Estimado señor ministro Valeriano Gomez
No puedo evitar escribirle esta carta abierta, que usted no leerá, pero que me quema en los dedos después de leer sus últimas declaraciones en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros.
Y es que, señor ministro, no me puedo creer lo que acabo de leer. No me puedo creer que una persona en su posición haga gala de tan tremenda ignorancia sobre algo tan básico y fundamental como es la verdadera "conciliación familiar".
Porque realmente quiero creer que es ignorancia lo que le ha llevado a asegurar que:
...."Si tuviera que elegir una sola medida por encima de todas las demás para estimular la igualdad y, al mismo tiempo, la eficiencia de una economía, la capacidad, la producción y la riqueza a medio y largo plazo, esa sería que todos los chicos pudieran estar escolarizados inmediatamente después de su nacimiento".
Y es que si no ha sido la ignorancia, si usted ha hablado perfectamente informado de las consecuencias que tendría la aplicación de sus medidas, es como para asustarse de que nuestra sociedad esté en manos de hombres así.
Toda la bibliografía, escrita por grandes profesionales de las más diversas disciplinas, que demuestra
- La necesidad de los hijos de estar con sus padres.
- La necesidad de los bebés de no romper su "continumm" y seguir con su madre, al menos en el periodo de exterogestación (los siguientes seis meses tras el parto, tal vez nueve).
- La necesidad de las madres de estar con sus bebés.
- La necesidad de los padres de estar con sus hijos.
Yo, señor ministro, no tengo la menor intención de parir un hijo para abandonarlo inmediatamente en manos de otras personas, por gratuita y bien vista que sea esta opción. Yo, señor ministro, a pesar de haber dedicado gran parte de mi vida adulta a la investigación biomédica, quiero criar a mis hijos. Quiero darles lo que ellos necesitan: a su madre las 24 horas del día, durante el tiempo que sea necesario. Y quiero que ustedes, los políticos, me apoyen en esta opción de la misma manera que apoyan a las mujeres que no la toman. Actualmente no lo hacen y yo me siento discriminada. Actualmente me saldría más rentable dejar a mis hijos en manos desconocidas, pero subvencionadas, y dedicarme yo a seguir desarrollando mi carrera profesional, que permitir que mis hijos se críen en mis manos, no subvencionadas y encima penalizadas por tomar esta decisión.
Yo, de verdad, no sé que pretende haciendo declaraciones como las que ha hecho. ¿Quiere hacerse el progresista? ¿El feminista? Pues yo creo que lo verdaderamente progresista serían las medidas que permitieran a los padres pasar más tiempo con sus hijos. Que las madres pudieran vivir su puerperio (al menos dos años) con sus bebés, sin sacrificar su vida profesional; y esto no es encerrando a las mujeres otra vez en casa (como piensan algunos) sino sacando a los bebés a la calle, a la vida activa de sus madres; dando facilidades para que las madres puedan desarrollar su profesión cerca de sus hijos, al alcance de sus hijos. O sea, normalizando la maternidad, que parece que sea algo vergonzoso que sólo se puede ejercer en casa, con las cortinas echadas. Permitir que las madres que quieren estar al alcance de sus hijos las 24 horas del día puedan desarrollar su profesión. Esto sería lo realmente progresista.
¿Difícil? Seguro, dificilísimo. De hecho requiere un cambio de mentalidad tan profundo que parece una utopía. Pero, ¿Acaso usted está en donde está para hacer cosas fáciles?. ¿No debería ser su objetivo conseguir una sociedad mejor? ¿Cree que esta sociedad puede mejorar si la forman seres humanos heridos, insatisfechos y abandonados desde que son bebés? ¿Cree de verdad que es bueno para alguien, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo, separar a las madres de sus bebés cuando más se necesitan?
Lea, señor ministro, lea y estudie. Si lee un poquito y se informa mínimamente sobre los últimos estudios en salud primal, sobre los efectos que produce la institucionalización en los bebés, sobre el efecto del estress en la configuración del cerebro y en la futura salud mental del bebé, se daría cuenta de la barbaridad que ha dicho.
De verdad que quiero creer que es la ignorancia la que ha hablado a través de su boca y no la simple maldad. Quiero creer que nuestros políticos son todavía seres humanos (con sus defectos y virtudes) y no seres tan heridos que han perdido hasta su última traza de humanidad.
Atentamente
María Berrozpe