sábado, 30 de abril de 2011

ESTIMADO SEÑOR MINISTRO:



Estimado señor ministro Valeriano Gomez


No puedo evitar escribirle esta carta abierta, que usted no leerá, pero que me quema en los dedos después de leer sus últimas declaraciones en rueda de prensa tras el Consejo de Ministros. 


Y es que, señor ministro, no me puedo creer lo que acabo de leer. No me puedo creer que una persona en su posición haga gala de tan tremenda ignorancia sobre algo tan básico y fundamental como es la verdadera "conciliación familiar".


Porque realmente quiero creer que es ignorancia lo que le ha llevado a asegurar que: 


...."Si tuviera que elegir una sola medida por encima de todas las demás para estimular la igualdad y, al mismo tiempo, la eficiencia de una economía, la capacidad, la producción y la riqueza a medio y largo plazo, esa sería que todos los chicos pudieran estar escolarizados inmediatamente después de su nacimiento".


Y es que si no ha sido la ignorancia, si usted ha hablado perfectamente informado de las consecuencias que tendría la aplicación de sus medidas, es como para asustarse de que nuestra sociedad esté en manos de hombres así.


Toda la bibliografía, escrita por grandes profesionales de las más diversas disciplinas, que demuestra 
  • La necesidad de los hijos de estar con sus padres. 
  • La necesidad de los bebés de no romper su "continumm" y seguir con su madre, al menos en el periodo de exterogestación (los siguientes seis meses tras el parto, tal vez nueve). 
  • La necesidad de las madres de estar con sus bebés. 
  • La necesidad de los padres de estar con sus hijos. 
está a su alcance de la misma manera que ha estado al mio. Moléstese en leerla, por favor, porque una persona en su cargo debería conocerla. O al menos debería dejarse asesorar por personas que la conocen.


Yo, señor ministro, no tengo la menor intención de parir un hijo para abandonarlo inmediatamente en manos de otras personas, por gratuita y bien vista que sea esta opción. Yo, señor ministro, a pesar de haber dedicado gran parte de mi vida adulta a la investigación biomédica, quiero criar a mis hijos. Quiero darles lo que ellos necesitan: a su madre las 24 horas del día, durante el tiempo que sea necesario. Y quiero que ustedes, los políticos, me apoyen en esta opción de la misma manera que apoyan a las mujeres que no la toman. Actualmente no lo hacen y yo me siento discriminada. Actualmente me saldría más rentable dejar a mis hijos en manos desconocidas, pero subvencionadas, y dedicarme yo a seguir desarrollando mi carrera profesional, que permitir que mis hijos se críen en mis manos, no subvencionadas y encima penalizadas por tomar esta decisión. 


Yo, de verdad, no sé que pretende haciendo declaraciones como las que ha hecho. ¿Quiere hacerse el progresista? ¿El feminista? Pues yo creo que lo verdaderamente progresista serían las medidas que permitieran a los padres pasar más tiempo con sus hijos. Que las madres pudieran vivir su puerperio (al menos dos años) con sus bebés, sin sacrificar su vida profesional; y esto no es encerrando a las mujeres otra vez en casa (como piensan algunos) sino sacando a los bebés a la calle, a la vida activa de sus madres; dando facilidades para que las madres puedan desarrollar su profesión cerca de sus hijos, al alcance de sus hijos.  O sea, normalizando la maternidad, que parece que sea algo vergonzoso que sólo se puede ejercer en casa, con las cortinas echadas. Permitir que las madres que quieren estar al alcance de sus hijos las 24 horas del día puedan desarrollar su profesión. Esto sería lo realmente progresista.


¿Difícil? Seguro, dificilísimo. De hecho requiere un cambio de mentalidad tan profundo que parece una utopía. Pero, ¿Acaso usted está en donde está para hacer cosas fáciles?. ¿No debería ser su objetivo conseguir una sociedad mejor? ¿Cree que esta sociedad puede mejorar si la forman seres humanos heridos, insatisfechos  y abandonados desde que son bebés? ¿Cree de verdad que es bueno para alguien, ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo, separar a las madres de sus bebés cuando más se necesitan?


Lea, señor ministro, lea y estudie. Si lee un poquito y se informa mínimamente sobre los últimos estudios en salud primal, sobre los efectos que produce la institucionalización en los bebés,  sobre el efecto del estress en la configuración del cerebro y en la futura salud mental del bebé, se daría cuenta de la barbaridad que ha dicho. 


De verdad que quiero creer que es la ignorancia la que ha hablado a través de su boca y no la simple maldad. Quiero creer que nuestros políticos son todavía seres humanos (con sus defectos y virtudes) y no seres tan heridos que han perdido hasta su última traza de humanidad. 


Atentamente


María Berrozpe


viernes, 29 de abril de 2011

ESTIMADO OBSTETRA......

