viernes, 16 de marzo de 2012

UN CRIMEN CONTRA LA HUMANIDAD

Seguro que al leer el título de este post os habéis imaginado escenas de guerras, genocidios y holocaustos, pero a mí estas palabras me vinieron al la cabeza cuando, de la mano de Mama de Marte, vi este vídeo:


Y luego mi amiga Nohemí me enlazó este otro:


Y ahora mismo creo que es difícil caer más bajo: 


  • Primero creas una nueva vida humana a medida de tus gustos:  genes occidentales de donantes con las características que te interesan, por supuesto ¿quién quiere un niño con rasgos indios o los genes de una mujer pobre o, simplemente, sin sus propios genes? 
  • Después utilizas el útero y el cuerpo de una mujer para que lo geste aprovechándote de su estado de indefensión, pobreza y sometimiento, poniendo en peligro su integridad física (la clínica ya se encargará de no tener responsabilidades si algo malo ocurre y tú, desde luego, no tendrás ninguna) sometiéndola a un proceso esclavizante, aberrante, explotador e inhumano en el cual le vas a obligar a vivir encarcelada y alejada de sus hijos para al final obligarla abandonar a ese bebé que ha gestado y, por lo tanto, es también hijo suyo (tenga o no su DNA y su color de piel). 
  • Por no hablar ya de que, por supuesto, el bebé nacerá en una cesárea programada para que su nacimiento encaje en tu agenda a la perfección. El derecho de la madre a parir ese hijo de la manera más segura para ella misma y para el bebé os lo pasáis por donde os apetece (tú, el o  la médico y  todos los intermediarios de esta aberración)
Y claro, no lo haces sólo con una mujer, no, lo haces con varias para asegurarte el éxito al mejor precio posible. Al fin y al cabo sólo es una cuestión de enseñar billetes y darlos. Luego eliges el embarazo que más te interesa (si son gemelos, niño o niña, rubio o morenito y, por supuesto, sano sanísimo que si no no vale) y el resto como si nunca hubieran existido. La(s) otra(s) mujer(es) embarazada(s)  que ya no te interesa(n), que se apañe(n): que aborte(n), que lo abandone(n)  o que lo cargue(n) de por vida sumergiéndose más en su pobreza. A ti te da igual porque ya tienes lo que quieres: un precioso, sano y rollizo bebé (o bebés) con los que ejercer de amoros@ padre/madre. 

Y el bebé. Aquí, desde luego, es el que menos importa. Si no es perfecto, si está enfermo, si no es del sexo deseado..... no importa nada porque, haya nacido o no, se queda fuera de la ecuación ipso facto. Pero incluso el Elegido, el perfecto, el que cumpla todos los requisitos, ése que no se haga demasiadas ilusiones porque:

- No tendrá ninguna opción a que se respete su derecho más fundamental: el de no ser separado de su madre, o sea, de la mujer que lo ha gestado y que él reconoce como madre.

- Tampoco tendrá derecho a nacer cuando y como le conviene a él, sino que lo hará cuando le convenga a sus "futuros padres", por supuesto mediante cesarea. 

- Del contacto piel con piel y la lactancia materna prefiero ya ni hablar..........

- Si proviene de los gametos de desconocidos, aunque uno de ellos sea el óvulo de la propia mujer gestante, tampoco tendrá nunca derecho a su identidad biológica.

- Y tampoco tiene derecho a no ser tratado como una mercancía porque será COMPRADO. Exactamente eso es, por mal que suene, ya que la madre que lo gesta, y que es su madre, lo venderá por dinero. Y eso en mi pueblo se llama comprar. Y no me vengáis con que no es el bebé lo que se compra sino el útero lo que se alquila porque eso es pura demagogia barata. Al fin y al cabo nadie ha denunciado a esos padres que no se han hecho cargo del "producto" de la concepción, como se explica en el segundo vídeo, lo que significa que se asume que no tienen ninguna responsabilidad sobre la criatura ¡Aunque esta lleve sus genes!: sólo es suyo si lo aceptan, o sea, si lo compran. 

Cuando en el segundo vídeo he visto que a todo esto la doctora india le llamaba "acción humanitaria" no he podido evitar soltar una carcajada - eso sí, llena de amargura - porque en los últimos tiempos estamos viendo a lo que llevan esas "acciones humanitarias" y esa "caridad" tan mal entendida que se ejerce desde el orgullo, el poder y la grandiosidad del que se cree con la verdad y el Bien de su lado, pero que no reconoce la humanidad  de las personas sobre las que está ejerciendo esa caridad. Hoy en día a la caridad  que ejercieron algunos miembros de la Iglesia Católica y del personal sanitario involucrado en las adopciones/apropiaciones de los últimos 40 años (o más) se le está llamando "compra/venta" y "tráfico" de bebés. De hecho, el abogado que comenzó con todo, Enrique Vila, lo llamó el caso de los Niños Robados y con eso se ha quedado. 

