Ya se me ha pasado, gracias a Dios, la época "activista de la maternidad perfecta" por lo que ya no voy denunciando a diestro y siniestro los comportamiento, comentarios y mentalidades que yo considero obsoletos, retrógrados, antinaturales y hasta violentos en el mundo de la maternidad. Con los años he ido aprendiendo que cada uno tiene su camino personal y nadie desde fuera puede, o al menos no debería, imponer nada.
Lo único realmente útil es la información. Eso sí. Informar sí vale la pena porque puede hacer que mucha gente se cuestione la realidad que vive y encuentre así la motivación necesaria para cambiarla si ésta no le hace feliz. Pero la información se debe dar sin juicios añadidos porque, si no, pierde todo su poder y se convierte en simple adoctrinamiento. Y esto no siempre es fácil, desde luego, sobre todo en temas tan emocionales y primarios como todos los referentes a la maternidad: embarazo, parto, lactancia, crianza, educación...etc.
Por todo esto quisiera que el post de hoy no fuera considerado una crítica o un ataque personal a Antonia Vargas, comadrona del Hospital Materno de Málaga que ha ayudado a traer al mundo a cerca de 6.000 niños y que incluso recibió la cruz de Malta como reconocimiento de su trabajo al servicio de los demás. Ella es, por lo tanto, una profesional de enorme experiencia, reconocida y valorada por su labor, razón por la cual sus palabras, las cuales he podido leer en una entrevista publicada en el Diario Sur de Málaga, nacidas de una visión parcial, "tradicional" y patriarcal del parto y la mujer, merecen ser convenientemente respondidas, con todo el respeto y reconocimiento que ella y su labor merecen.
Lo cierto es que me ha dado una pereza enorme escribir sobre ello. Tengo la sensación de estar repitiendo una y otra vez lo mismo desde hace 5 años, cuando nació mi tercer hijo en un parto REALMENTE respetado, acompañado, fisiológico, instintivo y feliz. Pero si hace falta lo seguiré repitiendo. Cada vez que lea o escuche palabras como las escritas en la entrevista citada volveré a sacarlo a la luz. Creo que es imprescindible hacer visibles otros enfoques del parto, más antiguos y a la vez más actuales, para que todas las mujeres a punto de pasar esta experiencia, o las que ya lo hicieron y no se sienten felices con lo que vivieron, sepan que hay otra realidad posible. Otra realidad que se convirtieron en mi realidad aunque, obviamente, no tiene por qué ser la de ellas.
El parto de mi tercer hijo lo he explicado al detalle en bastantes ocasiones. Fue una experiencia tan intensa y reveladora que durante el puerperio no me cansaba de escribirlo y contárselo a todo el que lo quisiera escuchar. Dentro de una semana mi pequeño cumple sus cinco años y como homenaje a su nacimiento y al derecho que todas las madres y todos los bebés tenemos a tener un parto realmente respetado, voy a volver sobre este tema, esta vez respondiendo directamente a varias de las afirmaciones realizadas por Antonia Vargas.
Ahí vamos:
"A veces cerraba las puertas y le decía a la mujer: Tú no te preocupes que ni yo en la calle te voy a conocer y tú si me conoces me vas a volver la cara. Tú grita y desahógate como puedas. Porque era lo único que le podíamos hacer en aquellos tiempos. Para aliviar el dolor no había nada, sólo las palabras".
Es curioso, pero de ninguno de mis tres partos conservo un recuerdo tan vergonzoso que me obligue a girar la cara si me encuentro a las matronas que me atendieron en ellos. De hecho, la matrona que atendió mi tercer parto, Carolina, sigue siendo parte de mi vida, tenemos por ahí una cena pendiente con otras amigas y mamás atendidas por ella, hablamos de vez en cuando y tenemos contacto a través de Facebook. Y eso que hasta la caca del culete me limpió porque ya se sabe que en el momento del expulsivo, junto con el precioso bebé, siempre sale un choricillo de caca. Que se le va a hacer, bromas de la naturaleza que parece que siempre quiere recordarnos la realidad de lo que somos - puros animales - no vaya a ser que nos pongamos demasiado espirituales en estos momentos extáticos. A pesar de los pesares no siento ninguna vergüenza de mi cuerpo y sus funciones durante el parto. Mas bien todo lo contrario. Siento un profundo orgullo por su sabiduría milenaria, por su fuerza, por su grandeza al ser capaz de reproducir el milagro de la vida entre sangre, fluidos, gemidos y posturas imposibles. Sexualidad maternal liberada. Pura Vida (con mayúsculas).