Estimado Obstetra - Amor Maternal

Estimado obstetra:

Soy María, madre de tres hijos de cinco, cuatro y dos años de edad. Y como eso le escribo: como madre multípara, añosa (el primero me nació cuando yo ya contaba con los treinta y cinco años bien cumplidos) y que ha devorado los libros de su colega Michel Odent,  mucha bibliografía de Ina May Gaskin, Consuelo Ruiz-Vélez Frías, David Chamberlain y Casilda Rodrigañez, además de artículos que salen en la red de páginas web como "El parto es nuestro",  las últimas recomendaciones de la OMS para la atención al parto,  diversos blog de maternidad y crianza y bastante bibliografía especializada de estudios clínicos sobre la seguridad del parto en diferentes condiciones .

Me preguntará el porqué de tanto interés por todo lo relacionado con el nacimiento del ser humano teniendo en cuenta que para preocuparse de mis partos ya están ustedes, que han estudiado la larguísima carrera de medicina, con su especialización incluida, y a lo que la mayoría  pueden añadir muchos años de experiencia en el ejercicio de su profesión.

Pues verá, todo empezó en mi primer parto. Fue un muy buen parto según sus estándares. Me dilataron a base de oxitocina sintética y me pusieron epidural. Nada excepcional. Tal vez la mayoría de ustedes hubieran preferido hacerme una episiotomía, ya que me rasgué ( le pedí a mi ginecóloga que por favor no me cortara, algo que respetó, tal vez en contra de su criterio). En el expulsivo sentía que me moría, que no podía más. Me dijeron que eso era lo normal, que precisamente cuando crees que no puedes más es cuando nace el bebé. Me felicitaron porque "había conseguido parir" y nadie se preocupó de que no tuviera el menor interés por ponerme a mi hijo al pecho. Todo era lo normal: una madre agotada y un bebé adormecido que no se engancha al pecho y cuando lo hace (más de 24 horas después) lo hace mal.

Pero ¿Sabe? a mí me quedó mal sabor de boca. Resulta que, además de todo lo que les he contado por ahí arriba, soy doctora en biología y, aunque mi especialidad no es la zoología, lo cierto es que me costaba creer que la especie humana hubiera llegado hasta donde ha llegado teniendo un mecanismo de parto tan terriblemente defectuoso. Porque no era sólo mi parto, no. La mayoría de mis primas y de mis amigas habian parido por cesarea. Sí, si, la mayoría. Y las que se habían librado de la cesarea habían tenido partos bastante infernales y muy intervenidos. Y sí, claro, ya sé eso de la cabeza grande por nuestro inteligentísimo cerebro, la pelvis estrecha por la posición bípeda, como complica todo esto la evolución del parto......... pero, a pesar de todo, es difícil de creer que una especie con un parto tan peligroso haya, no sólo sobrevivido, sino colonizado el planeta entero tal y como nosotros lo hemos hecho.

Por eso empecé a leer. Empecé por "La revolución del nacimiento" de Isabel Fernandez del Castillo y continué con todo lo que caía en mis manos de Michel Odent. Y la verdad es que fue un muy buen comienzo. En la obra de Michel Odent están muy bien reflejadas todas las razones de porqué el parto es como es y no como debería ser. Además a través de sus libros, artículos  y  banco de datos sobre salud primal puedes acceder a muchísima bibliografía interesantísima. Más tarde, la lectura de autores como Casilda Rodrigañez, David Chamberlain, Nils Bergman o Laura Gutman complementaron los conocimientos adquiridos con las lecturas de Michel Odent, apoyando sus teorías desde otras disciplinas.

Así que, después de algo más de cinco años leyendo y leyendo a los más diversos autores sobre el parto, el bebé y la parturienta, he llegado a las siguientes conclusiones:

