miércoles, 28 de septiembre de 2011

ENTRE LA DECEPCIÓN Y LA ALEGRÍA


Entre la decepción y la alegría, así llevo varios días a medida que voy viendo las reacciones que nuestra Revolución de las Rosas esta provocando en el mundo de la profesión médica y en la sociedad en general.

Muy decepcionada porque no ha habido una respuesta contundente de la SEGO, retirando las viñetas y pidiendo disculpas. Han dejado muy claro su consideración hacia las usuarias de sus servicios.

Muy decepcionada por los comentarios que reciben algunos de los artículos que anuncian los actos de protesta. Comentarios machistas, misóginos, muchos cargados de odio contra las mujeres en general y otros contra sus propias ex-compañeras en particular. Comentarios donde queda reflejada la absoluta ignorancia sobre lo que realmente está ocurriendo. Comentarios que lo ignoran todo sobre la atención al parto, sobre como debería ser y sobre como es, al menos en la gran mayoría de las ocasiones. Llegan a escandalizarse de que utilicemos el térmico "violencia obstétrica" acusándonos de desvirtuar lo que ellos consideran "verdadera violencia" de género. Ojalá, todos los que hablan así, se pararan a leer algún artículo como este.

Porque, no me cansaré de decirlo, no se trata sólo de las viñetas. Estas, a pesar de ser de pésimo gusto, no hubieran levantado ni la pluma de un mandarín de haber sido dibujadas por cualquier dibujante de cualquier revista de medio pelo. El problema es que han sido dibujadas por un ginecólogo. El mismo que cada día tiene delante de su mirada el cuerpo desnudo de las mujeres de las que luego se ríe tanto. Y, para más inri, se las publica la sociedad española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), o sea, la representante de todos los ginecólogos del país.

Y todo esto en un país con una de las peores atenciones al parto de toda Europa. Un país donde por sistema se pasan las recomendaciones de la OMS por el forro. Y no sólo eso. De hecho se pasan sus propias recomendaciones por el forro

Muy decepcionada también por las declaraciones que el respetado y querido (sobretodo en los círculos en los que se mueve la autora de este blog) pediatra Carlos González ha hecho con tanta ligereza:

"He visto algunas, y no me parece para tanto. Son chistes, todos los chistes se ríen de algo. Hay chistes de Lepe, de políticos, de rubias, de curas... Varias de las viñetas que he visto se ríen más del médico que del paciente.
Soy firme partidario de la libertad de expresión. No me gustaría vivir en una sociedad en que tienes que vigilar qué chistes cuentas por si te denuncian"


¡Ay! doctor González,  a mí tampoco me gusta vivir en un país donde para que me atiendan un parto natural correctamente en un hospital, tenga que recorrer 400 kilómetros de distancia desde mi lugar de residencia que, dicho sea de paso, tiene al menos 3 hospitales importantes con departamento de obstetricia a menos de un cuarto de hora de distancia. No, y tampoco me gustaría vivir en un país donde es más importante el corporativismo que la honestidad; donde cuando uno mete la pata los colegas miran para otro lado; donde más vale ser "coleguita" que buen profesional; donde los cambios (a mejor) entran a presión, cuando todos los países de alrededor los han adaptado mucho tiempo atrás. Y donde la libertad de expresión es muy selectiva. Pregúntele sobre la libertad de expresión a la mujer que, tumbada boca arriba, las piernas atadas, una episotomía de caballo y el forceps agarrando la cabeza de su hijo, intenta parir a la vez que no quejarse demasiado, no se le vaya a enfadar (más todavía) el equipo médico. O tal vez pregunte a esas madres que llevan 40 años preguntándose si su hijo murió en el parto o se lo robaron, porque las durmieron sin su consentimiento, les separaron de sus seres queridos obligándolas a pasar por todo ellas solas, les enseñaron de lejos a su hijo recién parido sin permitirles ni tocarlo, no les dieron ninguna información sobre su estado, se lo llevaron donde ellas no pudieron verlo y, finalmente, les anunciaron su muerte sin explicar las causas y sin molestarse siquiera en enseñarles el cuerpo o permitirles despedirse de él. Realmente, doctor Gonzalez, a mí tampoco me gusta vivir en un país así.

