Ante la polémica y el malestar generados por las
supuestas declaraciones del doctor Dexeus publicadas en la versión digital del periódico Ara, el doctor ha escrito una carta abierta que yo reproduzco a continuación y que le agradezco profundamente porque aclara mucho el porqué de unas declaraciones tan desafortunadas.
Escrito en 6 febrero, 2012.
Este viernes 3 de febrero nos levantamos con la noticia de la muerte de Caroline Lovell, por parada cardíaca mientras alumbraba en su casa. Ante todo permítanme decir que, tanto como persona como médico, lamento profundamente su fallecimiento. Caroline Lovell fue consecuente con sus ideas y entrar a debatir si hubiera sido diferente en caso de estar en un hospital no me parece productivo ni oportuno, porque desconozco exactamente lo que sucedió, así que en ningún caso he querido emitir juicios de valor sobre eso por lo que dice una nota de prensa. Quiero dejar constancia de este hecho, y dejarlo muy claro.
Seguidamente quiero pararme en la serie de situaciones que se están sucediendo después de este terrible suceso y que me han tenido como protagonista, desde luego no intencionado. Me comunican que se ha formado un grupo en facebook por mujeres que se han sentido ofendidas por unas palabras mías al respecto. Lo lamento profundamente. Hemos buscado el origen de esas palabras y resulta que se trata de la publicación de la noticia de la muerte de Caroline Lovell en la versión digital del periódico Ara, donde se publica la noticia junto a un citado de una “opinión” mía. Bien, me gustaría decir que mi “opinión” fue mucho más extensa que el resumen publicado, que sacado del contexto que proporcioné, y publicado en esa noticia tan dolorosa, es de alguna manera lógico que haya creado tanto malestar. Yo dije más que eso y desde luego con otras palabras, expliqué la evolución de la pelvis femenina a lo largo de estos miles de años, expliqué muchas más cosas, aporté datos de porqué ahora más que antes las complicaciones asociadas al parto podrían ser más peligrosas si no están en un entorno con las medidas necesarias. Muchas más cosas. El diario ha modificado alguna frase pero me comunican que no pueden re-publicar ‘verbatim’ toda mi conversación por falta de espacio. También considero que no ha sido el mejor momento para añadir ninguna valoración u opinión médica en unos momentos tan complicados.
Lo que me ha movido durante toda mi carrera, que heredé de mis predecesores, y que he procurado transmitir a todo mi equipo es que promovemos el bienestar y la salud de la mujer. Tristemente esta noticia da pie al debate de parto en hospital versus el parto en casa. En numerosas ocasiones he dado mi opinión al respecto:creo en una hospitalización racionalmente humanizada para la mujer que va a dar luz. Mis predecesores ya trabajaron por mejorar las condiciones de las parturientas a principios del siglo pasado, que favorecieron a reducir la tasa de mortalidad y las condiciones, infrahumanas, de los paritorios de la época. Así nació la Clínica Mater. Ese espíritu por dejar que la mujer tenga la libertad a la que tiene derecho, sin renunciar a su seguridad y a la de su bebé, me ha marcado toda la vida. De ahí que montara mi propio grupo de ginecólogos en un espacio donde las consultas no las marque el reloj y donde la mujer se sienta absoluta protagonista del proceso, sin imposiciones medicalizadas por defecto, sin el trato a la mujer como un objeto con “bolsa fetal” sin voz ni voto.
La muerte resulta un hecho natural pero es algo que como médico siempre voy a luchar por evitar, esto permítanmelo. Creo que es algo que compartimos todos los profesionales sanitarios, independientemente de su cargo, es algo que tengo en mi código deontológico. Voy a luchar siempre por evitar la muerte, cuando es evitable. Y por eso pienso que la mujer en un entorno hospitalario tiene más seguridad, como en cualquier otra situación, ante las complicaciones. No sólo ya por la presencia de matronas, ginecólogos, obstetras, etc sino por los medios materiales que disponemos en caso de ponerse la situación tan complicada como para intervenir y evitar lo que nadie quiere que suceda. No dudo de la capacidad de parir de la mujer, jamás lo he hecho ni lo haré, porque no lo siento, ni lo pienso. Lo único que me preocupa es la complicación del parto y asegurarme de no poner en peligro la vida de ninguna mujer o bebé.
