A continuación voy a demostrar por qué todavía no existen en
absoluto garantías de la inocuidad del método Estivill, y lo voy a hacer
analizando esta situación desde una perspectiva curiosamente ignorada hasta el
momento en toda la polémica, pero que demuestra ser la única que nos permite
tener una visión realista y global de la situación en la que se encuentra la
ciencia del sueño infantil: la perspectiva de los estudios
Ciencia, Tecnología y Sociedad
(CTS) .
De esta manera voy a demostrar que la imagen que la
pediatría del sueño intenta dar a la sociedad es producto de un obsoleto
concepto mertoniano
de la
ciencia, ya superado por los estudios multidisciplinares CTS que se vienen
desarrollando desde los años 60 del siglo pasado hasta nuestros días.
La Ciencia del Sueño Infantil y Las Fronteras de la Pediatría del Sueño.
He querido traer a este contexto la perspectiva CTS porque
me parece fundamental para comprender qué está pasando en todo lo que se
refiere al sueño infantil. El artículo de Rosino ha sido una excelente
oportunidad para identificar claramente el mensaje que la pediatría del sueño
pretende mandar a la sociedad:
Nosotros
(profesionales del sueño infantil: pediatras y psicólogos principalmente), desde la ciencia basada en evidencias producto
del método científico y bajo la asunción de cumplimiento del acrónimo CUDOS
mertoniano, somos los únicos poseedores de un conocimiento con una calidad de
evidencia tal que nos permite dictaros a vosotros, los padres, cómo, cuánto,
dónde y cuándo deben dormir vuestros hijos.
Y así, bajo esta premisa, todos los conocimientos que no
alcancen el nivel de evidencia establecido en una valoración interna intra-pares dentro de la disciplina de
la pediatría del sueño no son, ni tan siquiera, considerados dignos de debate.
Pero, a la luz de los estudios CTS, podemos comprobar que la
ciencia de la pediatría del sueño está muy lejos de respetar las normas
mertonianas. Por el contrario, al analizarla desde esta perspectiva observamos una
dinámica compatible, por ejemplo, con los conceptos de
ciencia normal (CN)
versus ciencia
revolucionaria (CR) de Kuhn
,
o con los modelos de
ciencia post-académica (CPA) de
Ziman
,
o
ciencia
post-normal (CPN) de Funtowicz y Ravetz
.
Una perspectiva que cuestiona gravemente las presunciones de una ciencia mucho
más limitada por la realidad que lo que ella misma se reconoce. Y esto para
nosotros, los padres, tiene unas implicaciones también mucho más profundas de
las que podría parecer a simple vista, porque cuestionan las acciones de estos
profesionales de la pediatría del sueño que se creen que sólo con la escala de
valores que marca la revisión
intra-pares
interna del método científico tienen la autoridad necesaria para dictarnos las
normas del sueño infantil (y familiar).
Pero comencemos por el principio. Vamos a demostrar como la
naturaleza misma de la ciencia pediátrica del sueño no le permite esgrimirse
con la autoridad de ser la única institución con capacidad normativa sobre este
tema.
Como ya explico en
El Debate Científico sobre la Realidad del
Sueño Infantil,
capítulo
3, según el profesor de antropología James McKenna (
McKenna et al, 2007), toda la pediatría del
sueño se basa en el estudio de un sujeto que no duerme según las condiciones
naturales en las que dormiría un cachorro humano: en solitario
versus colechando. Después de milenios
dormir siempre en estrecho contacto con su cuidador, el sueño en solitario de
los bebés y niños se estableció por meros motivos culturales, en absoluto
científicos o médicos, hace unos pocos cientos de años. Y esto no es una
falacia naturista, como diría Rosino,
sino más bien todo lo contrario, porque
sería la pediatría del sueño la que cometería un clarísimo acto de
naturalización,
esto es - según
definió
Roland Barthes - la
transformación de lo cultural e ideológico en natural. Así pues, la pediatría
del sueño comenzó sus andaduras
naturalizando
el sueño en solitario y dando por hecho que es la manera cómo debe dormir
todo bebé y niño, convirtiendo así su naturalización en normativa.