Y de todas las matronas que me han atendido fue precisamente Carolina la que me dijo las palabras más acertadas en el mejor momento. En el expulsivo - momento en el que yo estaba viviendo una verdadera disociación entre el neocortex, que me gritaba que no era todavía el momento, y el cerebro primitivo, que había comenzado las contracciones finales absolutamente independizado del neocortex el cual, aterrorizado, veía como había perdido totalmente el control sobre el cuerpo - ella dijo exactamente lo que tenía que decir para orquestar todas las partes del mi cerebro: "¡Muy bien! ¡Lo estás haciendo muy bien! ¡Sigue así!".
El neocortex se relajó ("vale, lo estamos haciendo bien...... pues me rindo y le doy el control al viejo"), el dolor del expulsivo disminuyó (así que las palabras pueden ser realmente útiles frente al dolor) y el bebé salió. Ella lo recogió y volvió a decir exactamente lo que debía oír: "Aquí tienes a tu hijo". La frase más hermosa del mundo, no me diréis que no.
Así que no necesité "gritar y desahogarme". Solo gemir y vocalizar en absoluta libertad y confianza, sintiéndome acompañada con la seguridad de que podía "dejarme llevar" por todo mi instinto, sin vergüenzas ni cuestionamientos. Una buena comadrona da esa seguridad, que duda cabe.
"Pues que estamos en el siglo XXI y los hospitales están hechos para algo. Y que yo a mi hijo no lo quiero menos que una que lo haya tenido en su casa".
Sí, los hospitales están hechos para tratar enfermedades. Y el parto no es ninguna enfermedad. Ahora que, reconociendo que es un momento donde las mujeres necesitamos muy especialmente sentirnos seguras y protegidas, no está mal que haya maternidades en los hospitales para los partos de riesgo y para todas las madres que todavía no hemos aprendido de lo que somos capaces, y nos enfrentamos al parto con miedo. Estoy segura de que en el futuro, a medida que el parto y la sexualidad femenina en conjunto se vayan liberando de todas las ataduras patriarcales, las mujeres cada vez parirán más en sus casas, atendidas por respetuosas y bien preparadas comadronas que pueden centrarse en ellas y exclusivamente en ellas. La mejor y más segura manera de parir.
"El parto puede terminar bien de forma natural o si el niño tiene sufrimiento fetal hay que sacarlo como sea. Y drama, ninguno. Les recomendamos que se lo pongan al pecho, que insistan si el bebé no quiere, pero lo de darle de mamar hasta tres años no es realista".
No claro, drama ninguno. Si la intervención es realmente necesaria se hace y ya está. El drama está en las intervenciones innecesarias y en las que se podrían haber evitado con unas condiciones de seguridad, intimidad y confianza que no se dieron. Y darlas era, en gran parte, responsabilidad de la comadrona.
Lo de que no es realista amamantar hasta los tres años ya no requiere ni comentario. Mi niño con cinco años sigue mamando. Y lo que nos falta. Esto es muy real.
Pero lo de que "insistan si el bebé no quiere" sí requiere comentario. Y eso porque al leerlo he visto reflejada en esta frase la denuncia de algunas madres que aseguran que les obligaron a ponerse a sus hijos al pecho aunque no quisieran, ni ellas ni los bebés. No, al pecho no te lo puedes poner cuando el bebé no quiere. Lo que hay que investigar es por qué no quiere - dado que lo instintivo es que quiera - para poder enfrentar el problema correctamente, al menos si queremos tener una mínima posibilidad de encontrarle solución. Y si el bebé no quiere, más que insistir, hay que ofrecer a la madre alternativas mientras descubrimos que pasa y le acostumbramos poco a poco al pecho, para que ella no pierda la producción, el bebé siga recibiendo su leche, y ella se sienta segura, acompañada y bien asesorada. Aquí os dejo el post de la maravillosa Eloísa, en el que explica precisamente un caso en el que el bebé no quiso, por qué no quiso y la actuación correcta para salvar la lactancia. Eso es lo que hay que hacer, y no insistir sin más aunque el bebé no quiera.
