¿Te has planteado alguna vez por qué quieres que tu hijo duerma solo? ¿Has pensado en ello esas noches terribles en las que haces veinte viajes entre su habitación y la tuya? ¿O mientras esperas los 5 minutos que el método Estivill te obliga a esperar "por su bien"?
Estás ahí, luchando contra viento y marea, que no son otros que los instintos más básicos de tu hijo y tus propias emociones. Emperrado, obstinado, obcecado en que para que duerma bien, para que todos durmáis bien, tu hijo a su cama y vosotros a la vuestra.
Pero... ¡Espera! Para un momento. Mira a tu hijo. Mírale a los ojos. Pero de verdad. Céntrate absolutamente en él. Escúchalo. Siéntelo. Olvidaté de que mañana te tienes que levantar pronto. Olvídate de todos tus planes para el jueves que viene y de todos tus problemas del martes pasado. Olvídate de todo menos de él. Mira el enorme esfuerzo que está haciendo para mantanerte a su lado.
¿Lo ves? ¿Lo oyes (¿Lo escuchas)? ¿lo sientes?
¡Venga ya! ¿De verdad te crees esa patraña de que no llora por verdadero "dolor" sino sólo para manipularte? ¿De verdad crees que un niño solloza de esa manera, hasta vomitar, sin sentir "dolor" y por puro capricho? ¿De verdad te tragas que todo eso es NORMAL?
¡Pues sí que estás desconectado tío! desconectado de tu hijo pero, sobre todo, desconectado de ti mismo.
Así que ponte las pilas y ¡Reconéctate! Déjate sentir lo que tu naturaleza quiere que sientas. ¡Atrévete a enfrentarte a tus verdaderos sentimientos!
Te dijeron que estaba científicamente demostrado, ya lo sé. Te dijeron que era por su bien, ya lo sé. Te dijeron que no le hacías ningún daño. Bueno, pues te estaban mintiendo. La realidad es que no pueden garantizarte ninguna de esas afirmaciones. Y eso, si lo piensas con cuidado, es algo que tú ya sabes o, al menos, sospechas. Porque en la crianza de tu hijo no sólo interviene tu parte más racional, no. En realidad trabaja muy duro tu cerebro emocional. Y está muy bien que así sea. La evolución tenía que asegurarse de que amáramos a nuestros hijos hasta la mismísima locura para asegurar su supervivencia. Y por eso cuando le oyes llorar detrás de la puerta cerrada de su habitación SABES perfectamente que lo estás haciendo mal. Que lo estás haciendo fatal. Y una parte de tu cerebro debe bloquear a la otra a base de mentiras para evitar que entres corriendo y corras a cogerlo en brazos, abrazarlo, protegerlo y jurarle que nunca, nunca, nunca más le dejarás así de solo.
Bueno, pues siento quitarte esa defensa. Resulta que ahora la ciencia, ¡oh! ¡sorpresa!, ya no lo ve tan claro. Ya no ve tan claro que no sea malo. Ya no ve tan claro que sea efectivo. Ya no ve tan claro que sea necesario.
Porque, volviendo a la pregunta inicial, ¿Sabes por qué quieres que duerma solo? ¿Te lo has planteado alguna vez?
Pues yo te lo voy a a decir: por razones que ya no existen. Existieron, tal vez, pero ya no existen. Al menos la gran mayoría de ellas. Te voy a poner algunos ejemplo basándome en la tabla que publicó James McKenna en una revisión publicada en el año 2007 y de la que puedes ver a continuación una copia extraída de la web El debate Científico Sobre la realidad del Sueño Infantil (capítulo 3).
- Noción de pecado original, necesidad de imponer autodisciplina y miedo a malcriar. Bueno, pues no te preocupes. Hace siglos no se habían hecho los experimentos que se han hecho hoy en día demostrando que los niños que duermen con sus padres ni son más malcriados ni tienen menos autodisciplina que los que duermen solos. Lo de "pecado original" supongo que no vale la pena ni comentarlo ¿verdad? Creo que en ese aspecto la religión católica ha avanzado bastante, también. En cualquier caso no creo que el pecado original tenga ninguna relación con el colecho.
- Miedo a que los bebés o niños fueran testigos de las actividades sexuales de los adultos. Miedo al afecto y al contacto físico. Eterno tabú es el sexo. Lo es la sexualidad coital, pero ya ni te cuento la sexualidad maternal. Esa de la que habla Casilda Rodrigañez y que el blog Tenemos Tetas refleja tan bien en su post Crianza Corporal. Por lo demás, hoy en día se ha estudiado el desarrollo de la sexualidad de los niños que colechan y son perfectamente saludables. Vamos, que dormir con sus progenitores no supone ningún trauma en ningún aspecto (1,2).
- Valores que favorecen el individualismo, la independencia, la autonomía, la autodisciplina y la autosuficiencia. De nuevo, los estudios no ven que los niños que colechan sean menos independientes que los que no lo hacen. De hecho es más bien todo lo contrario (3).
