sábado, 3 de junio de 2017

LLORAR NO ES MALO. DEJARLES LLORAR, SÍ.



Todos sabemos que en la vida hay lobos con piel de cordero, o manos de hierro con guantes de terciopelo. Pero yo todavía me sorprendo cuando encuentros casos como el que os voy a explicar hoy.

Ayer Sibylle Lüpold, enfermera, IBCLC y especialista en sueño infantil, con la que tengo el honor de colaborar profesionalmente, me preguntaba si conocía a Kel Whittaker, una profesional con extensa formación en la salud infantil fundadora de Institute of Sensitive sleep consulting (Instituto de la consultoría sensible sobre el sueño infantil). 


Y no, no la conocía. Me paseé un rato por la web. Todo eran palabras de sensibilidad y respeto. Respeto por los niños y respeto por los padres. Incluso está asociada a Attachment Parenting International, y exponen sus principios así: 

  1. Ser respetuosos con los estilos de paternidad
  2. Apoyar una relación nutritiva entre padres e hijos 
  3. Alentar la lactancia materna siempre que sea posible y apoyar la elección de la madre. 
  4. Estar actualizado sobre las recomendaciones para un sueño seguro, especialmente a la hora de apoyar a las familias que quieren colechar. 
  5. Escuchar con atención y empatizar con las familias que están pasando por momentos sensibles. 
  6. Mantener un alto nivel de profesionalidad y un profundo apoyo al cliente. 
  7. Considerar los 8 valores de la crianza con apego 
  8. Guiar a los clientes con soluciones personalizadas nacidas de la comprensión y el respeto. 
Suena todo bastante aceptable, aunque hay puntos en los que tienes que asumir que hay un límite. ¿O van a apoyar y respetar a unos padres que utilizan el castigo físico y el maltrato para criar a sus hijos? En cualquier caso, si algo he aprendido en estos 12 años de maternidad, es que la crianza corporal, respetuosa o natural, no se puede imponer desde afuera, sino, si acaso, ayudar a que nazca desde dentro mediante la información y el apoyo. Además, tampoco es una entidad sencilla. Habrá muchas familias que no dan el pecho ni colechen, pero no por eso no están criando con respeto y corporalidad a sus hijos. En eso todos estamos de acuerdo. Hay tantas situaciones diferentes como familias, y lo único importante aquí es que se actúe desde el conocimiento de, y el respeto por, la naturaleza humana. 

Pero unos minutos más tarde Sibylle me mandó este artículo, 


y se me cayó la venda de los ojos. 

En él Whittaker asegura que va a analizar las dos "corrientes" existentes dentro del sueño infantil que todos ya conocemos. En pocas palabras: los que defienden el sueño en solitario y dejar llorar para conseguirlo y los que no. Pero, a continuación, se pasa el resto del trabajo asegurándonos que llorar no estresa a los bebés, que no es malo, que las lágrimas cambian su composición según el tipo de llanto (si, yo también me he preguntado que qué importa eso en este contexto) y, por extensión, no hay nada malo en dejar llorar a los bebés para enseñarles a dormir, ya que el desarrollo de "esta habilidad de por vida", según ella, tendrá suficientes consecuencias positivas como para contrarrestar el llanto producido sólo temporalmente. También asegura algo que todos sabemos: que la privación del sueño tiene efectos negativos importantes, pero no dice nada sobre la posibilidad de que el niño, y la familia entera, duerma de maravilla en compañía. Como si el sueño saludable de todos dependiera de establecer a toda costa y cueste lo que cueste, el sueño en solitario del bebé. 

Nada sobre la necesidad primaria del bebé y niño de estar en contacto con su madre y cuidadores para relajarse y dormir. Nada sobre que separar a un bebé de su madre es uno de los factores más estresantes que puede sufrir la criatura, haya o no haya llanto. Nada sobre que el colecho intencionado sólo ha demostrado, hasta el momento, efectos beneficiosos para todos. Y nada sobre que TODOS los niños sanos acaban aceptando el sueño en solitario cuando están preparados para ello. TODOS. Y esto lo demuestran numerosos artículos científicos a favor de las técnicas cognitivo conductuales. De hecho ella cita uno de los más importantes, el de Price del año 2012, en el que se demuestra que a largo plazo duermen exactamente igual los niños adiestrados y los niños control. Pero ella esto no lo dice así, sino que lo utiliza para argumentar que adiestrar no tiene efectos negativos a largo plazo, pasando por alto que tampoco tiene efectos positivos. Por lo demás, el de Price es un artículo sin capacidad para demostrar los efectos negativos (ni lo positivos), pero no voy a entrar en ello aquí. 

Finalmente la estrategia evidente de todo el artículo es obvia: desviar la atención hacia el mensajero, el llanto, para hacer creer al lector que como el llanto no es malo, provocarlo tampoco lo es. Por supuesto, el llanto en sí mismo no es malo porque es un mecanismo de defensa y adaptación al estrés. Hay llantos diferentes y es evidente (y está demostrado científicamente) que todos nos sentimos mejor después de llorar que antes (sí, ella también utiliza este argumento). 

Pero dejemos las cosas claras. El problema no es el llanto, el problema es provocar la situación de estrés que provoca el llanto. O que no lo provoca, porque Middlemiss, a la que Whittaker también cita, demuestra que los bebés adiestrados siguen estresados aunque ya no lloran. Por cierto, que Whittaker asegura que en el trabajo de Middlemiss los bebés se estresaban porque no les permitían a sus madres verlos, cuando lo cierto es que también se valoraba el estrés de la madre al ver a su hijo llorar o cuando lo veía supuestamente tranquilo, llegando a demostrar que cuando el bebé lloraba la madre estaba estresada (como el bebé) pero que cuando no lloraba la madre se relajaba (a diferencia del bebé), por lo que se producía una desincronización. Es precisamente esta desincronización la observación más relevante de este estudio. Imposible, por lo tanto, que sea verdad lo que asegura Whittaker, de que las madres no podían ver a sus bebés. (¿Se habrá leído el artículo?). En cualquier caso, intentaré contactar directamente con Middlemiss para que me explique este punto. 

Por lo tanto, aquí lo cuestionable no es el llanto de un bebé, sino la imposición de una situación estresante para el bebé. Una imposición absolutamente incompatible con las palabras "respeto", "sensibilidad" o "empatía". Siendo conscientes de que muchas familias decidirán el sueño en solitario por múltiples razones, y respetando esta decisión, creo que es obligatorio que cualquier consultora del sueño realmente respetuosa tenga muy claro que imponer este comportamiento creando una situación de estrés aguda (que generalmente generará un fuerte estallido de llanto como manifestación del estrés sufrido, aunque no siempre) no es ni científica ni éticamente aceptable. 

Por lo demás, sólo me queda destacar que en este contexto no son aplicables observaciones como la de que los bebés no siempre lloran por estrés porque un trabajo demostró que los bebés con cólicos no tenían el cortisol más alto que los bebés control. En nuestro caso creo que no hay lugar a dudas de que los bebés sí están estresados, y eso está demostrado. De hecho, repito, en esta situación Middlemiss observó que están estresados incluso aunque no lloren. 

Así que mucho cuidado. Que no os hagan matar al mensajero (el llanto) mientras os cuelan el lobo (la imposición del sueño en solitario mediante una técnica conductista irrespetuosa) en el rebaño. 




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