¿Cómo llamarán a la maternidad subrogada las siguientes generaciones? ¿Qué sentirán estos niños de adultos cuando descubran su historia? ¿O cuándo se den cuenta de que no tienen ninguna posibilidad de descubrir nada? ¿Cuándo se enteren de que ellos y sus derechos quedaron muy por detrás del deseo de sus padres de ser padres? 

¿Qué le dirán a su hij@ los que deberían haber sido los padres del bebé de Sinaida? ¿Qué los eligieron a ellos a la vez que abandonaban a su suerte a otro hermano porque ya no les interesaba? ¿Y los padres de Antton? ¿Qué le dirán a su mellizo? ¿Le contarán como abandonaron en un orfanato ruso a su hermano porque estaba ENFERMO? (podéis ver las historias en el primer vídeo)

Me hierve la sangre y me sangra el alma al pensar que personas capaces de algo semejante viven en este mundo respetadas, apoyadas y comprendidas por sus semejantes. No entiendo como no se están pudriendo en la cárcel. Lo siento en el alma, pero estas historias me rompen algo muy profundo y sacan lo peor de mí, tal vez  porque rascan una vieja y profunda herida marcada a fuego en mi vida primal. 

Por eso me siento con el derecho de gritarlo alto y claro:


 PARA SER PADRES NO TODO VALE. 

Porque

 SER PADRES NO ES UN DERECHO.

Los derechos los tiene la criatura a no ser concebida para


Ser separada de su madre 

Nacer cuando no está preparada para ello

Ser tratado como una mercancía que se compra y se vende


Concebir una criatura con la finalidad de pisar todos sus más primordiales derechos es un crimen contra la humanidad. No lo puedo llamar de otra manera.  

viernes, 9 de marzo de 2012

¿ES POSIBLE LA VERDADERA CONCILIACIÓN?


A través de SINA (Asociación de Apoyo a la Lactancia Materna y Crianza consciente en Valencia) me llegó esta viñeta que representa (más o menos acertadamente: yo quitaría el comentario de las sandalias) uno de mis sueños: la maternidad integrada en la vida social y laboral de las mujeres.

Pero reconozco que, de todas las ideas que suelo exponer en mis artículos sobre conciliación (como Sobre feminismo y bebes, o Eunucas de la maternidad ) esta es la que más incredulidad y controversia crea. ¿De verdad puede una mujer moderna ejercer su profesión con el niño a cuestas? y ¿De verdad vale tanto la pena hacer el esfuerzo que eso conllevaría?

Es bien sabido que si nos trasladamos unos cuantos miles de años para atrás, o echamos un vistazo a otras culturas contemporáneas de las consideradas "primitivas", vemos que las mujeres integraban e integran su maternidad en su día a día con naturalidad. Es una cuestión de supervivencia. Si hay que recolectar, cultivar, pastorear o procesar los alimentos para comer cada día, las mujeres no se pueden permitir ninguna "baja maternal", ni de 4 meses ni de dos años, y desempeñarán su tarea con el niño a cuestas,  adaptando su dinámica a la presencia del pequeño.

También en estas culturas, tal y como explica Jean Liedloff en su libro El concepto del Continumm, el bebé se integra automáticamente en la rutina de su madre sin convertirse en el centro alrededor del cual gira toda la vida de ella. Esto no significa que la criatura no sea importante para ella, o que la quiera menos de lo que nosotras queremos a nuestros hijos, todo lo contrario. Tanto es así, que siempre está presente. Pero ella sigue realizando sus actividades, aunque con el niño SIEMPRE a su lado, en su regazo y con el pecho a su alcance los primeros meses y, más tarde, cuando el niño empieza a gatear y explorar por su cuenta, siempre accesible y a la vista, para que pueda volver a ella cuando lo necesite, en busca de teta, consuelo o mimos.

¿Podemos considerar esta manera de actuar de las madres "primitivas" como la más conveniente para nuestros bebés? En palabras de la misma Jean Liedloff:

"... El nacimiento no puede considerarse un acontecimiento indicador de la terminación del bebé, como si fuera el final de una cadena de montaje, ya que algunos complementos ya han nacido en el útero y otros no funcionarán hasta más tarde. El recién nacido que llega al mundo con la placentera experiencia de haber tenido una serie de expectativas que han sido colmadas en el útero, esperará o, con más exactitud, tendrá la certeza de que sus nuevas expectativas también serán satisfechas.