EN CUANTO A LA MADRE Y AL PARTO
  1. El parto es un ACTO SEXUAL. Igual que lo es el coito pero, a diferencia de este último, no es reconocido ni tratado como tal.
  2. El neocortex inhibe el parto, de la misma manera que inhibe el coito. Es nuestro cerebro primitivo el que tiene que orquestar todo el proceso, pero para ello el neocortex tiene que permitírselo.
  3. Y para que el neocortex deje el camino libre y se "desconecte" la mujer necesita unas condiciones mínimas de intimidad, seguridad, confianza y bienestar. Sólo así se activará completamente la cascada hormonal que permite que el parto se desarrolle con fluidez. 
Reconocerá usted que las condiciones actuales de atención al parto vigentes en la gran mayoría de hospitales  ignoran absolutamente los tres puntos anteriores. El resultado es que las mujeres se enfrentan a sus partos con el neocortex alerta e inhibiendo la cascada hormonal necesaria para que todo evolucione. Esto tiene varios efectos:
  1. Al no evolucionar de manera espontánea se tiene que intervenir y con las intervenciones se produce una "reacción en cadena", ya que cada una aumenta la posibilidad de que se tengan que aplicar otras más invasivas, hasta llegar a la salvadora cesarea, imprescindible cuando el proceso natural se ha echado a perder completamente.
  2. Las mujeres nos creemos que no sabemos parir sin ayuda y consideramos al hospital, sus protocolos y sus profesionales nuestros salvadores, ignorando que en la gran mayoría de los casos se están limitando a resolver las complicaciones que ellos mismos han provocado al intervenir por defecto un proceso que, en otras condiciones totalmente distintas, hubiera evolucionado de manera natural y sin complicaciones. 
Usted me dirá que las cosas no son tan sencillas, que parir es peligroso, que se pueden presentar muchísimas complicaciones, que en la naturaleza también se muere pariendo, que la mortalidad de las madres y los bebés ha disminuido muchísimo en las últimas décadas (sobretodo desde que se pare en hospitales) y, la última y más popular: que parimos demasiado mayores (o sea, somos madres añosas) y por eso necesitamos tanta "ayuda".

Bueno, pues entonces explíqueme porqué las estadísticas sobre mortalidad no reflejan diferencias entre partos atendidos en casa por personal cualificado y partos hospitalarios, cuando lo más razonable y lógico sería que parir en casa fuera significativamente más peligroso. Yo creo que es porque el mismo hospital está desencadenado las complicaciones que luego tiene que tratar. En cambio, en su propia casa, la mujer está en un ambiente más idóneo para que se produzca el verdadero parto orgásmico que es, a todas luces, el más seguro de todos.

Y me preguntará ¿Porqué entonces todavía se producen complicaciones importantes en algunos partos en casa que obligan al traslado urgente al hospital?

Pues yo le contesto lo siguiente (basándome principalmente en mis lecturas de los textos de Casilda Rodrigañez y en el "Estudio sobre el útero" realizado actualmente por mi ciber-amiga Monica de Felipe): Porque las mujeres hemos olvidado, no sólo que podemos parir y como hacerlo, sino que podemos parir sin dolor. No sólo lo hemos olvidado, sino que cuando las últimas investigaciones intentan recordárnoslo, no nos lo creemos. Y eso ha ocurrido porque milenios de patriarcado, sometimiento y demonización de nuestra sexualidad nos ha convertido en lo que ahora somos: mujeres adultas con una sexualidad no desarrollada plenamente:  Mucha sexualidad coital frente a cero sexualidad maternal (parto y lactancia). Mujeres con úteros contraídos, tensos, inhibidos, que no pueden latir en contracciones indoloras y eficaces. Mujeres que llegan a sus partos sin haber desarrollado todo su potencial sexual.. Mujeres que llegan a sus partos sin ver un sólo parto natural, fisiológico u orgásmico (como quieran llamarlo, es lo mismo) y, encima, convencidas de que parir es, obligatoriamente, doloroso, terrible y peligroso.

Las mujeres que paren en casa están más concienciadas y mejor informadas que la gran mayoría de las que van al hospital, pero aún así es muy difícil desprenderse de todas las limitaciones que el patriarcado nos ha impuesto porque el sometimiento empieza a producir sus efectos ya desde que somos niñas. Y a pesar de ello la gran mayoría consigue parir sin grandes complicaciones, seguramente con dolor, pero sin poner en peligro su vida o la de su hijo. Y una minoría consigue librarse incluso del dolor y vivir el parto que la madre naturaleza nos tiene preparadas a todas.

Pero no se preocupe, que no pretendo dejarle sin trabajo. Es evidente que el parto es un proceso que se debe de realizar controlado por personal cualificado para asegurarse de que todo va como debe y, si no, intervenir para asegurar el bienestar de madre y bebé. A diferencia del coito -que puede interrumpirse en cualquier momento del proceso sin poner en peligro la vida de nadie - la interrupción del proceso del parto puede tener consecuencias muy graves para la madre y/o el bebé. Así que no crea que estoy abogando por parir en medio de la selva del amazonas sin ningún tipo de asistencia cualificada.

No, lo que yo reinvindico es totalmente diferente. Reivindico el derecho de todas las mujeres a tener la oportunidad de vivir su parto orgásmico, cuidadas  y protegidas por unos profesionales que vigilan en la sombra, sin molestar, atentos y dispuestos a intervenir si aparecen complicaciones imprevistas (que no producirían ni ellos con su actitud, ni sus obsoletos protocolos), complicaciones que por minoritarias que fueran en el caso de que las mujeres pudiéramos parir en las condiciones ideales, son razón suficiente para la presencia (respetuosa y silenciosa, eso sí) de profesionales debidamente cualificados durante el proceso del nacimiento.

