso es más fácil cuestionar su humanidad. Pero seamos valientes y llamemos a cada cosa por su nombre: ¿Qué derecho debe prevalecer? 

La monja benedictina Teresa Forcades da en este artículo  su opinión sobre el aborto, y en una frase resume perfectamente la situación:

No se pueda salvar el hijo en contra de la voluntad de la madre sin violar la libertad de ésta

Pero yo añadiría que no se puede matar al hijo sin violar su derecho a la vida y por lo tanto volvemos a la conclusión inicial: todo se reduce a un conflicto entre los derechos de dos seres humanos, uno totalmente dependiente del otro para sobrevivir. Es esta dependencia del uno frente a la otra lo que, según Teresa Forcadas, da singularidad a la situación y la hace incomparable con otras relaciones interhumanas:

“…
la vida del feto depende de la vida de la madre hasta que este no es viable fuera de ella. Esta es la base para decirlo así, tanto antropológicamente, como biológicamente, como legalmente y como moralmente, para decidir sobre considerar este caso sobre la vida del feto completamente diferente y por lo tanto no se puede comparar con otro caso ‘interhumano

Ciertamente la relación entre la madre y el hijo intrauterino no tiene comparación con otras relaciones interhumanas. Pero ¿Es esto suficiente como para dar libertad a la madre para matar a su hijo?

Una de las acusaciones que nos hacen los “pro-elección” a los “pro-vida” es nuestra intolerancia a las decisiones de los demás. Nos dicen que no abortemos si no queremos, pero dejemos en paz a los que sí quieren. El problema es que cuando has llegado a la conclusión de que el aborto es un homicidio (puesto que se está matando activamente a un ser humano) moralmente no puedes permitir que se produzca ¿O alguien permitiría que una persona matara a otra por el simple hecho de que la primera cree tener derecho a hacerlo? Evidentemente no. Por lo tanto, ¿Tenemos derecho, como sociedad, a obligar a la mujer a continuar su embarazo? ¿Qué derecho tenemos el deber de defender? ¿El de la madre, dándole libertad para abortar, o el del hijo prohibiendo el aborto? ¿Tenemos derecho a violar la libertad de la madre para defender la vida del hijo?

Yo creo que debe prevalecer el derecho del hijo, no sólo porque se está cuestionando su derecho a la vida, sino también porque es el más débil. La madre un día parirá y ya no estará embarazada. Al menos tendrá la oportunidad de seguir con su vida y ni siquiera tiene la obligación de continuar siendo la madre de ese niño, ya que existe la posibilidad de ceder su maternidad a otra mujer: puede darlo en adopción. Pero si mata a su hijo, le quita lo único que tiene: su vida. Él ya no tendrá ninguna oportunidad más.



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