¿Que ocurre a continuación? A lo largo de decenas de millones de generaciones, lo que ha ido ocurriendo es el trascendental cambio de abandonar el entorno totalmente vivo del interior del cuerpo de la madre para ir a otro entorno exterior sólo parcialmente vivo. Aunque el cuerpo de la madre, que se lo ha dado todo, siga estando ahí, así como sus acogedores brazos - desde que el ser humano tiene las manos libres al andar erguido - el bebé siente el contacto del extraño e inánime aire en su cuerpo. Pero también está preparado para esta sensación; estar en brazos de su madre es para él el lugar esperado, en lo más recóndito de su ser sabe que es su lugar, y lo que experimenta mientras está en brazos es aceptable para su continumm, satisface sus necesidades actuales y contribuye adecuadamente a su desarrollo."

(El resaltado en negrita es mío)



O sea, el habitat natural del cachorro humano es el cuerpo de su madre. Esto parece más esencial cuanto más no acercamos al momento del nacimiento, tal y como nos revela el prestigioso pediatra Nils Bergman en sus estudios sobre la reacción de los bebés prematuros según se les coloque o se les separe del pecho de su madre, o los estudios sobre la herida primal de la psicoterapeuta Nancy Verrier.

Pero también es cierto que tanto en las diferentes culturas actuales, como en muchos mas momentos a lo largo de la historia,  está y ha estado ampliamente aceptado que la figura maternal no tiene por que ser obligatoriamente la madre biológica el 100% del tiempo.  La propia Jean Liedloff escribió:

"Evidentemente, no es necesario que sea la madre biológica la que desempeñe el papel maternal de satisfacer las necesidades del bebé, ni tampoco que la madre sustitutiva sea una mujer o un adulto, excepto en el momento de alimentar al bebé..."

Según Meredith Small en su libro Nuestros hijos y nosotros: 


" Los estudios interculturales muestran también la idea de que el vínculo monotrópico (es decir, un progenitor a la vez vinculado con un bebé a la vez) es una visión limitada de las relaciones humanas. Edward Tronick y otros colegas investigadores han demostrado que un bebé pigmeo efé es atendido por varios adultos ; esta relación niño- adulto puede ser más comunitaria. Durante los primeros cuatro meses de vida estos bebés pasan la mitad de su tiempo con un adulto que no es su madre; además, los amamantan varias mujeres que estén en perido de lactancia. El bebé sabe con claridad quienes son su padres, pero tiene varios adultos de quienes depender. En un sistema social que valora la comunidad por sobre todas las cosas, este vínculo multifacético produce una estrecha red de relaciones sociales: los bebés se apegan a varios adultos y los adultos a varios bebés. "


Parece evidente que existen muchas soluciones a la hora de criar a un ser humano pero ¿Son todas igualmente convenientes? El bebé es una criatura excepcionalmente adaptable, lo que no quita que determinadas condiciones de crianza puedan producir daños irreparables. Un ejemplo extremo serían los casos documentados de bebés criados por animales y que Jean Liedloff describe en su libro:

"La capacidad que tienen los niños que se han criado entre animales de adaptarse a unas condiciones inadecuadas es mucho mayor que la capacidad de cualquier animal de adaptarse al estilo de vida de los humanos. Pero la muerte prematura de la mayoría de estos niños, el sufrimiento padecido después de haberlos capturado y su incapacidad para superponer la cultura humana a la cultura animal ya establecida y desarrollada demuestra también la profundidad con la que la cultura, una vez aprendida, se convierte en parte de la naturaleza del individuo humano."

Por lo tanto, la supervivencia del bebé no garantiza que haya sobrevivido salvaguardando todo su potencial como ser humano. Hay condiciones de crianza extremas en las que el daño provocado puede ser irreparable, ya que lo vivido en el periodo primal determina el desarrollo posterior de esta persona.

Pero ¿Todas las condiciones que se desvíen de la condición teóricamente ideal pueden producir daños?

Como ya he comentado, la neurología, la pediatría y la antropología entre otras disciplinas, nos están demostrando que las condiciones de crianza en el periodo primal determinan poderosamente la personalidad y salud del adulto. Podemos suponer que cada cultura criará a sus bebés para obtener seres humanos adultos con las características necesarias para que la mantengan a lo largo de las generaciones, tal y como vemos en el ejemplo citado por Meredith Small de los bebé efé, cuya prioridad es la generación de adultos que valoren su comunidad sobre todas las cosas. Y ya hace tiempo que Prescott descubrió que el contacto piel con piel de los bebés con sus cuidadores y el afecto con que son criados tienen una poderosa influencia en el grado de violencia que desarrolla esa sociedad.

