viernes, 15 de abril de 2016

LA LACTANCIA MATERNA EN EL BANQUILLO

Traducción: Madre da a su hija (7) el pecho - ¿Violación?. Una madre de Urdorf ZH ha dado el pecho a su hija de ya 7 años. Ahora tiene que comparecer ante el juez. El padre ha ganado la orden penal. 

No sé si han sido los medios de comunicación que, para variar, han dado la noticia a medias, mal y centrada en lo que más podría escandalizar, independientemente de si su atrayente y amarillista perspectiva se ajusta o no a la realidad. O si, por el contrario, realmente se ha condenado a una mujer porque daba de mamar a su hija de siete años. Pero el caso es que desde el momento en que este artículo, Mutter gibt Tochter (7) Brust – Schändung? (en francés aquí), salió a la calle en el periódico 20 Minuten el pasado 13 de abril, muchas madres nos hemos sentido señaladas ante la posibilidad de haber abusado sexualmente de nuestros hijos al practicar la lactancia no interrumpida, también llamada lactancia prolongada, lactancia extensa o, simplemente, lactancia. 

Sí, así de fuerte. Tal y como suena. 

Lo reconozco con la cabeza bien alta y orgullosa de ello: he dado de mamar a mi hijo pequeño hasta los 6 años y 11 meses. Y hemos terminado nuestra lactancia por mutuo acuerdo. Él y yo. Además, durante unas semanas relacté al mediano, que por entonces tenía 5 o 6 años. Lo hice porque me buscaba. Me buscaba mucho. Es un niño sensible, cariñoso y muy necesitado de muestras físicas de amor. Lo había destetado demasiado pronto (para él) cuando tenía unos 18 meses, por causa de mi nuevo embarazo. Desde entonces se chupaba mucho el dedo y le pregunté si lo hacía porque echaba de menos la teta. Entonces me dijo que le gustaría volver a probarla y le dejé. Cada noche durante unas semanas volvió a dormirse al pecho. Unos minutos para el pequeño y unos minutos para el mediano. El pequeño sacaba leche, el mediano ya no. Había perdido el reflejo de succión. Eso me ocasionaba molestias porque al no mamar correctamente me hacía un poco de daño, así que cuando al cabo de unas semanas dijo que ya no quería más fue un alivio para mí. 

Pero, ¿Y si esta relactación del mediano, o la propia lactancia del pequeño, hubiera sido un placer? ¿Hubiera estado abusando sexualmente de mis hijos? Según palabras de Ibone Olza, un 40,5% de las madres lactantes se excitan sexualmente en alguna ocasión durante las tomas, y el 16,7% se excitaban con frecuencia amantando ¿Están todas estas mujeres abusando de sus hijos? ¿Verdad que no? El placer y la lactancia son dos facetas de la sexualidad femenina inseparables, incuestionablemente buenas, naturales y saludables. Y no solo la madre siente, o debería sentir, placer. El hijo también. Para el hijo la teta de su madre es la primera gran fuente de placer extrauterino. Y si no que nos lo digan a las madres que hemos amamantado. O mejor: que pregunten a nuestros niños. 

No quiero escribir aquí sobre lactancia, maternidad, sexualidad y placer porque ya lo han hecho otras antes que yo. Nohemí Hervada, valiente y esclarecedora como muy pocas, tiene dos artículos impresionantes: La lactancia es sexual y Lactancia y Erotismo. Del último quisiera traer aquí este párrafo:
La lactancia es placentera a nivel físico  porque imagino que es la forma de asegurarse que la madre estará disponible durante años para esa función. De hecho, lo es tanto, que muchas veces el deseo sexual tal y como lo percibimos hacia la pareja no aparece en semanas o meses. Muchas mujeres se sienten sexualmente satisfechas en esta etapa cuidando a su cría. No es que nos desaparezca la libido, es que está satisfecha. Y estoy convencida de que si nos quitáramos muchos tabúes y represiones experimentaríamos mucho más placer físico del que experimentamos o que lo reconoceríamos más.
 Y otro artículo valiente y esclarecedor es el escrito por la periodista Ileana Medina, en su legendario blog Tenemos Tetas en el que no habla concretamente de lactancia materna, pero sí de Crianza Corporal, un concepto que, evidentemente, lleva incluido la lactancia materna junto con el colecho o el porteo, y que trata de

 Ofrecer nuestro cuerpo mamífero como SOSTÉN, compañía, contacto.
Y:
 Se trata de algo todavía más íntimo, irracional, intuitivo, mamífero, placentero: se trata de disfrutar del CONTACTO FÍSICO, del goce, del calorcito humano, del piel con piel. 
Se trata de recuperar la corporalidad, de tocar, oler, lamer, chupar. Se trata de vivir la fusión de los cuerpos, de ser libres, abandonar los prejuicios y los tabúes, compartir, estar abiertos y disponibles. 
Se trata de proteger, amar, cuidar, nutrir, gozar, jugar, reír, revolcarse, mezclarse, fundirse, derretirse, amalgamarse, ablandarse, engolosinarse, desmerengarse, enamorarse, atreverse, perder la compostura, aceptar la locura, romper los límites, abandonar la racionalidad y la rigidez, olvidarse del tiempo y los relojes y las normas sociales, desbocarse, abandonarse, dejarse ir, fluir, estar alerta, aprender, crecer, abrirse, desnudarse, rendirse, desarmarse.