Por lo tanto, ya tenemos fuera de juego el Universalismo y el Escepticismo del CUDOS de Merton. La ciencia del sueño infantil no
puede cumplir estos requisitos dada la enorme y determinante influencia que la
cultura ha tenido en su desarrollo desde su mismo nacimiento. De hecho podemos
afirmar que la ciencia del sueño
infantil es uno de los ejemplos más evidentes de la influencia que la cultura
tiene sobre el desarrollo científico. Como dice el profesor McKenna:
"En pocos lugares
los valores sociales, las expectativas y las preferencias de la sociedad
occidental industrializada están tan fuertemente reflejados como en los modelos
clínicos de lo que se supone que es un sueño normal y una manera normal de
dormir durante el primer año de vida del bebé. En el campo de la medicina
pediátrica del sueño, por lo que parece, las interpretaciones culturales han
predominado sobre las biológicas, a menudo sin que los propios científicos
fueran conscientes" (McKenna et at, 2007)
Utilizando la perspectiva de Kuhn diríamos que la pediatría
del sueño asienta su status quo, o
sea, lo que Kuhn considera CN, en el bebé/niño durmiendo en solitario lejos del
cuerpo de su madre. A partir de ahí podemos deducir que cualquiera que no base
su ciencia del sueño en esta naturalización
del sueño en solitario es, por lo tanto, CR,
ya que supone un evidente cambio de paradigma.
Y ahora vayamos a por el Desinterés. Es evidente que los
investigadores no trabajan cada día sólo por amor al conocimiento y el bien de
la comunidad, algo absolutamente comprensible y aceptable ya que necesitan su
salario como todo el mundo. En dónde realmente se incumple la norma del Desinterés es en el sesgo que la
financiación privada de los proyectos de investigación está generando en el
diseño de los experimentos, la interpretación de los resultados y la llegada a
conclusiones. Este fenómeno no es exclusivo de la ciencia del sueño infantil, o
de la medicina, sino que en la actualidad es un problema generalizado a toda la
ciencia en general, hasta el punto de llevar a Ziman a definir la CPA como la sometida a estos intereses
económicos.
Un ejemplo de que la ciencia del sueño infantil se sitúa
dentro de la CPA
de Ziman lo tenemos
en la
colaboración que una
empresa de productos infantiles realiza con la doctora Mindell, una de las
investigadoras más citadas en el artículo de Rosino. Dicha empresa ha financiado
un importante número de sus trabajos, entre los que se encuentran tres artículos:
uno valida un nuevo método para dormir a los niños llamado “
Rutinas positivas”, en la aplicación del
cual se utilizarán los productos de la misma empresa (de una línea dedicada
exclusivamente al sueño infantil) (
Mindell
et al, 2009), y los otros dos valoran
la eficacia de la intervención que ella misma realiza a través de la página web
de dicha empresa (Mindell
et al, 2011
a
y
b).
Gracias a la publicación de estos trabajos en revistas científicas, la empresa
en cuestión puede publicitar que sus productos y métodos están “clínicamente
probados”. Cabe destacar también que Mindell es la primera autora de artículos
tan importantes como la revisión citada por Rosino para demostrar la falta de
efectos nocivos de las técnicas cognitivo-conductuales (
Mindell
et al, 2006), artículo publicado
en colaboración con la
Academía Americana
de Pediatría (AAP). Las recomendaciones de dicha academia serán tomadas en
cuenta por las organizaciones y asociaciones de pediatría del resto del mundo
para dictar las suyas propias.
Por lo tanto, la financiación de esta empresa ha permitido
al equipo de esta investigadora la realización de estudios publicados en
revistas de alto nivel de impacto, pero ¿Hasta qué punto han sido
independientes en el diseño e interpretación de dichos trabajos? ¿Financiaría esta,
u otra empresa del sector, un estudio diseñado para demostrar las bondades del
colecho o la inutilidad de las “Rutinas Positivas”
(y con ello del uso de los productos de su línea del sueño infantil) en el caso
de que los bebés duerman con su madre?
O dicho de otra manera ¿Qué grupos de investigación sobre el
sueño infantil tienen más probabilidades de conseguir financiación privada: los
que investigan desde la perspectiva de CN, en la que los niños deben ser
obligados a dormir solos (en una cuna, tras un baño relajante con el gel X y un
masaje con la crema Y, con saquito especial para que no se destape, móvil de
luces de colores y música o sonido imitación del latido del corazón, interfono
para oírle llorar, sistema de movimiento para mecerle, chupete y peluche) o los
que investigan desde la perspectiva de CR, tratando de cambiar el paradigma, y
que abogan por una apertura de miras que favorezca de manera natural el sueño
de los niños sin necesidad de nada más que la presencia de sus padres?