Y EN CUANTO AL BEBÉ

Pues más de lo mismo. El bebé está preparado, gracias a miles de años de concienzuda evolución, para vivir el parto orgásmico y, tras él, ser colocado en su habitat natural: el pecho de su madre, donde encontrará todo lo necesario para sobrevivir por sus propios medios (Nils Bergman). Así de simple. Negarle eso gratuítamente es intolerable, pero es lo que viene ocurriendo desde hace siglos y de manera sistemática en nombre de una falsa seguridad, ya que lo más seguro siempre será lo que la naturaleza tiene previsto. Ante estos hechos Michel Odent nos lanza una valiente hipótesis: la capacidad de amar que tenga en el futuro ese bebé estará determinada por lo que ocurra durante el nacimiento e inmediatamente después de él. La clave parece estar en la oxitocina y le recomiendo encarecidamente que lea los escritos de este autor sobre este tema. Si tiene razón, las repercusiones de su teoría son impresionantes y desde luego es como para plantearse muy seriamente el trato dado al bebé en la actualidad durante el parto y el post-parto.

Y de nuevo no piense que niego la existencia de patologías que obligan a separar el bebé de su madre tras el nacimiento, o a sacarlo mediante cesareas o partos instrumentalizados. Pero usted sabe muy bien que muchas de estas acciones se realizan sin ser necesarias o como respuesta a complicaciones producidas por la misma intervención previa, como ya he comentado anteriormente. Y esto es lo que hay que cambiar. Que ningún bebé sufra gratuitamente en nombre de protocolos obsoletos, que se permita actuar libremente a la naturaleza  mientras ustedes observan (recuerden, en la sombra, "sin ser vistos ni oídos") preparados para actuar en caso de que se necesite su intervención debido a una verdadera complicación.

Si ustedes consiguieran este objetivo no sólo tendríamos los partos que  nuestros hijos y nosotras nos merecemos, sino que se daría el primer paso para que se produjera el apego natural entre madre e hijo y que la tercera fase de nuestro ciclo sexual, la lactancia, empezara con buen pie. Y esto a su vez produciría un cambio enorme en la relación entre padres e hijos y su crianza posterior, repercutiendo todo ello en la formación de seres humanos más pacíficos, amoroso y empáticos. El resultado final sería una sociedad diferente a la sociedad violenta y competitiva de la actualidad. Una sociedad más justa y pacífica. Tal vez crean que estoy exagerando y que se "me va la olla" pero ¿Y si tengo razón? (Bueno, no yo personalmente,  sino Michel Odent y otros autores antes citados que apoyan esta hipótesis). ¿No creen que las repercusiones de su pequeño cambio de actitud podrían ser suficientemente importantes como para lanzarse de cabeza a él?

En fin, estimado obstetra, no quiero alargarme más. Si después de leer mi carta siente la tentación de leer las fuentes que cito, reflexionar sobre ellas y cuestionarse su actuación, me doy por satisfecha. Gracias a Dios las cosas están cambiando, ya desde hace años, más en unos países que en otros, pero de manera inevitable.

Un cordial saludo

María Berrozpe


jueves, 28 de abril de 2011

SOBRE EL "DERECHO" A SER PADRES





Llevo varias semanas dando vueltas a la cabeza con este tema. De hecho escribí un post enterito que acabé borrando; me dio miedo que fuera demasiado duro o, incluso, ofensivo. Tras escribirlo, leerlo y releerlo me dio la impresión de que me había convertido en una juez implacable con el poder de opinar sobre quien tiene derecho y quien no a ser madre o padre.


Y es que lo escribí enfadada. A mis manos habían llegado una serie de artículos que me mostraban la parte más egoísta y oscura del deseo maternal/paternal. Uno de los artículos fue el caso de un matrimonio australiano, capaz de matar a sus gemelos intrauterinos, productos de la fecundación "in vitro", porque deseaban una niña. Los mataron por ser varones.  Unos días antes, en otro artículo, pude leer las desgraciadas declaraciones de una famosa de la prensa rosa, que calificaba el amor que sentía por su hijo biológico con un 10 y el que sentía por sus gemelas - producto de un vientre de alquiler - con un 9. Y es que para esta señora el amor por un hijo biológico es mayor que por uno adoptado. Hay hijos de primera y de segunda, vamos. Todo esto se unía a comentarios que había ido leyendo en diferentes medios de comunicación, blogs de adopción y grupos de facebook, hechos por padres adoptivos que parecía que habían ganado el certificado de idoneidad en una rifa de feria. Y eso que  los adoptivos al menos tienen que superar una evaluación porque los biológico ni eso. De hecho, a la hora de la verdad es todo lo contrario: el derecho de los padres biológicos sobre sus hijos se pone muchas veces por delante del derecho de los menores a que se haga lo es mejor para ellos.