Muy decepcionada porque no ha habido un aluvión de profesionales españoles de la ginecología y la obstetricia posicionándose claramente en contra de, no sólo este tipo de humor chabacano, irrespetuoso, hortera y penoso, sino sobretodo en contra de la ginecolosaugía ejercida por algunos (demasiados) compañeros. En palabras de Jesusa Ricoy:

"En 36 horas tras la denuncia de las dichosas viñetas el lunes pasado tenía varios emails de organizaciones internacionales de peso de matronas y similares que tan sólo por la parte gráfica (cuando aún no se había editado la traducción) ya estaban consternadas por semejante publicación y estaban escribiendo en dos idiomas cartas que se disponían a enviar."

Veo que en este país, para no perder la costumbre y siguiendo con la tradición, nos falta mucho camino por recorrer, siempre detrás de nuestros vecinos.

Pero por otra parte estoy feliz de ver la reacción que se ha orquestado en sólo unos días. De ver que miles de personas de ambos sexos y con diferentes ideologías,  hemos encontrado nuestro punto en común y todos empujamos en la misma dirección, para derribar de una ver por todas al gran Ginesaurus horribilis.

Y feliz porque, entre la apatía de la mayoría de los profesionales de la medicina, se oyen voces denunciando, no sólo las viñetas, sino especialmente las declaraciones de la SEGO y su presidente ante la reacción provocada por las mismas. Muchísimas gracias doctor Sanchez Martos, por su respuesta contundente, dura y coherente, que me tomo la libertad de poner aquí:




Espero que más profesionales del mundo de la medicina tengan el valor de seguir su ejemplo.

Lo dicho, estos días me siento como en una montaña rusa, entre la alegría y la decepción. Pero, en cualquier caso, si algo positivo tiene todo este embrollo es que, como siempre que hace falta movilizarse por una causa justa, se han hecho visibles estas grandes personas que se involucran en las luchas por el bien común, por mejorar las cosas para tod@s. Personas que se pasan horas delante del ordenador, que escriben documentos de denuncia, que consiguen las direcciones donde mandarlos, que abren páginas en facebook para orquestar a la gente, que organizan las recogidas de firmas, que informan a los medios, que diseñan iconos que nos representen, que abren blogs para informar, que dan la cara por todos. No quiero dar nombres porque seguro que me dejo a alguien. Ellos ya saben quienes son. Son la máquina que tira de este tren de seres humanos dispuestos a mejorar el futuro para todos.

A todos ellos:

MUCHAS GRACIAS



4 comentarios:

  1. A mí también me decepciona que no haya habido un "perdón" oficial ante algo tan serio y escandaloso como las viñetas de SEGO, pero, si te soy sincera, me parecía poco probable que se produjera.
    Lo importante es que todas nos hemos volcado con este tema, hemos publicado post al respecto y hemos dejado bien clara nuestra opinión.

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  2. De todo lo que comentas lo que más me cabrea son los comentarios que lees en todos los periódicos on-line donde ha salido la noticia, me carcome por dentro, estoy harta de oir hablar de la libertad de expresión. Que yo sepa la libertad de expresión tiene unos límites y creo que violar el derecho a la dignidad y al respeto al que no sólo tenemos derecho todas las personas sino también en concreto el paciente supera estos límites, no??

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  3. Mucha razón tienes, todo esto deja un sabor agridulce pero quiero creer que las cosas cambiarán poco a poco.
    Un saludo!

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  4. Sinceramente, yo tampoco esperaba que pidieran disculpas. El corporativismo en la "clase" médica es muy fuerte. Profesionales estupendos los hay sin duda alguna, pero otra cosa es echar por tierra a los suyos.
    Gracias por tus palabras, María.

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