Pienso que en el fondo tanto a ustedes como a mí nos mueven los mismos principios: que la mujer sea libre, sea dueña de su cuerpo, de su vida, de sus decisiones. También compartimos el deseo de no tener que lamentar ninguna pérdida, ni de la madre ni del bebé. Todas las opciones deberían dialogar más allá de los medios de comunicación. Les animo a ello y si cualquier colectivo implicado estima oportuno avanzar en este diálogo donde puedan estar todos los actores de este escenario (especialistas sanitarios, mujeres embarazadas, asociaciones…), estaré encantado de aportar mi punto de vista con el único y sincero deseo de que tracemos los puntos en común que tenemos, de forma constructiva, porque estoy convencido de que los tenemos.
Un cordial saludo a todas las mujeres y, en concreto, a todas las madres.
Y aquí va mi respuesta personal al doctor Dexeus:
Estimado Dr Dexeus:
Le agradezco profundamente su carta de aclaración. Reconozco que esas supuestas declaraciones suyas publicadas en el periódico Ara me dejaron terriblemente consternada y enfadada. Que un profesional de su categoría dijera unas palabras semejantes sobre la capacidad de las mujeres para parir me hizo sentir, no sólo agredida e insultada, sino especialmente desesperanzada por que la atención al parto llegue a cambiar un día lo que realmente necesita cambiar para cubrir las verdaderas y más básicas necesidades del recién nacido y su madre.
Me he alegrado mucho de leer en su carta frases como estas:
" Ese espíritu por dejar que la mujer tenga la libertad a la que tiene derecho, sin renunciar a su seguridad y a la de su bebé, me ha marcado toda la vida. De ahí que montara mi propio grupo de ginecólogos en un espacio donde las consultas no las marque el reloj y donde la mujer se sienta absoluta protagonista del proceso, sin imposiciones medicalizadas por defecto, sin el trato a la mujer como un objeto con “bolsa fetal” sin voz ni voto."
O estas:
"No dudo de la capacidad de parir de la mujer, jamás lo he hecho ni lo haré, porque no lo siento, ni lo pienso. Lo único que me preocupa es la complicación del parto y asegurarme de no poner en peligro la vida de ninguna mujer o bebé."
Me alegro mucho de que no dude de nuestra capacidad para parir,así como de que sea consciente de que su papel se limita a actuar en caso de complicaciones. También es cierto que, aunque no nos escribe las palabras que realmente dijo por teléfono al periodista, parece ser que por lo que nos dice en la carta y por sus palabras en otras entrevistas usted no apoya en absoluto los partos en casa. Evidentemente no voy a ser yo la que entre en debate con usted sobre las condiciones de un parto seguro, las posibilidades de que el parto se complique, el porqué se complica o el como, el cuando y el donde tratar estas complicaciones. Esto es algo que supongo debatirá usted regularmente en sus congresos y encuentros con los profesionales oportunos, y la buena disposición al diálogo que veo reflejada en la carta es más que suficiente para mí para cambiar totalmente la imagen que las palabras publicadas por el periódico Ara me habían dejado de usted, al margen de si estamos de acuerdo o no en este punto en concreto.
Pero ya que todo este asunto me ha dado la oportunidad de escribirle esta carta, si que me gustaría explicarle mi visión personal y lo que yo necesito para tener un buen parto. Y quiero decírselo desde mi posición de madre de tres hijos. Una mujer que podría haber sido una más de las que han pasado por sus manos. Alguien, además, que desde su primer parto ha leído mucho para informarse y no repetir los mismos errores en los partos subsiguientes. Y quiero explicárselo a usted porque es uno de los ginecólogos con más prestigio en España, probablemente en Europa y, por lo tanto, uno de los profesionales con más poder en sus manos para que la atención al parto cambie de una vez por todas para ofrecernos a las madres y a nuestros bebés lo que realmente necesitamos.
Mi evolución personal la publiqué y expliqué en la revista Madre Tierra (
página 68). Si lo lee verá mi proceso de crecimiento desde la madre primeriza que no confía en su cuerpo y cree que la respuesta está en los profesionales que la atienden, hasta la mujer capaz de parir y disfrutar de su parto, viviendo una de las experiencias más extáticas de su vida.