¿Y nosotros, los dominantes y agresivos occidentales?

Como dice Michel Odent, somos el Homo sapiens superdepretator y hemos llegado a este punto a base de imprimir a fuego la herida primal en todos nuestros bebés. Pero el Homo sapiens superdepredator debe  evolucionar porque se está dirigiendo inexorablemente al trágico destino de la extinción. Es hora de dar paso al nuevo Homo sapiens ecologicus, más empático, pacífico, respetuoso con sus semejantes y con la vida entera; un ser humano capaz de desarrollar su capacidad de amar al máximo de sus posibilidades. ¿Y cual es el primer paso para llegar a desarrollarnos como ecologicus y no como superdepredator? ¿Tal vez el respeto por las necesidades primarias del bebé recién nacido, la principal de las cuales es estar en contacto continuo con el cuerpo de su madre?

En nuestra sociedad occidental patriarcal, competitiva, masificada, individulista y, en definitiva, depredadora, no es extraño que hayan triunfado los métodos de parto y crianza que fuerzan la separación entre madre y bebé, sumergiendo a la criatura en un estado de estrés crónico y obligándole a endurecerse y ser independiente cuanto antes, liberando así a su madre del ejercicio de la maternidad para poder masculinizarse lo suficiente y ser valorada social y laboralmente. Así se garantiza la formación de adultos llenos de carencias primales, con poca capacidad de empatía, inmaduros, que necesitarán depender del papá estado, que encontrarán en todas las ofertas comerciales - esas que sustentan nuestra economía de la abundancia y el exceso - unos sustitutos de lo que realmente echan de menos desde su periodo primal - la presencia, el cuerpo y el pecho de su madre - pero que ya han olvidado, dejando dentro de sí un vacío inmenso que se llenará a base de adicciones tan dispares como la comida basura o simplemente en exceso, el tabaco, el alcohol, las drogas ilegales, el trabajo a destajo, la ropa de marca, los coches deslumbrantes o la actividad sexual coital deshumanizada.

También se garantiza el desarrollo de mujeres castradas en su sexualidad maternal, incapaces de reconocer el deseo que sentimos por nuestro hijo recién nacido y capaces de ignorar sus necesidades hasta el extremo de dejarles llorar siguiendo manuales absurdos, o trabajar lejos de ellos durante más de 8 horas al día, por no hablar ya de la necesidad de "liberación" que sentimos  ante la demanda constante de nuestra cría recién nacida que debería estar dentro de nuestro útero unos meses más, pero que la evolución ha obligado a salir antes de tiempo, cuando todavía no está preparada y necesita contacto continuo con el cuerpo de su madre durante el periodo de exterogestación. Mujeres programadas para infligir la herida primal en nuestros hijos en el mismo momento de nacer.

La herida primal es nuestro pecado original. Por ella parimos con dolor. Por ella permitimos que interfieran entre nuestros hijos y nosotras. Por ella no es placentero amamantar. Por ella, necesitamos "liberarnos" de nuestros bebés para poder realizarnos como mujeres. Por ella, nuestros compañeros reclaman a la mujer coital eterna, nunca madre, siempre disponible.

La herida primal es la principal herramienta del patriarcado para someter tanto a hombres como a mujeres, y obligarles a jugar su juego y a la vez es la consecuencia del propio juego del patriarcado.

¿Cuando estaremos preparados para la primera generación libre de ella? Actualmente este momento parece lejos, pero ya se están dando los primeros pasos. Desde que en 1970 Michel Odent puso la primera piscina de partos en su maternidad, cada vez más y más profesionales de la obstetricia y la ginecología  luchan y trabajan para que las condiciones necesarias para el desarrollo de los partos humanos fisiológicos, respetuosos y orgásmicos se den por defecto para todas las parturientas y sus bebés, a la vez que se garantiza la seguridad del proceso mediante la formación de los profesionales adecuados y el acceso a la tecnología necesaria para resolver una situación patológica. Y cada día más madres y padres reivindicamos todo esto para nuestros partos.