Parece que para ser padres, y padres del bebé que queremos, todo vale. Y de verdad que entiendo la injusticia que supone para muchas personas no poder concebir hijos de manera natural. Personas con un poderoso deseo maternal/paternal que serían  padres maravillosos. Personas que pueden ver como hay mujeres abortando bebés no deseados,  pariéndolos  para luego matarlos, abandonarlos o maltratarlos, mientras ellos que quieren ser padres y tienen todo lo necesario para dar a una criatura una crianza amorosa y completa, no pueden. Es muy injusto. Muy, muy injusto.


Pero eso no convierte la maternidad/paternidad en un derecho. Ni convierte en realidad la frase "el fin justifica los medios". Y los medios hoy en día son muchos y variados. A los tradicionales de la fecundación natural y la adopción, en los últimos decenios se ha unido el desarrollo de las técnicas de fecundación "in vitro". Y estas últimas han acabado de abrir la caja de Pandora.


Ahora muchas personas que no podían concebir, pueden, como si todo el mundo tuviera el "derecho" a ser padres por todos los medios y en cualquier circunstancia. Pero la posibilidad de que una mujer se quede embarazada en algunas de las situaciones en las que no hubiera sido posible de manera natural puede ser extremadamente delicado. Porque estamos hablando del inicio de la vida de un nuevo ser humano. No se trata de una técnica para salvar la vida de nadie, ni para curar a un enfermo. Se trata de una técnica que produce nuevos seres humanos (y, que yo sepa, no somos una especie en peligro de extinción).  Yo siempre he sido muy crítica con esta tecnología y de hecho no me pareció muy oportuno que  su "padre" recibiera el premio Nobel, pero reconozco que bien utilizada ofrece la oportunidad de ser padres a personas que por patologías muy concretas no pueden concebir, pero por lo demás llevan a término el embarazo sin más complicaciones que cualquier embarazo producido naturalmente. Así que, en principio, no tenemos porqué esperar ninguna consecuencia negativa para estos bebés.  Esta es su cara buena.


Pero también tiene una cara mala: la fecundación "in vitro" también ha abierto la posibilidad a que se produzca un embarazo en situaciones que, por decirlo suavemente, son éticamente muy cuestionables. Este es el caso, por ejemplo, de las mujeres que por su edad ya no son fértiles pero deciden embarcarse en la aventura a pesar de los riesgos que supone, no sólo para ellas, sino sobretodo para el futuro bebé. También es muy delicada la situación de mujeres que por la enfermedad que sufren tienen embarazos de alto riesgo que raramente llegan a término produciéndose por ello abortos repetidos o nacimientos prematuros. 


Pero para mí el premio al mal uso de la técnica se lo llevan los llamados "vientres de alquiler". Concebir un hijo en el cuerpo de una mujer que no será su madre sólo para satisfacer el deseo maternal/paternal de otras personas me parece una manera de lo más brutal de tratar la vida humana como una mercancía más.  Porque aquí se ha montado un negocio, como otro cualquiera, donde el deseo de ser padres al precio que sea y en cualquier condición se utiliza para conseguir ganancias, caiga quien caiga en el camino. Pero esto es terrible porque en este camino el que cae es un bebé humano. Una criatura completamente a merced de los adultos que deciden sobre como y cuando es concebido, como y cuando nace y en que condiciones.


En una época donde profesionales como Nils Bergman nos dicen que "lo peor que le puede pasar a un recién nacido es que lo separen de su madre", o como Nancy Verrier que describió la "herida primal" sufrida por los bebés ofrecidos en adopción; donde proliferan las organizaciones de adoptados reclamando su derecho (ya legalmente reconocido) a  saber sus orígenes biológicos y, lo que es más importante, su necesidad de saberlos; parece mentira que se estén realizando miles de fecundaciones "in vitro" con esperma y/o óvulos de donantes anónimos y en algunas ocasiones en mujeres que alquilan su cuerpo para hacer de incubadoras, con lo que el bebé no tendrá ninguna posibilidad de que se le respeten dos de sus más importantes derechos:


1- El derecho a no ser separado de su madre
2- El derecho a conocer sus antecedentes biológicos


Así que a los abusos que históricamente se han cometido en el terreno de la adopción y de la maternidad/paternidad biológica, ahora tenemos que añadir los que se producen gracias a las nuevas tecnologías desarrolladas, y francamente, me dan mucho miedo. ¿Quien controlará su uso? Porque aunque algunos países tienen una legislación bastante restrictiva, en otros todo está permitido, así que con tener dinerito ya vale: consigues el niño que te interesa. ¿Quien evitará el diseño de hijos  "a la carta"? ¿Quien pondrá un límite de edad para concebir? ¿Quién valorará la diferencia entre valentía y  puro egoísmo/irresponsabilidad? ¿Quién controlará el derecho de todos los seres humanos a no ser un producto de compra/venta? ¿Quién controlará las motivaciones para engendrar estos hijos?