Permítame, doctor Dexeus, hacer un símil para explicar mi visión de como deberían ser y como son las intervenciones en los partos. Cada Agosto se organiza el cruce a lo ancho del lago de Zurich. Durante el mismo, una barca (o varias) de seguridad, sin entorpecer el paso a los nadadores, les vigila de cerca por si alguno tiene algún percance en medio de la travesía: desde un calambre hasta un ataque cardíaco, que todo puede ser porque el esfuerzo es considerable. Ahora imagínese que esta barca en lugar de estar cerca de los nadadores pero sin entorpecer su marcha, estuviera navegando delante de ellos, lanzándoles con su hélice agua y espuma, además de generando una corriente en contra que les evitara avanzar con fluidez. Es evidente que en estas condiciones muchísimos más nadadores necesitarán ser rescatados y los salvavidas de la barca muy orgullosos pensarán: "¡Ven!!! Es que cruzar el lago de Zurich es peligrosísimo incluso para jóvenes fuertes y sanos. Tenemos un porcentaje del 10% que se agota y casi se ahoga ¡Si no es por nosotros se nos mueren!!!"
¿Entiende lo que le quiero decir, doctor Dexeus? Creo que las intervenciones innecesarias, rutinarias y "al por mayor" que se han realizado, y desgraciadamente todavía se realizan, en los hospitales españoles no han conseguido más que entorpecer la evolución fluida del proceso de parto de muchísimas mujeres que, de otra manera, no hubieran tenido la más mínima complicación.
Usted dice en su carta que las condiciones de los partos hospitalarios han reducido drásticamente la mortalidad materna e infantil, pero me gustaría decirle que las mujeres venimos pariendo con "barcos por delante" gran parte de nuestra historia. Al principio fueron la falta de condiciones higiénicas y la desnutrición, que unidas a la represión sexual a la que hemos estados sometidas desde el inicio del patriarcado convirtieron nuestros partos en uno de los momentos más peligrosos y dolorosos de nuestras vidas y las de nuestros hijos. Este siglo, en los países del primer mundo, mejoraron estas condiciones higiénicas hasta el extremo de hacernos parir en condiciones de quirófano, y desapareció el problema de la desnutrición, pero la represión sexual, aunque parezca lo contrario, sigue siendo la misma y el parto sigue siendo algo más parecido a un patología que debe ser tratada que a una experiencia sexual y vital que se puede vivir y disfrutar en toda su intensidad. Yo creo que el "parirás con dolor" no lo dijo Dios. Lo dijo el hombre patriarcal.
Hoy en día, con la misma pelvis que tenían nuestras antepasadas Homo Sapiens sapiens de hace 50.000 años, las mujeres necesitamos las mismas condiciones que ellas para parir con seguridad y, basándome en mi experiencia personal, considero que son dos: Sensación de Seguridad e Intimidad. Cuando estas condiciones no se cumplen, hasta el parto de la mujer más sana con la pelvis más ancha de la humanidad no evolucionará como debe, entrando en una cadena de complicaciones e intervenciones que fácilmente acabarán en cesárea.
Hablando de mi propia experiencia personal, puedo decirle que La Seguridad en mi caso, me la dieron:
1- Mi comadrona. Mi confianza en ella es total. Si no me es imposible dejarme llevar y desconectar la parte racional de mi cerebro. Al confiar en ella, en su capacidad para reconocer lo normal de lo patológico, yo puedo dejar de preocuparme si esto va bien, si esto es normal, si me falta mucho o me falta poco. Yo desconecto el neocortex y me sumerjo en mi yo más mamífero (como en el coito). Dejo de ser la mujer racional y sólo de cuando en cuando vuelvo mi mirada hacia ella, hacia su expresión, para comprobar que está ahí, tranquila y atenta, por lo que yo puedo seguir en mi mundo y dejar a mi cuerpo hacer.
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Nuevas salas de partos del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona, |
2-
El hospital. Sí, a pesar de que sé, por diversas publicaciones científicas que no voy a listar porque estoy convencidísima de que usted las conoce mucho mejor que yo, que los partos en casa en los países del primer mundo y atendidos por profesionales adecuadamente cualificados (condición que mi comadrona cumple absolutamente), son tan seguros como los hospitalarios, yo tengo ese mismo sentimiento que sé que usted comparte pero que es claramente irracional (la ciencia no lo apoya), de que en el hospital estoy más segura. La verdad es que soy una hipocondriaca de libro y sólo saber que en caso de complicaciones tengo el quirófano y sus profesionales al alcance de mi mano, me produce una inmensa tranquilidad. Pero evidentemente no me sirve cualquier hospital, no, sino uno donde sé que van a respetar mi plan de parto y que voy a ser atendida por la comadrona de mi elección. Además el hospital debe de darme una estancia donde permaneceré hasta que salga por mi propio pie y con mi niño en brazos (siempre que todo transcurra normalmente y sin complicaciones, que es lo más normal). Esta sala debe de ser una agradable réplica de una habitación cálida, confortable, con bañera de partos, silla Maya, cama (no camilla), ducha...etc. Nada que ver con un quirófano (como el quirófano en el que me vi obligada a parir mi segundo hijo, en Barcelona).