Pero el parto sólo es el primer paso. La necesidad del bebé de estar en contacto continuo con su madre los primeros meses, el periodo de exterogestación, es una realidad demostrada desde diversas disciplinas. Y para que esto ocurra necesitamos madres sanas, libres y dispuestas a darle a su hijo lo que necesita. Para ello la maternidad no puede convertirse en una cárcel que encierra a la mujer en casa, la despoja de todo su prestigio social a la vez que destruye todas sus aspiraciones laborales, convirtiéndola en una persona totalmente dependiente económica y socialmente de su compañero.No, la solución no es la que han sufrido cientos de generaciones de mujeres patriarcales, heridas, castradas, infantilizadas, infravaloradas, cosificadas y humilladas.

La solución pasa por el reconocimiento de la maternidad, su integración en la vida pública y laboral de la madre. Y para ello hace falta un cambio radical en la sociedad y el mundo laboral que hoy por hoy prefiere ignorar la maternidad y aparcar a las criaturas en guarderías para que no molesten, cerrándose en banda al reconocimiento de las necesidades de estos bebés y sus madres.

Pero ¿Como?

Uno de las cuestiones que salieron el otro día en la presentación de nuestro libro en Zurich, fue el hecho de que si nunca hay mujeres en puestos de poder -porque se dedican a ser madres que crían a sus hijos - el sistema no va a cambiar. El problema que yo veo a este argumento es que estas mujeres, para llegar a donde están, primero han tenido que convertirse adecuadamente en la mujer patriarcal, castrada y masculinizada y, por lo tanto, cuando alcanzan este poder se limitan a jugar con las mismas reglas del juego sin tener la mínima intención de cambiar nada. Ejemplos de esto nos sobran, desgraciadamente.

Hoy por hoy lo más políticamente correcto es volver al trabajo lo antes posible tras el parto, dejando el bebé en las manos de una cuidadora toda la jornada laboral desde los 4 meses o incluso antes.  Conscientemente se desprestigian,  o directamente se ignoran, todos los estudios que demuestran la importancia de la presencia constante de la madre y la lactancia materna para los bebés de tan corta edad, a la vez que se pregonan a los cuatro vientos los pocos estudios que parecen quitarle importancia a estos factores, independientemente de su calidad, muchas veces manipulando con los titulares las verdaderas conclusiones del trabajo.

Pero, a pesar de los pesares, también hay otras mujeres y hombres que de manera no tan vistosa, día a día y como hormiguitas, van cambiando las cosas poco a poco.

Porque es posible.

El otro día tuve el honor de leer el artículo de una nueva mamá bloguera - Gemma, del blog Como una manada e investigadora de profesión - en el que nos cuenta como se llevó a su bebé de tres meses a un congreso en el que ella formaba parte del comité científico.  Gemma no ha salido en todos los medios de comunicación, como en su día salio la eurodiputada  italiana Licia Ronzulli, pero demuestra de una manera mucho más realista y sencilla como en muchas ocasiones el bebé puede disfrutar de lo que más necesita, su madre, mientras esta ejerce su profesión y cumple perfectamente con sus obligaciones profesionales.

Gemma ha demostrado que la verdadera conciliación sí es posible y, junto a ella, muchas madres cada día nos lo demuestran con su ejemplo. Sin ir mas lejos, la blogosfera está repleta de madres realmente conciliadoras. Os pongo otros ejemplos de los muchos que conozco y que yo personalmente admiro mucho por su valentía, entusiasmo y creatividad para combinar el cuidado de sus hijos con su vida profesional:

* Nohemí de Mimos y Teta, a la que vemos en la foto de al lado porteando a su tercera hija mientras da una charla en la Gerencia de Atención Primaria en Las Palmas de Gran Canarias, en el marco del punto mensual de encuentro de enfermería.

* Louma, de Amor Maternal (blog que ha ocupado el segundo puesto del ranking de wikio durante meses - yo juraría que lo he visto también el primero aunque su autora me dice que no - y sigue muy bien posicionado) que compagina el cuidado de su hijo a tiempo completo con su trabajo de escritora  y diseñadora, además de la realización de talleres virtuales y presenciales sobre crianza respetuosa y la salud bucal de los más pequeños (ella es odontóloga).

* Raquel y Enriq, él diseñador gráfico, ella escritora, puericultora y asesora de lactancia y porteo; ambos al frente de la revista Madre Tierra y de varios blogs como La casa de las Mamás, Madre Tierra, Buscando trazos y Buscando Chapas y todo combinado con la crianza de su hijo también a tiempo completo.

* Y Jesusa, nuestra doula más guerrera y comprometida, que según nos anunció ayer en FB, ya ha vuelto de Brasil a donde fue por motivos profesionales y con su pequeña Anaís bien colgadita de su cuerpo, por supuesto.