¿Qué sentirán en el futuro esas personas producto de un "vientre de alquiler" anónimo y de un óvulo y/o espermatozoide de origen desconocido?  ¿Son conscientes los padres que recurren a ellas de la repercusión que tendrá este origen en la vida de sus hijos? ¿Les da igual?  


Y volviendo a la pregunta inicial ¿Existe el derecho a ser padres? Yo creo que no. La maternidad/paternidad no es un derecho. El derecho a la vida y a unos padres capaces de cubrir todas sus necesidades de ser humano, lo tiene la criatura recién concebida. 


Pero nosotros, los adultos, no tenemos derecho a concebir cuando no podemos garantizar, al menos mínimamente, el cumplimiento de los derechos de nuestros hijos. De la misma manera que concebir y parir un hijo no te da el derecho a quedarte con él, como si de un bien se tratara, cuando no quieres o no  puedes cumplir con tu rol de madre/padre. Ni cualquiera puede adoptar, si no demuestra antes que está capacitado para cubrir todas las necesidades de una criatura. 


En la naturaleza lo podemos ver muy claramente: sólo dejan descendencia los mas aptos, los mejor adaptados, los más fuertes. En cualquier caso no es un derecho que tengan por defecto todos los individuos, sino que se convierte en el objetivo por el que viven y luchan y que sólo algunos consiguen. 


En la sociedad humana no es tan simple. De hecho no tienen más hijos los que más fuertes o los mejor adaptados. Parece que la naturaleza se ha desligado de la sociedad y ser capaz de concebir ya no está ligado ni al deseo de ser madre/padre ni a la capacidad de la persona para cuidar a su descendencia y asegurar su supervivencia. Por eso se dan situaciones tan críticas e injustas (unas personas que conciben muchos hijos de los que no pueden o quieren hacerse cargo y otras que no pueden concebir pero tienen todo lo necesario y más para cuidar una o más criaturas). Injustas para todos los protagonistas, pero especialmente para el bebé, que no ha pedido estar aquí, pero aquí lo han traído. 


Es un tema muy delicado y polémico. Los responsables de poner reglas y límites en todo este asunto no lo tienen nada fácil porque se trata de juzgar a las personas, a su capacidad para ser madres o padres. Yo reconozco que algunos casos (como los que he citado más arriba) me escandalizan, pero claro, yo juzgo con mis propios parámetros y ¿Quien soy yo para juzgar a nadie? ¿A sus motivaciones o a su capacidad para ser madre/padre?


¿Qué opináis vosotros? ¿Deberían existir límites a la hora de aplicar la tecnología de la misma manera que existen a la hora de adoptar un hijo? ¿Quién debería ponerlos?

lunes, 18 de abril de 2011

"EN DEFENSA DE LAS VACUNAS", DEL PEDIATRA CARLOS GONZALEZ





Tras mi atracón de Alice Miller, al leerme dos de sus libros de un tirón y sin un descanso razonable entre ellos, decidí leer algo que no me rompiera demasiado la cabeza, que me confirmara cosas que ya sé  y que me dejara buen sabor de boca. Así que me lancé sobre "En defensa de las vacunas" de Carlos Gonzalez (Ed Temas de hoy. 2001).


Y no me ha decepcionado. Con su lenguaje directo, sencillo, irónico y divertido no sólo me ha dicho cosas que ya sabía (como doctora en Biología que soy, algo sé del tema) sino que me ha enseñado muchas que todavía no sabía. 


Por ejemplo, una curiosidad: ¿Sabíais que la vacuna de Jenner no fue la primera vacuna aplicada en Europa? Pues yo no (O tal vez lo estudié en la asignatura de  Microbiología pero se me había olvidado, puede ser). Resulta que en 1717, Lady Mary Wortley Montagu (Thoresby Hall, 26 de mayo de 1689 - 21 de agosto de 1762,  aristócrata, viajera y escritora británica, autora de una famosa correspondencia) explica en sus cartas como en Turquía se practicaba la llamada "varolización" que consistía en inmunizar a una persona sana con la variante "minor" de viruela y conseguir así que no sufriera la variante más grave o viruela "mayor" (con una mortalidad del 30% frente al 2% de la menor). Yo creía que la vacuna de Jenner había sido la primera inmunización voluntaria de personas sanas, pero no, resulta que no sólo los turcos, sino también en las zonas rurales de Gales - y sólo Dios sabe en cuantas regiones más del planeta y desde que tiempos inmemorables- los seres humanos ya nos habíamos dado cuenta de que pasar una forma leve de ciertas enfermedades era mejor que exponerse a pasar las formas graves, aunque para ello se tuviera que exponer a la enfermedad leve a personas sanas. 