- Un desplazamiento del poder de decisión de los padres hacia figuras externas como expertos en crianza o pediatras. Los conocimientos de la “autoridad médica” desplazan a los conocimientos que los padres tienen de sus hijos. Afortunadamente vivimos en la sociedad de la información. Ya pocos quedan que crean que el médico es un Dios con la verdad absoluta en su mano y soluciones para todo. Ahora somos dolorosamente conscientes, años de experiencias nos lo han demostrado, que el médico, su ciencia y su método científico son tan vulnerables e inexactos como cualquier hijo de vecino. Sí. Ya hemos bajado a la ciencia de su pedestal. Ahora sabemos, o deberíamos saber, que los mayores expertos en la crianza de nuestros hijos somos nosotros, porque nosotros somos los que más los amamos. Es hora de que reconozcamos esa responsabilidad con todas sus consecuencias.
- Énfasis sobre la naturaleza “romántica” de la diada “marido-mujer”, relación conyugal que excluye a los hijos. Venga ¿de verdad no se os ocurren otros espacios y momentos para disfrutar de vuestra relación sexual? ¿Que no es tan cómodo como en la cama sin tener que planear dónde o cuándo hacerlo o moverse a otra estancia para ello? Ya ¿Y? Por esa mínima incomodidad vas a despreciar toda la magia familiar que despierta el colecho. Bueno, pues tú verás, pero es una pena. Ellos crecen muy rápido, te lo garantizo, y no estarán ni en tu cama ni en tu casa por mucho tiempo. Cómo hoy en día se hacen estudios de todo tipo, me alegro mucho de poder afirmar que hay estudios que demuestran que el colecho no influye en la vida marital (4,5)
- Énfasis sobre la superioridad de la tecnología sobre el cuerpo de la madre y lo que proviene del mismo (leche de vaca adaptada en lugar de leche materna), utilización de objetos y columpios como estímulos, sustituyendo el contacto con el cuerpo de la madre. Cambio de la lactancia materna por lactancia artificial. Estas dos razones las pongo juntas porque una es consecuencia de la otra. ¿Recordáis aquellos tiempos, en nuestra propia infancia, cuándo el pediatra hizo que nuestra madre nos diera leche de fórmula porque era "mejor"? No, evidentemente no lo recordáis, pero sabéis que ocurrió así. Pues supongo que ya sabéis que ahora la pediatría es plenamente consciente de la superioridad de la leche materna. Han hecho falta unos cuantos dólares y euros invertidos en investigación, pero así es. A lo mejor también habéis oído que algunos neonatólogos han observado que el cuerpo de la madre es más eficaz que la incubadora para mantener estable al bebé prematuro. Y para mantener estable al no prematuro también. De repente la ciencia del sueño infantil se ha hecho consciente de una realidad muy incómoda: ningún método científico ha demostrado que el sueño en solitario sea mejor que el colecho y ¡Ay! (que esto pica), a lo mejor es peor y estamos aquí obligando a los padres a "enseñar" a sus hijos a dormir solos pensando que así duermen "bien" y no tenemos ni puñetera idea de si realmente así duermen "bien".
Si tu eras uno de estos padres que, como yo, estaba emperrado en que su hijo durmiera solo sin plantearse el porqué, aquí te dejo tus razones. Como ves, ya no existen. Ahora, si te apetece, ya puedes juntar un par de camas grandes en un dormitorio de la casa y poneros a dormir allí todos juntos sin el menor remordimiento.
Si, por el contrario, eres uno de esos que tiene sus propias razones basadas en profundas convicciones y valores personales, enhorabuena. Nunca te sentirás tan borrego como yo me sentí el día en el que me di cuenta de que nuestro hijo y nosotros estábamos sufriendo en vano porque en realidad no existía ninguna razón para no permitirle hacer lo que necesitaba: dormir con nosotros.
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Qué excelente artículo, María. Sabes que cuando tuve a mi hija mayor, hace 12 años (los cumplió el pasado 11 justito!) no había tanta información, por ende sucumbí a las leches de fórmula porque yo no generaba "leche suficiente". Pobrecita lo que sufrió de estreñida gracias a esas merdas! Ya con mi hijo me informé más, me aseguré de que no me faltara leche con cuanta receta me daban y anda que me chorreaban! jaja
ResponderEliminarEn cuanto al colecho, una cuando me miraran con cara extraña lo practiqué sin culpas, es que tenerlos lejos u oírlos llorar desde otra habitación simplemente no era lo mío!, me generaba mucha culpa y mucha angustia. Incluso hoy cuando cuento que mi hijo que tiene 7 y aun no puede dormir solo y me miran con asombro les digo que seguramente antes de los 18 querrá su espacio jajajaja. Un abrazo!