Y la lista podría continuar y continuar porque hay muchos más, madres y padres que no han querido renunciar a la crianza de sus hijos y que han luchado por compatibilizar su vida laboral con las necesidades familiares. Pero claro, ellas y ellos lo hacen a la sombra, en trabajos que no salen en los grandes medios de comunicación cada tres por cuatro y que tampoco los meterán en las listas de las grandes fortunas mundiales o en los primeros puestos de poder de los partidos políticos. Pero a pesar de pasar desapercibidos para el resto de los mortales, a pesar de que su radio de acción no es muy grande, su influencia nos hace mucho más bien a todos de lo que somos realmente conscientes.

Porque todas estas mujeres y todos estos hombres, madres y padres, nos están demostrando que incluso en las nefestas condiciones actuales, la verdadera conciliación laboral es posible.

Claro que, tal cual está la situación, tampoco es fácil. Muchas de estas familias han tenido que dar un giro de 180 grados a su vida profesional para poder ejercer la maternidad /paternidad como ellas y ellos querían. La mayoría ha sacrificado mucho poder adquisitivo. Puedo imaginarme que si las cosas hubieran sido diferentes, muchas y muchos hubieran podido seguir con sus profesiones ganando mucho más dinero y sin verse obligados a encontrar alternativas.

¿De verdad es tan imposible ejercer de ejecutiva con tu bebé de meses colgado en un fular? ¿De verdad no puedes darle el pecho mientras sigues con tu reunión? ¿No puedes escribir tus informes mientras el duerme en tu regazo? ¿No puedes atender a tus clientes mientras tu recién nacido duerme plácidamente en su fular colgadito a tu espalda o a tu pecho?

Yo creo que sí es posible, sólo hace falta un cambio de mentalidad muy grande y no sólo por parte de la sociedad, sino también por parte de los propios padres.

Por un lado la sociedad tiene que empezar a priorizar las necesidades de los más pequeños por delante de todo lo demás, considerando el cuidado y crianza de los hijos como la actividad más importante para garantizar el futuro y el bienestar de todos. Y tiene que dejar de autojustificarse, buscando argumentos por aquí y por allá para intentar justificar la institucionalización de las criaturas 10 horas al día, cinco días a la semana desde el primer día de vida.


Y por otra parte los padres tenemos que dejar de paralizarnos cuando nos llega un bebé a nuestras vidas. Dejar de considerarlo un muñeco de cristal que mejor está en su cunita, a salvo, donde no se rompa, y empezar a reconocer en él la cría de mamífero que reclama cuerpo materno las 24 horas del día.

Este cachorro humano  que necesita formar parte desde el principio de la comunidad a la que pertenece, sin que le aíslen en una habitación pintada con florecitas rosas o angelitos azules, que necesita mirar el rostro de los adultos inmersos en sus actividades diarias, y no el móvil de jirafitas girando eternamente encima de su naricilla.

En definitiva, el cachorro humano que reivindica su lugar en su comunidad desde el primer día de su vida extrauterina, reclamando que sus necesidades sean cubiertas, como merece y tiene derecho, para desarrollarse íntegramente en todo su potencial.

Por supuesto que es posible y, sobre todo, vale la pena el esfuerzo.









miércoles, 7 de marzo de 2012

¡¿EN QUE NOS ESTAMOS CONVIRTIENDO?!

De la mano de Carolina, autora del blog La Mamá de Mateo, me llega esta desgarradora historia de inhumanidad, maltrato, prepotencia y crueldad extrema. No me puedo creer que esto haya ocurrido, o que incluso esté ocurriendo cada día en nuestros hospitales. Os advierto que leerla puede afectaros muchísimo, pero no podemos permanecer con los ojos cerrados.

¿Quiénes eran esos profesionales de la salud para negar a estos bebés la oportunidad de luchar por sus vidas, por pequeñas que fueran sus posibilidades de supervivencia?

Pero incluso aunque tuvieran razón en sus predicciones de que los pequeños no tenían la mínima posibilidad de sobrevivir: ¿Quiénes eran  para negarles a estos niños una muerte digna en brazos de sus padres? ¿Como es posible que los dejaran morir de frió y soledad en lugar de proporcionarles una muerte cálida, suave, sobre el pecho de su madre o de su padre o de su abuela?

¿Como desearían morir ellos mismos: solos, desnudos y helados sobre una mesa o abrazados por sus seres queridos?