No hay más que mirar un poco en el mundo de medicina
(pediátrica o del sueño) para darnos cuenta que esta colaboración entre
científicos y empresas
no
es en absoluto excepcional, hasta el punto de que diversos productos de
cuestionable utilidad o calidad llevan el
sello de la asociación de pediatría
del país, el cual se han ganado a base de financiar congresos, investigaciones
o eventos científicos. Tampoco es raro ver en diferentes medios de comunicación
a los profesionales más populares anunciando productos específicos hasta el
punto de que eminentes especialistas del sueño infantil pueden verse
publicitando
yogures que, teóricamente, favorecen el sueño. Por no entrar ya a hablar de
las aplicaciones para
ipads
y demás artilugios informáticos, basadas en cuestionarios muchas veces
utilizados en los mismos estudios científicos que validaban la técnica
conductista en la literatura científica.
Desde esta perspectiva encontramos que el método
convencional de valorar la evidencia científica mediante los niveles de
evidencia se nos queda muy corto a la hora de juzgar la importancia real del conocimiento científico de la CR en
comparación con la CN. Si el grupo de investigadores que se mantienen en la CN,
respetando el status quo, son los que
más fácilmente reciben financiación privada, también tendrán más facilidades para
recibir financiación pública y, por lo tanto, para publicar más y mejores
estudios, siempre todos realizados desde su perspectiva, lo que reforzará,
todavía más el propio status quo ya
que será el que habrá obtenido evidencias de mejor calidad.
Todo esto nos permite comprender por qué, por ejemplo, no se
han realizado grandes estudios con el diseño necesario para permitir demostrar con
un alto nivel de calidad de evidencia que el método Estivill (o el propio sueño
en solitario) tienen efectos nocivos a corto, medio o largo plazo
.
Y es que - a parte de que por su propia definición la CR no se beneficia de la
inercia que ya tiene la CN y de que es, además, mucho más joven – los proyectos
de investigación enmarcados dentro de la CR del sueño infantil lo tienen mucho más
difícil a la hora de conseguir financiación, ya que su investigación no va a
estar asociada a la venta de productos o métodos y, con ello, beneficios
económicos. Esto dificulta su capacidad para publicar tanto y al mismo nivel como los investigadores
de la CN. Y con ello se dificultará todavía más la financiación de la CR. No es
más que la pescadilla que se muerde la cola.
Por lo tanto, si sigue esta dinámica, la calidad de las
evidencias de la CR del sueño infantil siempre será peor que las de la CN,
independientemente de lo acertadas que sean sus hipótesis. Es el llamado “
Efecto
Mateo”
que, como
el propio Merton admitió, contradice claramente la norma de
Universalismo, y por extensión la de
Desinterés, ya que los científicos del
sueño infantil tendrán una enorme motivación para hacer una investigación
acorde con los intereses de la fuente de financiación: en este caso harán
mayoritariamente CN
.
Esto quiere decir que
la calidad de las evidencias científicas del sueño infantil va a depender,
fundamentalmente, de factores económicos e intereses comerciales. Poco
importan lo sólidas que sean las hipótesis de la CR: si no encuentran
financiación difícilmente podrán realizar los estudios necesarios para
corroborarlas con una calidad de evidencias comparable a la de la CN. Como las
instituciones oficiales de pediatría, y las propias empresas interesadas, van a
lanzar recomendaciones (y campañas publicitarias) basándose en el nivel de
evidencias científicas, es evidente que el
Status quo se va seguir consolidando
de cara a la sociedad.
Y es en este punto en dónde me gustaría introducir el
concepto de CPN de Funtowicz y
Ravetz. Dado que no se han realizado los estudios necesarios para demostrar si
el método Estivill (o, incluso, el simple sueño en solitario) son realmente
nocivos para nuestros hijos, me atrevo a posicionar
la ciencia del sueño infantil en el terreno de la CPN. Según estos autores
la CPN se caracteriza por su alto grado de incertidumbre, lo que invalida al método científico como el único
capaz de resolver la situación ya que están entrando en juego toda una
serie de valores éticos, económicos, políticos, culturales, sociales…etc que no
pueden ser ignorados.