Ante un hospital "convencional", donde te obligan a realizar turismo entre las diferentes salas (habitación, sala de dilatación y sala de partos), pasas por las manos de varios profesionales nada interesados en tus necesidades de intimidad (sobretodo si tienes la mala suerte de parir cuando están tocando las doce campanadas), y te hacen pasar por el aro de sus protocolos sí o sí, prefiero tragarme mis aprensiones y parir en mi casa.
3- Mi ginecóloga: Lo pongo en femenino porque mis tres partos han sido atendidos/supervisados por ginecólogas. Si todo marcha bien su papel es de simple permanencia en el banquillo. Pero saber que en caso de complicación van a "saltar al campo" poniéndose manos a la obra con toda su gran profesionalidad es también tremendamente tranquilizador.
En cuanto a
La Intimidad: No por ir en segundo lugar este factor es menos importante que el primero. Sin intimidad yo nunca podría "dejarme llevar" y por lo tanto tampoco dilataría ni llegaría al estado que me permitiera tener el
Reflejo de Eyección Materno-Fetal (reflejo que tuve el honor de experimentar en toda su intensidad en mi tercer parto y ¡GUAU!!!!!). Poder estar sola durante la dilatación (relativamente ya que mi compañero y mi comadrona rondaban por ahí, pero sin molestar y dejándome sola en la estancia la mayor parte del tiempo) me permitió dejar de lado vergüenzas e inhibiciones, permitiendo a mi cuerpo adoptar las posturas que me pedía (algunas imposibles de adoptar si te sientes observada y avergonzada), con más o menos ropa, en silencio o haciendo ruido. Todo esto permitió una dilatación rápida y NO DOLOROSA. Si, he dicho NO DOLOROSA.
Cumplidos estos dos factores, estimado doctor Dexeus, le prometo con la mano en el corazón que con mi tercer hijo tuve un parto prácticamente libre de dolor (me dolieron las cuatro últimas contracciones - cuando volví en "mi" porque mi comadrona necesitó comprobar mi dilatación - y luego el expulsivo, porque me rasgué por la misma cicatriz de la rotura de mi primer parto; en total 20 minutos dolorosos, no más), en el que disfruté muchísimo y también sentí muchísimo placer. Y creo sinceramente que todas las mujeres deberían tener derecho a parir en las condiciones en las que parí yo a mi hijo pequeño: Con Seguridad e Intimidad. Cada mujer necesitará cosas diferentes para sentirse segura y en intimidad, y a todas se nos debería respetar estas dos necesidades, no como algo "extra" que se ofrece como un lujo, sino como ABSOLUTA PRIORIDAD, por el bien y la seguridad de nuestros partos.
Cuando se ponen las condiciones óptimas para que la mujer pueda sumergirse en su parto estamos maximizando las probabilidades de que todo vaya bien y sin complicaciones mucho más que si se realizan intervenciones "preventivas" que rompen y destruyen la capacidad de la mujer para "dejarse llevar" y parir siguiendo sus más profundos y primitivos instintos. Con estas condiciones y una madre realmente perdida en su cerebro más primitivo, ni siquiera la epidural es necesaria para tener un parto sin dolor. Ya sé que le va a costar creerme, teniendo a sus espaldas miles de partos intervenidos. Pero tengo la osadía de decírselo, doctor Dexeus porque, no sólo me apoyan las estadísticas, sino porque a pesar de que sólo he vivido tres partos, los he vivido en mis propias carnes, y le aseguro que no hay experiencia más extática, intensa y apasionante que un verdadero parto fisiológico.
Me despido de usted agradeciéndole el tiempo dedicado a leer mi carta y deseando verle en el futuro unido a los grupos de profesionales de la obstetricia que, desde diferentes posiciones, dialogan y debaten para que nuestros partos transcurran en las condiciones óptimas para la madre y el bebé.
Atenta y cordialmente
María Berrozpe