Frente a tanto dolor frío, terrible e inhumano quiero poneros aquí otra historia: La historia del nacimiento y muerte de Kai. También es dolorosa, muy dolorosa,  porque la muerte de un recién nacido siempre es terriblemente dolorosa, pero en este caso hay mucho más que dolor. Hay un Amor inmenso que lo inunda todo. Es increíble como el Amor puede enseñarnos su rostro en un momento tan doloroso y traspasar las fronteras del tiempo y el espacio, inundando a todo aquel que comparte la experiencia de Paloma y su familia frente al nacimiento su bebé, muerto al poco de nacer. Una muerte anunciada pero respetada y digna, en brazos de sus padres, rodeado de su calor y de su amor. Paloma y su familia tuvieron que nadar contracorriente, frente a la incomprensión de la gran mayoría que no entendían la necesidad de pasar por eso. Yo lo entiendo. Lo entendí perfectamente cuando a través de las palabras de Paloma, pude ver la muerte digna, respetada y rodeada de Amor del pequeño Kai.

Todos nacemos y todos morimos. Todos tenemos derecho a un nacimiento digno y respetado, y todos tenemos derecho a una muerte digna y respetada, independientemente de que hayamos vivido 1 minuto o 100 años.

domingo, 4 de marzo de 2012

EL LUJO DE SER PERSONA

Estaba yo muy a gusto buceando en el tema del sueño infantil, el efecto del estrés sobre el desarrollo del cerebro y los signos que delatan un sueño "estresante" en el infante que colecha o no colecha, cuando gracias a mis amigos de El Blog Alternativo, me topé de narices con la siguiente noticia en FB:


La noticia me pareció tan increíble que me fui de cabeza a buscar el artículo original esperando que semejante titular fuera una exageración más fruto de la falta de rigurosidad del mundo del periodismo de divulgación. Pero no. Esta vez no ha exagerado nada. El artículo original se titula:


Y se ha publicado en el Journal of Medical Ethics, el 23 de Febrero del 2012. Las conclusiones finales del artículo son:

"If criteria such as the costs (social, psychological, economic) for the potential parents are good enough reasons for having an abortion even when the fetus is healthy, if the moral status of the newborn is the same as that of the infant and if neither has any moral value by virtue of being a potential person, then the same reasons which justify abortion should also justify the killing of the potential person when it is at the stage of a newborn."


"Si para los futuros padres, criterios como los costes (sociales, psicológicos, económicos) son suficientemente buenos para abortar incluso cuando el feto está sano, si la categoría moral del recién nacido  es la misma que la del niño y en ninguno de los dos tiene ningún valor moral ser una persona en potencia, las mismas razones que justifican un aborto deberían también justificar en aborto de la persona en potencia, cuando esta se encuentra en la etapa de recién nacido."


Al margen de que, como los mismos autores argumentan  en una carta abierta escrita tras los ataques y amenazas sufridos por la publicación de su artículo, este trabajo iba dirigido al mundo académico y no a la prensa generalista (que, como no, ha inflado los textos y sacado frases de contexto), el artículo es una muestra impresionante de la extrema crueldad a la que puede llegar la racionalidad pura y dura, desnuda de sentimientos y emociones y convertida en un acto de simple intelectualidad. 

Dicen los autores en su carta abierta  que su artículo está basado en el significado de la palabra "persona" definido por Michael Tooley en 1975. Según la definición de Tooley ni el feto ni el bebé recién nacido son persona y, por lo tanto, no tienen los mismos derechos que los seres humanos que SÍ son personas. Según declaraciones al periódico El Mundo de la directora de la cátedra de bioética y biojurídica de la universidad Francisco de Vitoria, María Lacalle, este artículo forma parte de "una corriente de opinión minoritaria, pero creciente, que defiende que no todo ser humano es persona".

"Según esto, no seríamos personas como tales hasta que no adquirimos autonomía, autoconsciencia, autodeterminación... y eso, llevado al extremo, es peligrosísimo, porque supone que dejaríamos de ser humanos en ciertos periodos de nuestra vida".

Me ha llamado mucho la atención las palabras de la profesora Lacalle porque yo tenía la impresión de que esta corriente no era en absoluto minoritaria,  ya que precisamente la defensa del aborto y su legalidad se amparan principalmente en el cuestionamiento de la humanidad del embrión y el feto, entendida como su identidad como Persona. Así que esta corriente de opinión no me parece minoritaria en absoluto. La única diferencia es que estos autores desplazan la frontera hasta después del nacimiento, aunque no acaban de definir donde la ponen exactamente, argumentando que sólo hacen falta unos días para diagnosticar cualquier enfermedad grave que sufra el recién nacido, argumento que es totalmente falso porque hay enfermedades gravísimas  que no se diagnostican hasta pasados varios meses o incluso años.