Por lo tanto no queda otra que abrir el foro de debate al
resto de actores implicados en el tema, entre los que se encuentran, por
ejemplo,
investigadores de otras
disciplinas (como la ciencia del estrés o la antropología),
profesionales clínicos no investigadores
(estos que se basan principalmente en la experiencia personal generada en sus
consultas, y por lo tanto, no científicamente comprobada, para apoyar o atacar
el
status quo), o
los mismos padres, los cuales desde
hace ya bastantes años nos hemos organizado en foros y páginas webs dedicados
exclusivamente a la discusión sobre las estrategias para dormir a nuestros
hijos. Valga como ejemplo la legendaria página
Dormir sin llorar que
incluso ha dado lugar a un
libro de consejos prácticos escrito por siete madres
“desde la trinchera”.
En resumen, existen dos razones fundamentales por las que
las investigaciones del sueño infantil no cumplen las reglas mertonianas de la buena ciencia:
- El origen cultural de
su más básica presunción a partir de la cual se basa toda su investigación: el
bebé o niño debe dormir en solitario.
- Los intereses económicos y
comerciales involucrados en la investigación que alimentan la producción de CN
en detrimento de la CR.
Por lo tanto, negar la existencia de un debate científico
sobre el sueño Infantil simplemente porque la evaluación de las evidencias científicas
intra-pares (dentro de los límites de
la pediatría del sueño) son tan asimétricas entre la CN y la CR, es un tremendo
error, dado que esta realidad invalida a
la pediatría del sueño, y al propio método científico, como única autoridad
sobre este tema.
Me van a permitir hacer un símil con una situación que
recientemente hemos vivido en el mundo del deporte náutico español. Hace poco
menos de dos semana un barco sin patrocinador oficial, pilotado por el
navegador transoceánico
Alex
Pella, se ha proclamado campeón de la legendaria regata
La Route du Rhum. Este barco ha
competido con los grandes campeones tradicionales, Inglaterra y Francia, financiados
hasta por 500.000 euros. Negar el debate en la ciencia del sueño infantil sería
como decir que Alex Pella no ha competido porque no pertenece al grupo de los
“campeones tradicionales” y no estaba patrocinado. Pero compitió, vaya si
compitió. Y no solo eso, ganó.
Y es que hay realidades en la vida que superan el poder de
lo económico o la inercia de la tradición. Que Alex Pella y su equipo son unos
genios de la navegación no depende del dinero que reciban o de cuánto se los
tome en consideración en relación a los campeones clásicos, pero que lo puedan
demostrar al mundo sí. Yo estoy segura de que la CR del sueño infantil va a encontrar su espacio y su financiación y,
con ello, sus evidencias del máximo nivel. Para ello necesita tiempo (todavía
es joven) pero, sobre todo, necesita que todos aquellos que creemos en ella,
legos y especialistas, luchemos por darle lo que se merece, cada uno desde
nuestra propia posición.
Precisamente escribí “
El Debate Científico sobre la Realidad del
Sueño Infantil” porque creo en este necesario cambio de paradigma. Creo
que la ciencia al final es la mejor herramienta para seguir por el camino
correcto, a pesar de todos los intereses económicos, políticos o culturales que
la vapulean. Para ayudarle en su misión la sociedad debe bajarla de su pedestal
y formar parte de ella para construirla desde dentro, junto con sus científicos.
Como dice el catedrático de lógica y filosofía de la ciencia, el profesor José
Antonio López Cerezo:
“Contribuir a mistificar la ciencia es
contribuir a perjudicarla”.
Obras enteras de divulgación que basan una
dinámica del sueño infantil en un solo artículo publicado hace 30 años o
artículos que argumentan con información parcial para entronizar un método
obviamente cuestionable y altamente debatido, negando un debate innegable, no
hacen bien a nadie.
Aceptemos, pues, la realidad de nuestra ciencia imperfecta: La ciencia del sueño infantil es mucho más
que la parte dominante actual de la ciencia pediátrica basada en evidencias.
Aceptemos todas sus dimensiones, integrémoslas y actuemos en consecuencia. Esta
será la única manera de que la ciencia completa del sueño infantil evolucione
de la mejor manera para garantizar la salud y el bienestar de nuestros hijos.
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- Núñez Jover. La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no debería olvidar. Organización de Estados Iberoamericanos.
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