Es evidente que la naturaleza ha planeado que la lactancia sea placentera. Que la crianza sea placentera. Las mismas hormonas del placer y el amor implicadas en el coito están implicadas en el parto y la lactancia. Pero en nuestra cultura sólo se permite el placer en el coito. Solo se califica de "sexualidad" la sexualidad coital y falocéntrica. El parto y la lactancia ya no deben estar relacionados con el placer. No. Estos deben ser dolorosos y abrumadores. 

¡Ay! Cuanto dolor han causado y causan estas creencias. Cuantas maternidades rotas, cuantos bebés abandonados lejos de su hábitat natural,  huérfanos de Madre. Cuantas madres muertas y heridas en el parto. Cuantas madres rotas en las lactancias y en las no-lactancias. Cuantos bebés insatisfechos, vacíos de leche y teta. Cuantos adultos arrastrando la herida primal ocasionada por la castración de la maternidad. 

Considerar la lactancia un abuso sexual me parece una de las mayores atrocidades que nuestra cultura puede hacer en contra de la maternidad y, con ello, en contra del bienestar y la felicidad de los seres humanos que formamos parte de esta sociedad. Es, además, una prueba incuestionable de que somos una sociedad enferma. Sexualmente enferma. Creemos que vivimos una era de libertad sexual, pero en el fondo seguimos ignorando nuestra verdadera naturaleza como animales sexuados, mamíferos, primates y humanos. Nuestra sexualidad sigue castrada en manos de una cultura herida donde el dominio del macho ha adulterado todos nuestros comportamientos, sexuales y no sexuales. 

Señores, las tetas de la mujer son glándulas mamarias cuya función principal es satisfacer las necesidades físicas y emocionales de sus criaturas. Las tetas femeninas son la encarnación del amor maternal. Nunca, y digo, NUNCA, podrían ser utilizadas como herramienta de abuso sexual. Para la madre y el hijo el pecho es una fuente de placer, sí, incluso puede considerarse placer "sexual", pero no coital. No sé si pillan la diferencia, pero es inmensa.

La sexualidad coital es la sexualidad de los adultos. Esa sí daña a los menores, porque no están preparados todavía para ella. Precisamente el otro día una amiga me enseñaba en Facebook un vídeo de unas niñas bailando como solo debería bailar una mujer adulta. Eso para mí SÍ ES ABUSO SEXUAL e HIPERSEXUALIZACIÓN de un menor. Como esta foto de la derecha. A los responsables de este tipo de fotos y comportamientos los metería yo en la cárcel.

Pero la lactancia, un acto fisiológico del que hasta hace muy poco dependía la vida y el bienestar de los hijos, la fuente primal del amor y el deseo maternal, cuyo funcionamiento está orquestado por todas esas hormonas que orquestan la vida sexual de la mujer, nunca puede ser una herramienta de abuso, y mucho menos sexual porque:

- La lactancia es sexualidad, pero no es sexualidad coital. 
- No puedes obligar a un niño a mamar. 
- Por el contrario, los obligamos a destetarse mucho antes de lo que la naturaleza tiene dispuesto. Según la antropóloga Kathy Dettwyler la edad natural  máxima del destete sería alrededor de los 7 años y la mínima de los 2 años y medio. Así que ya me diréis como se quedan nuestros niños en una sociedad donde no se llegan ni a cumplir los 24 meses mínimos recomendados por la OMS: la edad media del destete en nuestro país es de unos (tristes) 6,3 ± 3,8 meses. Y esto lo vemos claramente las madres que decidimos no interrumpir nuestra lactancia: la mayoría pasan los 5 años, llegan a los 6 y a los 7, para luego abandonarla tranquilamente, sin traumas ni lloros, de manera natural y relajada. Y los últimos meses, o años, dudamos de si realmente están bebiendo, porque no nos notamos la leche y ellos parecen que ya no tragan. Pero dicen que sí, que sigue saliendo y está muy rica. Y te piden, te piden ellos, por lo general por la mañana al despertar y a la noche, para relajarse y dormir, y a veces cuando hay un disgusto insuperable o un chichón especialmente doloroso. Porque la teta cura, consuela, relaja y, sobre todo, está muy muy buena. Deliciosa, dicen. 

Mi hijo pequeño todavía, cuando me abraza o se acurruca en mi regazo, me dice: "mamá, hueles a teta". Y es que teta es sinónimo de amor maternal. Y ese olor le acompañará toda su vida para recordarle que existe un lugar en el universo donde todo es amor, calor, seguridad y consuelo, 

".... en la media luna del pecho"

como dijo el enorme Miguel Hernandez. 

Un lugar que será suyo para siempre.



3 comentarios:

  1. Wow, María! Precioso! Perfectamente explicado! Parece mentira que la necesitemos de la ciencia para ver lo natural. Y sí, nuestra sociedad da asco. Dan asco los valores. Da asco que una madre tenga que ser juzgada por amamantar a su hijo de 7 años...Gracias por esta entrada. Un abrazo

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  2. Es increíble que aún se sigan juzgando cosas así. La lactancia debe ser respetada tanto por la madre, el lactante y sobretodo por la sociedad.
    Tu explicación me ha conmovido, me encanta.

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  3. Me encanto el articulo, felicidades!!!! El machismo de la sociedad lo ensucia todo, pena.

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