Este sólo es principio de un ameno, interesante y bien documentado repaso de la historia de las vacunas: desde la viruela hasta la gripe A, pasando por la rabia, la tuberculosis, la difteria, el tétanos, la tosferina, la polio, el sarampión, la rubeola, las paperas, las hepatits, el meningococo, el Haemophilus, el neumococo, la varicela, el rotavirus, y el el virus del papiloma. De todas explica sus orígenes, su razón de ser y el efecto que en su distribución e intensidad han tenido las diferentes campañas de vacunación. Todo basado en una bibliografía transparente y fácil de encontrar para cualquiera. 


Además en este libro Carlos Gonzalez critica abierta, directa y honestamente a los dos antivacunas más destacados de España: Xavier Uriarte y Juan Manuel Marín. El libro está lleno de citas de estos dos autores y sus réplicas son concretas,  muy bien razonadas y muy bien documentadas. Porque si algo tienen los libros de Carlos Gonzalez es una bibliografía detallada donde cualquier lector interesado puede, no sólo verificar la información que nos da, sino profundizar en los temas que más le hayan interesado. Esto es algo que yo agradezco muchísimo en los libros de divulgación científica porque no me gusta que me hagan creer nada porque sí, porque lo dice el autor. Me gusta que me traten con respeto, como a una lectora inteligente capaz de sospesar, valorar y contrastar la información y las fuentes del autor; y desde luego no soporto que me hagan "comulgar con ruedas de molino" porque un supuesto super-especialista me cuenta algo que yo tengo que creer como "palabra de Dios", sin argumentos, sin pruebas, sin antecedentes y sin nada de nada. 


En conclusión: es un libro que vale la pena leer. Desafortunadamente creo que lo leeremos precisamente los que ya estamos convencidos de la necesidad de las vacunaciones y los que confiamos en el método científico para confirmar hechos y reaccionar en consecuencia. Pero desde este blog me gustaría hacer una llamada para que todos vosotros, los que os habéis dejado convencer por los argumentos de los antivacuna, os lo leáis. Honestamente, creo que es vuestra obligación saber lo que hay escrito en este libro, y  dudo mucho de que podáis o queráis poneros a hacer un trabajo de recopilación e investigación de la bibliografía tan exhaustivo como ha hecho Carlos Gonzalez, para rebatir ciertos argumentos y llegar a ciertas conclusiones; y, a pesar de ello, habéis tomado una decisión que puede tener unas repercusiones muy importantes, no sólo para la salud de  vuestros hijos, sino para la de la sociedad donde vivís. 



domingo, 10 de abril de 2011

¡CAE LA MURALLA! (Mi homenaje a Alice Miller)



Como algunos de vosotros ya sabéis, he estado leyendo a Alice Miller (12 de Enero de 1923- 14 de Abril del 2010). Empecé hace ya bastantes meses con "La madurez de Eva"  (Paidos Contextos. 2002)  y confieso que necesito releerlo otra vez porque en ese momento no fui, no pude ser,  plenamente consciente de todo su significado. Más o menos igual me ocurrió  con "El drama del niño dotado" ( Fábula TusQuets. 2009). Poco a poco, la rompedora realidad que Alice Miller me presentaba empezó a hacer mella en la inquebrantable fortaleza con la que trataba de proteger mi idílica infancia y  amorosos padres. "El cuerpo nunca miente" (Ensayos TusQuets. 2009)   con su implacable ataque al cuarto mandamiento ("honrarás a tu padre y a tu madre") me hirió en lo más profundo porque ¿Quien puede aceptar el derecho a odiar a sus padres, sin sentir un agudo dolor? Aceptar, por fin, que mis padres, a los que quiero con toda mi alma, me podían haber hecho daño, ( y eso a pesar de ser unos padres modelos que nunca se sobrepasaron del cachete o bofetada ocasional, sin palizas ni maltratos ni abusos del tipo que hoy en día son claramente aceptados como tales) y que este dolor provocaba en mí un sentimiento de rechazo ( o en momentos, incluso odio)  absolutamente lícito, ha sido y es muy doloroso y difícil.

Por fin,  "Por tu propio bien. Raíces de la violencia en la educación del niño" (Ensayos TusQuets. 2009),  ha acabado por destruir hasta el último ladrillo de mi muralla personal de resistencia y protección a la evidencia. Finalmente me he quedado expuesta a la realidad para darme cuenta de que, no sólo no es tan doloroso, sino que es sorprendemente reparador.

Ahora miro a la niña María, expuesta al tan aceptado "cachete a tiempo", a los nervios y miedos desmesurados de su madre, una madre herida a su vez por un adiestramiento implacable que la convirtió en una mujer sumisa frente a  unas obligaciones impuestas desde arriba (padres, marido, sociedad e iglesia) sin planteárselas, sin cuestionarlas, sin permitirse sufrir ni mostrar su sufrimiento por la imposición injusta. Ahora permito que la niña María odie esos momentos, o incluso odie en ese momento a su madre. Y la liberación del sentimiento da paso a la comprensión, a la empatía, al perdón y al amor.