"Las parejas vienen informadas y la mayoría la piden (la epidural). También hay algunas que se hacen las fuertes, dicen que no la quieren y luego la piden a gritos cuando a lo mejor ya no se puede. Es que es un dolor incomparable con cualquier otro".
Bueno. Pues resulta que la epidural no es la única opción para reducir, o incluso anular, el dolor. Y precisamente las parejas que vamos más informadas lo sabemos y somos las que, convenientemente tratadas, difícilmente la pediremos. Y no, no pedir la epidural no es "hacernos las fuertes". Al menos en mi caso. No pedir la epidural es ser conscientes de los riesgos que conlleva ponerla y estar informados de todas las herramientas de las que disponemos para controlar el dolor, entre las que se encuentra vivir un verdadero parto fisiológico indoloro de manera natural, que también puede pasar, aunque poca gente todavía se lo crea. El dolor de un parto "mal llevado" es realmente incomparable a ningún otro. El dolor de un parto bien acompañado, sostenido, respetado y liberado es perfectamente aguantable hasta el punto de que puede llegar a desaparecer. De mis tres partos el más doloroso fue, con diferencia, el primero en el que, dicho sea de paso, fue el único en el que me pusieron epidural. El peor dolor fue al final, antes del expulsivo, con la epidural puesta. En el tercero no tuve ni una centésima parte del dolor del primero. Sin epidural ni nada. Solo música, intimidad, seguridad y mucha mucha confianza en mi útero, al que consideré absolutamente capaz de sacar al bebé por donde debía salir.
"Antiguamente había noches que hemos tenido hasta veinte partos para tres matronas. ¿Tú sabes lo que es eso? De decirle a mi compañera: Si la tuya no va a parir, escríbeme el informe que ha sido todo normal, que yo tengo otra".
Desde luego no es manera de atender partos. No me extraña que los partos hayan ido siempre como han ido en semejantes condiciones. Vergonzoso que ellas tuvieran que trabajar así y que las madres recibieran semejante servicio. Para que luego quieran animarnos a parir en el hospital. Yo oigo eso sobre el hospital de mi ciudad y no dudo en quedarme a parir en casa. Esas condiciones son absolutamente incompatibles con lo que cualquier mujer necesita para parir convenientemente. Y no hay más vueltas que darle. Por mucha tecnología que añadan, 3 matronas NUNCA podrán atender a 20 mujeres de parto tal y como cada mujer necesita ser atendida. Hasta que eso no cambie, no cambiará fundamentalmente nada.
Hace casi 5 años tuve una de las experiencias más maravillosas de mi vida: parí a mi tercer hijo en un precioso parto natural, respetado y casi indoloro. Desde entonces me duele mucho escuchar las malas experiencias de madres que, como yo hice con mis dos primeros hijos, se enfrentan a sus partos desde la indefensión aprendida provocada por la opresión patriarcal en la que hemos sido criadas. Que pena, de verdad, que pena. Cuantos partos robados. Cuantos traumas provocados y evitables.
Recuerdo ahora que tras parir a mi primer hijo en un interminable parto intervenido con oxitocina sintética y epidural, cuando íbamos hacia la habitación, mi marido me preguntó si me quedaban ganas de tener más. En ese momento pensé: "¡Dios mío! ¡Como se le ocurre preguntar eso ahora! ¡No vuelvo a pasar por esto en mi vida!" Pero año y medio después volvía a pasar por otro parto, esta vez sin epidural ni oxitocina, pero todavía doloroso por las ridículas intervenciones a las que me vi sometida (en este caso los absurdos cambios de aposento en el hospital a medida que avanzaba el parto: habitación, sala de monitores, sala de dilatación, otra vez monitores en otra sala para, finalmente, pasar al quirófano o sala de partos). De nuevo me quedé con ganas de no volver a parir nunca más, pero la vida tenía otros planes y por eso, cuando vi el tercer positivo de mi vida en un test de embarazo, supe que tenía que poner "toda la carne en el asador". Y así lo hice.