Realmente este es uno de los mejores artículos que he leído. Solo toleré ver el video escasos 45 segundos y realmente me indigné. Tuve que apagarlo. Tengo una hija de 17 años que todavía duerme con nosotros aunque tiene sus cuarto por supuesto. De hecho ella nos dice siempre que le encanta sentir mi corazón y me abraza toda la noche. Más allá del calor que tenemos todos, puedo decir que es muy hermoso y genera una conexión dulcísima entre madre e hija. Yo la verdad que he amado y sigo amando el colecho y mi hija dista bastante de ser codependiente. Todo lo contrario, es una chica feliz por sobre todas las cosas, ama también a los niños y planifica como va a ser su maternidad de mellizos y mi abuelez!!! Lactancia prolongada, colecho, comunicación profunda y fluida, gestión de las emociones con naturalidad, son las mejores cosas que existen en la vida y yo como mujer y mamá junto a mi familia lo vivimos como un verdadero placer, dulce, suave y tierno. Lo que dice la ciencia me ha importado siempre un bledo y a contracorriente siempre pudimos construir nuestras maravillosas vidas!!
ResponderEliminarGracias María, gracias de corazón por tanto despliegue de inteligencia, coherencia, sabiduría y AMOR por los niños. Es la primera vez que veo tu blog y de seguro seguiré viniendo. Me has deleitado!!!!!
Muchas gracias a las dos Paula y Silvana, por lo elogios al artículo. Silvana, cuando algunos padres lean que tu hija de 17 colecha ¡Se van a desesperar! jajajajajajaja. Pero me parece precioso que hayas vivido tu maternidad con esa libertad. Nos das ejemplo a las que vamos soltando amarras tímidamente, para liberar las nuestras.
ResponderEliminarFascinante artículo! Yo por desgracia no puede darle pecho por problemas médicos pero lo intento compensar cargandole wn brazos todo el tiempo que puedo ya se qe no es ni comparable pero es lo que me pide el cuerpo y se le nota qe le encanta!! No hay nada mejor que el colecho y el porteo!! Por mas que me difa la gente que le estoy "malcriando" eso será problema mio!!! No hay nadie que entienda mejor a su bebé que sus padres y mas aún las mamás.
ResponderEliminarUn saludo
Yo jamás he dejado ni dejo llorar a mis hijas, y he dormido muuuuuuuucho con ellas. Pero mis motivos para querer que duerman solas no son para nada los que pone en el post.
ResponderEliminarYo quiero que duerman solas porque son activas, se mueven mucho de día y de noche, y ni su padre ni yo descansamos igual con ellas en la cama. Quiero que duerman solas porque no me importa estar con ellas hasta que se duerman cuando se acuestan, es más, me gusta, pero no quiero tener que hacer lo mismo cuando se despiertan por la noche, una, varias, o muchas veces. Porque yo no soy una de esas personas a las que no le pesa en exceso no dormir, o despertarse varias veces una noche, aunque sean despertares cortos. Yo soy mejor mamá descansada, claramente.
Quiero que duerman solas porque a pesar de que me encanta pasar todo el tiempo con ellas, también me gusta poder irme una noche con mi chico, o mis amigos. Porque tengo aficiones, me gustan el cine y los conciertos, y quiero poder ir alguna vez sin que ellas lo pasen mal porque yo no estoy a su lado durmiendo.
También me gusta pasar tiempo a solas con mi chico. Después de un día agotador de trabajo, de recoger del cole, de estar con mis niñas, cuidarlas, y todo lo que hacemos los padres en el día a día, me gusta sentarme a cenar con mi chico hablando sin interrupciones, contarnos nuestras cosas, ver una peli abrazados en el sofa, mientras ellas duermen. Me gusta irnos a la cama a hacer el amor sin pensar en si las despertaremos.
Esas son las razones por las que me gusta que mis hijas duerman solas, es decir, no hay nada impuesto por la sociedad ni por nada parecido. Es por mi. Y no he llegado rápido a que duerman solas en sus camas, sino que he tardado años, porque no quiero ni puedo hacerlas llorar ni hacer nada por lo que lo pasen mínimamente mal. Así es que en nuestra casa, esto ha sido un proceso lento, con el objetivo claro de que todos descansásemos.
Nosotros queremos llevarlas a la cama a las 9, darles muchas caricias y besos, contarles un cuento, y que se duerman en sus camas hasta el día siguiente. Y sí que quiero que los domingos por la mañana se vengan a la cama un rato, y dormir la siesta con ellas. Pero no quiero tenerlas siempre en nuestra cama.
Ahora parece que todos los que no queremos compartir la cama por norma con nuestros hijos, es que no nos escuchamos a nosotros mismos, o vamos en contra de nuestra naturaleza. Y no niego que haya gente que sea así, pero yo no, y creo que habrá más gente que opine igual.
Generalizar es muy peligroso.
He batallado con las opiniones de "esa niña ya debe dormir sola", mi nena tiene 10 meses y con todo y patadas nocturnas propinadas a mi o a su padre, somos felices así. No tengo ninguna necesidad de salir de alejarme de ella sólo para descansar porque para eso ya tuve suficiente tiempo años atrás.
ResponderEliminarNos decidimos por el colecho por seguridad de ella, porque cuando era recién nacida se estaba ahogando con su leche, uno no sabe ni como acostarlos, que si boca arriba no, que si de lado, que si boca abajo... mejor a nuestro lado y bien cuidadita.
gracias por por tan excelente artículo.
Colechamos con mucha felicidad.