Estoy enfadada. Muy enfadada. No debería escribir con semejante cabreo dentro, pero como llevo ya dos días y no se me pasa, más vale que lo suelte y que sea lo que Dios quiera.
Todo ha comenzado con la visualización del programa Estando Contigo donde Irene García Perulero y Gema Lendoiro participaron con la sana intención de debatir sobre un tema tan controvertido y de implicaciones tan profundas como es la maternidad subrogada, esto es, la gestación de bebés en el útero de mujeres que reciben dinero a cambio de este servicio.
Estoy muy enfadada con Tamara Gorro, quien convirtió todo el programa en un bochornoso espectáculo telebasurero, en el cual se dedicó a repartir insultos a diestro y siniestro, menospreciar a la ciencia (sí, esa misma ciencia gracias a la cual ella es madre, por cierto) e insultar a la inteligencia de los televidentes. Bueno, a la de algunos. Por lo que he leído en los comentarios de su muro de FB, también los hay que han sido engañados por su capacidad interpretativa de celébriti televisiva. Pero cómo puede alguien comportarse y tratar así un tema tan íntimamente ligado a su propia maternidad, es algo que ni entiendo ahora ni creo que llegue a entender nunca.
Porque evidentemente ha sido un engaño, y de los gordos. Puro "espectáculo televisivo" ¿Verdad Tamara? Lástima que las otras dos invitadas fueran con la sana intención de desarrollar un debate serio. Me pregunto donde acaba la "televisión" en vuestra vida, (la de las celébritis, se entiende), si os queda algo a salvo de la infección de "telebasuritis" que parecéis sufrir.
Y me pregunto si sería posible salvar los medios audiovisuales de esta dinámica de amarillisismo barato para el mejor postor. A mí esto sí que me da vergüenza, y no el hecho de que haya mucha gente como Irene, Gema o yo misma que, consciente de las profundas implicaciones éticas, biológicas, médicas, sociales, económicas, políticas y filosóficas que conlleva la maternidad subrogada, consideramos necesario un debate serio, profundo y riguroso que incluya a todos los actores implicados -un verdadero ejercicio de gobernanza- antes de aprobar cualquier legislación al respecto.
"Hay gente que no quiere la felicidad de los demás" repitió hasta la saciedad la señora Gorro. Pues sí. Hay gente que no queremos la felicidad de nadie a cualquier precio, ni siquiera la nuestra. Y somos muchos los que consideramos que hay un mundo más allá de nuestro propio ego y nuestras propias necesidades. Hay mucha gente que a la hora de plantearse ser padres pone por delante de su propio deseo el interés, la salud y el bienestar de la criatura que traerá al mundo. Gente que no está dispuesta a cumplir su voluntad "a toda costa y caiga quién caiga". Gente que no está dispuesta a hipotecar sus valores y sus principios en aras de cumplir incluso el más preciado de sus sueños.
Y por favor, dejad ya esa película rosa-disney sobre mujeres millonarias con tres carreras universitarias, dos doctorados y un máster (1), dispuestas a gestar una criatura en su vientre para hacer felices a unos desconocidos, porque no cuela, de verdad. No cuela nada.
Y si bien admito que existirán situaciones donde la verdadera y más profunda razón que tenga una mujer para gestar en su vientre un bebé del que no será madre -a pesar de todos los efectos nocivos comprobados (tanto para la madre como para el bebé) e incertidumbres asociadas al proceso- sea puro amor y puro altruismo, éstas son y serán muy minoritarias porque, no nos engañemos, dudo que de manera espontánea aparezcan todas la mujeres altruistas que serían necesarias para cubrir la demanda de úteros en caso de que el asunto se hiciera legal en España de la noche a la mañana. Dice El País que 800 parejas acuden cada año al extranjero buscando madres de alquiler. Seguro que si fuera legal este número se dispararía. Demasiado altruismo veo yo que se espera de una sociedad que mantiene miles de personas, mujeres embarazadas, parturientas, bebés, niños, enfermos y ancianos, en un campo de concentración a las puertas de Europa. No, el altruismo es un factor que en esta ecuación es muy, muy, muy minoritario. Los intereses económicos son y serán siempre los dominantes. No nos engañemos, por favor. Y en cualquier caso, ya lo dije antes y lo vuelvo a decir ahora: cuidado con lo que se considera "altruismo" y "acción humanitaria", porque lo que es así considerado hoy, puede descubrirse mañana como la mayor de las infamias.
Al lado de la cara rosa-disney que algunos pretenden presentar como única realidad -y que como ya he admitido, no digo que no exista- tenemos todo un abanico de rostros de la maternidad subrogada mucho más sórdidos, dolorosos, controvertidos y médica y éticamente cuestionables. Esos, aunque muchos no quieran verlos, también están ahí, deben ser puestos sobre la mesa y considerados a la hora de diseñar una legislación.
Legislación que debería tener como principal objetivo la protección del menor que va a ser producto de este procedimiento. Algo que en la actualidad no es una realidad. Ahora, en los países donde es legal, los más protegidos son los futuros padres. En todos los casos y países, el menor corre un serio peligro de acabar siendo un producto desechado en tierra de nadie: abandonado en un orfanato de mala muerte en el país de origen de la madre gestante en el mejor de los casos, o en un cubo de basura de la clínica abortiva de turno en el peor. Que hay "futuros padres" capaces de fecundar varios "úteros" para quedarse con el mejor producto es también una cruda realidad. Que hay "futuros padres" que se han echado para atrás en medio del embarazo porque sus circunstancias han cambiado, es otra puñetera realidad.
Y en cuanto a las madres gestantes, (MADRES, sí, porque cuando una mujer tiene un bebé en su útero, para ese bebé ella es su MADRE, la única que conoce y siente hasta que les separen), admito que tal vez exista esa talentosa y millonaria profesional (la de las tres carreras y el doctorado) con ganas de pasar 9 meses vomitando y con los tobillos hinchados para que una desconocida pueda hacer realidad su necesidad de ser madre. Pero habrá una, no mil. De las otras 999 un número significativo saldrá de las "granjas" de madres de la india, donde alquilan su útero para comprar una casa mejor para su familia. O de mujeres como Sinaida (ver el primer vídeo del enlace), que esperaba poder comprarse un piso con lo ganado y acabó sin dinero y una boca más que alimentar, en su piso viejo, claro.
Esta cara ya no gusta tanto ¿verdad? esta cara ya no es tan agradable de mirar de frente cuando todo tu cuerpo está inundado de instinto mater/paternal. Pero es necesario ponerla sobre la mesa y mirarla. Mirarla, aceptarla y, por favor, no volver a ignorarla ni a negarla.
Y, desde luego, tener un mínimo de vergüenza y dignidad para no convertir en un espectáculo telebasurero una realidad tan importante como el necesario debate social sobre la maternidad subrogada.