A mí, esta diferenciación entre los seres humanos que son personas y los que no lo son me pone la piel de gallina porque me recuerda a épocas muy negras de la historia de la humanidad, aquellas en las que se cometieron las mayores atrocidades y genocidios en nombre de ese estatus superior que sólo alcanzaban determinados seres humanos: los que si tenían derecho a vivir.

De todas formas, a pesar del sinsentido de este trabajo, no puedo negarle algo positivo: la reacción que ha provocado ha sido espectacular. Tanto en la misma revista donde se publicó el trabajo original (lo que ha obligado a los editores a defender a capa y espada la publicación del artículo basándose en la supuesta objetividad que requiere una revista científica), como en los numerosos periódicos que se hicieron eco, los comentarios de miles y miles de personas escandalizadas ante semejantes conclusiones me dan una idea de los verdaderos sentimientos de los seres humanos frente a sus criaturas recién nacidas. Nosotros, de manera profunda e instintiva, reconocemos y queremos a nuestros recién nacidos, a la vez que sentimos una necesidad inmensa de protegerlos, cuidarlos y asegurar su supervivencia, como no podía ser de otra manera.

Pero todo esto me muestran algo más. Me muestran la terrible realidad que muestra la frase: "ojos que no ven, corazón que no siente" porque, bajo mi punto de vista, si en algo han acertado los autores de este artículo es en considerar que tanto el feto por nacer como el bebé recién nacido tienen la misma categoría (aunque yo desde luego no les consideraría nunca no-personas) ya que no hay ninguna diferencia realmente objetiva entre ellos. Y esto me lleva a considerar que aceptamos la muerte provocada del feto, simplemente, porque no lo hemos visto, tocado, olido ni oído. Y que si antes de cada aborto provocado pudiéramos entrar en el vientre de la madre para ver y sentir de cerca al ser humano que estamos a punto de matar, otro gallo cantaría.

Yo ya he dejado muy clara mi posición sobre el aborto en este blog y en Tenemos tetas, posición que se basa en la consideración de que el embrión es un Ser Humano desde el mismo momento de su concepción. Para mí, los términos Persona y Ser Humano son sinónimos y me niego a aceptar que haya seres humanos sin la categoría de persona y, por ello, con menos derechos o menos dignidad.

Para saber un poquito más sobre el concepto de Persona que se maneja en el mundo de los profesionales de la ética y la filosofía me he ido al Medline (como no) y, entre otros, me he encontrado un artículo de K.E Hima publicado en la misma revista, Journal of Medical Ethics, titulado A dualist analysis of abortion: personhood and the concept of self qua experiential subject, y en donde el autor defiende la tesis de que el feto no es persona hasta que se detecta actividad cerebral.

Genial entonces. Muy inteligente y objetivo. A medida que nuestra tecnología vaya progresando y desarrollemos equipos capaces de detectar la actividad cerebral del feto desde el desarrollo de las primeras neuronas, ya reajustaremos la definición. Os confieso que no me he leído el artículo completo porque me da muchísima pereza meterme ahora a ver sí para ser persona tienes que tener noción de "ti mismo" o actividad cerebral. Toda esta discusión me lleva a una frase que encontré absolutamente genial y que descubrí gracias a un educativo juego (1) que Mireia Long, de Bebes y Más, ha comenzado en FB. La frase es de Niels Bohr:

"Hay dos clases de verdades. Las triviales, donde lo opuesto es obviamente absurdo. Y las profundas, donde lo contrario es también una verdad profunda"

El problema, claro está, es que nunca coincidiremos todos en qué categoría ponemos nuestra verdad. Para mí, el hecho de que el huevo fecundado y diploide ya es un nuevo ser humano y, por lo tanto, es una persona, es una verdad de la primera categoría, donde lo opuesto es obviamente absurdo. Pero evidentemente muchos de vosotros no estaréis de acuerdo. En lo que sí parece que estaremos casi todos de acuerdo es en reconocer la humanidad, y por lo tanto su identidad como persona, del recién nacido, y por mucho que se haya practicado en la historia, y todavía se esté practicando, el infanticio neonatal, la gran mayoría de seres humanos coincidimos en ese reconocimento del neonato como miembro de nuestra especie, desde el momento en que nuestros sentidos (ojos, oído, tacto y olfato) nos permiten identificarle.

Y lo opuesto nos parece evidentemente absurdo.
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(1) Mireia Long en su muro de FB ha ido colgando las fotografías de diferentes ilustres personajes, para que adivináramos quienes eran ¡Yo todavía no he dado ni una!