Ahora, por fin, puedo aceptar el hecho de que las escenas amorosas de juegos, risas, besos, abrazos, calor, protección y amor convivieron con momentos de agresividad, humillación, miedo, soledad e injusticia. Todos normalizados y aceptados por una sociedad cuya base era la "pedagogía negra" como método de crianza.  Esos momentos "oscuros" que no quieres recordar, o a los que quieres quitar importancia con argumentos como "era por mi bien", "para educarme" o "le dolía a ellos más que a mí". Argumentos que luego legitiman la repetición en tus propios hijos porque a ti te lo hicieron y no te hizo daño sino todo lo contrario: gracias a eso eres "una persona de bien".

Pero sí, me hicieron daño. Y por eso no los voy a volver a repetir en mis hijos. NUNCA. No soy la persona adulta que hoy en día soy gracias a ellos, sino a pesar de ellos. Y sí, mis padres han ayudado a hacer de mi lo que ahora mismo soy, y lo han hecho gracias a su amor pero a pesar de los métodos que se vieron obligados a utilizar porque simplemente no conocían otros y no tenían ni las herramientas ni la autoridad para cambiarlos.

"Primero te cortan las alas, y después te piden que vueles"

Esta frase, sencilla, genial y dramática, escrita por Gabriela Sotomayor en su libro "Llamado urgente. Poemas de un ama de casa" (Ediciones Malvario 2007), resume perfectamente una situación vivida por generaciones y generaciones, no sólo de mujeres, sino también de hombres, sometidos a la pedagogía negra desde su más tierna infancia. 

Y ahora entiendo. No tengo que justificar, pero puedo entender. Entiendo que ellos no tuvieron opción. Vivieron una época, una situación que puso en sus manos unas herramientas. Y soy consciente de que, con un grandísimo esfuerzo, mejoraron muchas cosas. Ni de lejos recibí  tanta "pedagogía negra" como ellos mismos. Ahora veo claramente como su amor por mí ya produjo cambios muy importantes en su manera de criarme.

Y ahora que he liberado los sentimientos encerrados dentro de la oscuridad de la muralla me siento más libre y, curiosamente, más llena de amor por ellos. A pesar de que Alice Miller me "ha dado permiso" para odiarles, sólo he conseguido afianzar aun más mi amor, porque ahora el amor se asienta en los sentimientos aceptados y en la realidad asumida.

Siento como si hubiera descargado mi mochila de varias piedras y ahora ya, por fin más ligera, me enfrento a la crianza de mis hijos de otra manera. Ya no tengo que repetir unos patrones de crianza que cada célula de mi cuerpo rechazaba, simplemente para justificar los del pasado, transmitidos de generación en generación. Ya no tengo nada que justificar porque acepto que no es justificable. Ahora yo sí tengo las herramientas para cambiar y desterrar absolutamente la "pedagogía negra" de mi método de crianza. Ahora, cuando la inercia me sumerja en ella, puedo pararme a tiempo porque se que es dañino. Y hacer daño a mis hijos es algo que no quiero hacer NUNCA. Ya no puedo engañarme con "es por su bien", ahora que sé que sólo son mis sombras guerreando y que la pedagogía negra la aplico por mí, como vía de escape y justificación, y no por ellos.

Gracias Alice Miller. Gracias a tu trabajo, tu investigación y tus escritos soy más libre. Una libertad que hará a su vez más libres a mis hijos. Una libertad que fluirá generación tras generación, criando seres humanos de manera amorosa y respetuosa, sosteniendo y nutriendo desde abajo, en lugar de imponiendo y humillando desde arriba.

Todos los padres y aspirantes a padres deberíamos leer los escritos de Alice Miller. Hoy en día ya no hay excusa para mantenerse en la ignorancia, por cómodo que sea, perpetuando la "pedagogía negra" en nuestros hijos. Tal y como dice Abraham Maslow

 "El miedo a saber es en el fondo el miedo a hacer, porque todo conocimiento entraña una responsabilidad".

A los lectores de este artículo que todavía no habéis leído nada de Alice Miller os recomiendo empezar sumergiéndoos en su magnífica web. Ahí podréis encontrar muchos artículos y editoriales (algo en Español pero mucho más en Inglés) que son una buena representación de su obra y sus teorías. El siguiente paso son sus libros. Trece en total. Hasta ahora yo sólo he leído cuatro. Pero poquito a poco, porque es difícil y duro y hay que leerla y releerla a medida que se te van abriendo los ojos, la mente y el corazón.