Y lo conseguí:Tuve el parto que nos merecíamos.
Cuando me levantaba de la posición de rodillas en la que había expulsado a mi hijo, con él en brazos, en dirección a la cama donde se produciría el alumbramiento de la placenta, me sentía fuerte, pletórica, inmensamente feliz y con ganas y fuerzas para volver a parir otro bebé en ese mismo momento, si hubiera hecho falta.
Somos muchas las madres que hemos pasado por la experiencia de un parto intervenido o incluso una cesárea y, posteriormente, más maduras, informadas, formadas y liberadas, por un hermoso parto natural respetado. Nos duele el robo de nuestro primer parto y nos sentimos orgullosas de haber sido capaces de encontrar las condiciones que hicieron posibles el otro o los otros partos. Nos entristece ser testigos de lo que se sigue haciendo a tantas mujeres y bebés en nombre de unos protocolos obsoletos que la ciencia ya no apoya. Hay muchas mujeres (y hombres) luchando activa y hasta ferozmente por que las cosas cambien. Todos mis respetos y admiración para ellas y ellos. Yo pongo mi granito de arena con mi testimonio, aunque mi objetivo ya no es convencer a nadie de nada sino, más bien, estar al alcance de la que quiere informarse profundamente sobre este tema, por si mi testimonio y mi experiencia pueden servirle para encontrar la realidad que a ella más le conviene y en la que se siente más cómoda.
En tus palabras noto más calma y más paz que cuando conocí tu blog por primera vez. Me alegro porque así se lee mucho más a gusto, te lo digo con mi total sinceridad. Solo así te escucharán y solo así llegarás al corazón de más personas. Solo así ayudas a más madres.
ResponderEliminarDebo decir que me he emocionado con tus palabras hoy y que parece que hayas descrito todo lo que yo siento y pienso.
Yo también sufrí un primer parto muy intervenido del que incluso, ingenua de mi, pensé que había ido bien y positiva de mi, salí contenta. La información vino a mi, o yo fui en busca de ella sin darme cuenta y aprendí que eso no había sido un parto normal, aprendí que un parto podía ser realmente tal cual me lo había imaginado en mi virgen mente antes de dar a luz a mi primera hija: romántico y dulce.
Con mi segunda hija por suerte ya había adquirido todos los conocimientos que necesitaba y ello me llevó a tomar una de las decisiones más importantes de mi vida: dar a luz en mi casa también. Tube que lidiar con mi marido, que al principio se negó rotundamente. Poco a poco y con mucha calma le convencí (y sino le hubiera obligado, es mi cuerpo) y debo decir que hoy por hoy es pro-parto natural y en casa, jeje.
Logré vivir el parto de mis sueños, el que había imaginado desde siempre, el que mi subconsciente sabia que existía. Logré ese parto que tanto me ha unido a la naturaleza y a la vida, ese parto que me ha hecho sentirme una diosa.
De este parto hace ahora 3 meses, aun lo tengo muy reciente y aun lo cuento en muchas ocasiones a todo aquel que desea escucharme porque no me canso de explicarlo y explicarlo y creo que nunca me cansaría. Ojalá más mujeres puedan vivir lo que nosotras hemos vivido porque no hay satisfacción igual.
P.D: no se si soy bienvenida por estos lares pero me ha sido imposible evitar comentar. Enhorabuena por tu post de hoy y buenas noches.
Muchas gracias gran mujer, por compartir....claro que si eres bienvenida, toda experiencia nos hace crecer a todas las que leemos los comentarios.....un fuerte abrazo bonita...Teresa de Barcelona....
ResponderEliminarDuermefeliz, gracias por tu comentario. Por supuesto eres bienvenida aquí. Supongo que lo dices porque tenemos desacuerdos en algunos aspectos. Bueno, siempre que podamos debatir desde el respeto cuando estos aspectos se pongan sobre la mesa no tengo problema. Y eso no significa que no tengamos puntos en común, como es este caso. Me alegro mucho de tu maravillosa experiencia de parto y enhorabuena por tu reciente maternidad. Supongo que escribirás sobre él en tu blog (si no lo has hecho ya) o eso espero. Es importante que todo el mundo sepa que otra forma de vivir el parto es posible y que esa posibilidad está ahí al alcance de todos.
ResponderEliminarMi parto lo he relatado y publicado en mi blog y en dona llum y en varias paginas y foros mas. Jeje. Y sobre esto seguiré hablando en mi blog porque me siento con el deber de hablarlo e informarlo.
EliminarOjalá podamos seguir debatiendo, hablando y creciendo juntas desde el respeto. El mundo de la maternidad es infinito. Nunca dejas de aprender. Gracias. Un beso
Lloro leyendo tu entrada.Soy optimista y estoy contenta de tener en mis brazos a mi hijo de seis meses,al precio al que sea.
ResponderEliminarYo no tuve un parto natural,acabó en una cesárea después de estar horas intentando que las "cosas"fueran como yo creía que debían ir.
Porque yo siempre quise que hablara la naturaleza y,paradojas de la vida,acabé siendo el centro de muchas miradas indeseadas.Libremente decidí la epidural porque necesitaba que todo terminara pronto.Me había quedado casi sin liquido,mi hijo llevaba tiempo sin crecer,con dos vueltas de cordón y braquicardias.
Así que,pasó lo "inevitable".Y yo lo he vivido positivamente porque ha merecido la pena:mi hijo está sano,durmiendo a mi lado,alimentado exclusivamente con mi teta(otro reto que si he logrado superar y con el que ambos disfrutamos).
Ha sido duro,pero aquí estamos.Lo que no logro evitar es seguir añorando lo que nunca pasó:un parto natural.Me siento terriblemente mal,acomplejada por no haber vivido esa experiencia,porque mi hijo tampoco la haya podido vivir.Echo de menos lo que nunca he tenido.
No puedo evitar envidiar a las madres que "parieron" de verdad,igual de madres que yo,pero que lo empezaron todo como se debe.Ojo,no se si,dadas las circunstancias,podría haber sido de otro modo.
Y,¿sabéis?tengo miedo de estar condenada a volver a pasar otra vez por esto.Quisiera temer mas hijos,pero parirlos como siempre soñé.No se si será posible.
Gracias por existir.Gracias por brindarme la posibilidad de "decir" lo que nunca antes había "dicho".
Gracias a todas aquellas que luchan( me incluyo) por cambiar la forma de criar,por respetar a los hijos,por tratarlos como queremos ser tratados.Muchos besos.
Hola, me llamo Jeimi y soy mamá de un niño llamado Jaume que nació en mi casa en Barcelona. Comprendo tu postura, tener un parto en casa es la cosa más linda que existe porque siente que tu cuerpo trae una nueva vida al mundo.
ResponderEliminarAunque pienso que cada mujer tiene derecho a elegir el parto más adecuado para ella. Los procedimientos invasivos como la cesárea deberían reservarse sólo para los casos más urgentes. Por ejemplo,en Argentina, mi país de origen, el parto por cesárea se ha convertido en una epidemia. Hasta el punto que en una buena parte de los partos que tienen lugar en sanatorios de mi país de origen, recurren a la cesárea de forma exagerada. De igual forma sucede en la mayor parte de Latinoamérica.
Además de forma casi generalizada, la profesión médica no acepta por regla general, el parto sin medicación. Parece que no aceptan que sea la mujer quien lleve las riendas de su parto. En mi caso, soy dermatóloga y en un primer momento, era reacia a dar a luz en casa porque pensaba que los partos sólo podían ser tratados con seguridad en un hospital.
Pero gracias a mi esposo Jordi pude cambiar de opinión. Jordi quería que diera a luz a nuestro hijo Jaume en casa. Y para convencerme me enseñó sitios web donde aparecían testimonios de partos en casa, leí numerosos libros que trataban del tema y acudimos a charlas sobre este tipo de partos.
La verdad es que mi parto en casa fue maravilloso y en todo momento, conté con el apoyo emocional de mi esposo Jordi y el de mi partera.
Gracias por escucharme.
Somos Jeimi, mi esposo Jordi y nuestro único hijo, el pequeño Jaume.