viernes, 21 de enero de 2011

HERMANOS


Ayer leí un estupendo artículo de Mireia Long hablando sobre los hijos únicos. La decisión de tener un sólo hijo o varios es muy personal y creo que - todos estaremos de acuerdo - no hay correcto/incorrecto, verdadero/falso, bueno/malo. Todos decidimos de acuerdo con nuestras condiciones y experiencias. Llevaba ya varias semanas con esta reflexión en el bolsillo y os la pongo ahora. No es con la intención de crear debate porque, como ya digo, no es un tema que admita debate (al menos no en el sentido de encontrar que argumento es más válido), sino simplemente ofrecer una visión diferente a la de Mireia y compartirla con vosotras.

En mi vida creo que sólo me ha faltado una cosa que yo considere realmente importante: hermanos. Soy hija única y esto siempre lo he vivido como algo negativo. De pequeña todos mis amigos y todos mis primos tenían hermanos. Yo era la excepción. Era la “Hija Única”.

Ser hija única estaba (y está) ligado a tener una serie de características bastante negativas: egoísta, egocéntrica, lloricona o excesivamente mimada son sólo una muestra de ellas. Desgraciadamente yo me sentía identificada con cada una, aunque en muchas ocasiones amigas bienintencionadas me decían que yo no era la “típica hija sola”; comentario que solía seguir a las críticas desgarradoras que hacían a una conocida que era (también) hija única.

Pero a parte de la suposición de que yo era, por obligación, una criatura detestable, mi condición conllevaba otra serie de claras desventajas:

1-     La soledad: horas y horas jugando en soledad. A pesar de que mis padres me dedicaban el tiempo que podían y mi madre se preocupaba de traer primitos o amiguitas a casa, la mayor parte del tiempo libre lo pasaba jugando sola. Tal vez estuviera en compañía de mis padres o de mis abuelos, pero para ellos jugar conmigo no dejaba de ser  un tanto “aburrido” (no lo neguemos, para los adultos los juegos infantiles son bastante aburridos. Nos encanta estar con nuestros niños, pero preferimos que ellos jueguen a su bola, mientras nosotros hacemos otras actividades más apropiadas para nuestra edad, como adelantar trabajo, cocinar, leer, o escribir artículos para el blog) y a la larga acababa jugando yo sola a lo que podía, aunque estuviera en compañía de adultos. Acabé siendo una maravillosa cantante en “playback” de “Enrique y Ana” y “Parchís” (por no hablar de “Los Nins” que encima me decían que era igualita a una de las niñas). A los 9 años ya me había leído prácticamente la colección completa de “Los  felices Hollister” y a los 12 había acabado con todo el repertorio de Enyd Blyton.

2-     Ser “lo único” de tus padres: en general el hijo único suele ser un hijo muy deseado y planeado y también suele tener unos padres algo mayores que la media. Esto le convierte en la gran esperanza de sus padres. Es la encarnación de su gran sueño, y eso es una responsabilidad terrible. Si tu les fallas, les falla todo. Si a ti te pasa algo, les dejas sin nada. Cuando ya eres adulto y ellos son mayores, te encuentras sólo frente a su vejez y los problemas que conlleva. También te enfrentarás sólo a su muerte. Y, desde luego, esto no compensa ser el único heredero de sus bienes, como alguna mente frívola me había sugerido alguna vez.

Por lo tanto, si algo he tenido claro es que intentaría por todos los medios no tener un hijo único. Mi gran sueño siempre ha sido una familia numerosa. Gracias a Dios, a la vida o a la naturaleza, mi marido y yo hemos hecho gala de una exuberante fertilidad que nos ha permitido tener 3 bebés en poco más de 4 años. Y aunque parezca una locura no he cerrado el cupo. Todavía estoy abierta a un cuarto embarazo, aunque todo el mundo da por supuesto que sólo bromeo cuando lo comento.

No voy a negar que criar tres niños tan pequeños y seguidos es, cuanto menos, difícil. Hay momentos en los que me supera y siento verdadero pánico. Pero a pesar de los pesares nunca, y digo NUNCA, me he arrepentido de tenerlos a los tres (y tan seguidos). La visión de los tres hermanos jugando juntos, o unos cuidando de otros, o esos primeros intentos de ser negociadores y diplomáticos, o las primeras muestras de empatía que demuestran tener, me compensa la parte más difícil de esta situación.

Muchos días me siento agotada porque cuando no se le cruzan los cables a uno, se le cruzan al otro, y yo tengo la sensación de pasar el día en un continuo de rabietas, gritos, lloros y desesperación. Pero luego un hermano abraza al que llora, u otro intercede a favor del que está recibiendo la regañina y a mí se me abre el corazón. A veces me siento culpable porque no puedo dar a cada uno todo lo que recibiría de mí si me tuviera en exclusiva. Pero luego me doy cuenta de que recibe de sus hermanos algo que no puede recibir de ninguna otra persona. Los celos y las peleas no son más que obstáculos que todos tenemos que aprender a superar, creciendo y aprendiendo a medida que conseguimos resolver las situaciones conflictivas.

Mucha gente que tiene un hijo único me dice que no sabe como lo hago yo con tres. Lo cierto es que no creo que a mí el trabajo se me haya multiplicado por tres, ni mucho menos. En realidad, aunque evidentemente tienes más trabajo, un solo hijo ya da gran parte del trabajo que dan varios niños. Yo creo que en la gran mayoría de casos, especialmente en el mundo occidental en que vivimos, es beneficioso que la atención de los padres se reparta entre varios hermanos. Lo he visto claramente en mi caso y lo veo en los casos de madres amigas que sólo tienen un hijo. Como ejemplo os contaré que mi madre me ha dicho que podía pasarse dos horas dándome de comer (por eso de que yo era “mala comedora”). ¿Creéis que eso era realmente bueno?  En cambio yo pongo la comida delante de mis tres hijos; unos días come un hermano pero los otros dos casi nada, y al día siguiente el que comió ayer casi no come y los otros dos arrasan con todo y se pelean por el último trozo. No tengo tiempo de estar haciendo el avión durante dos horas a uno o a otro, lo que no quita que si uno se hace el remolón sea yo el que le de con la cuchara o el tenedor. A veces se lo toman como un juego, o los mayores tienen celillos del pequeño, y tengo que estar dando a los tres en la boca, como si fueran los tres bebés. Otras veces el pequeño se empeña en comer el sólo, como los mayores, e incluso prefiere coger del plato de cualquiera de sus hermanos (he desistido en ponerle comida diferente a él porque no come nada que no vea comer a los otros). Mientras los vea sanos y fuertes y yo les ofrezca comida sana y natural no me preocupo de si comen más o menos. Así, las comidas distan mucho de durar dos horas, y son más divertidas, formativas y nutritivas que las dos horas de lucha que mi madre pasaba conmigo. Si yo hubiera tenido un par de hermanos mi madre no se hubiera podido permitir pasarse dos horas dándome de comer. Eso hubiera sido beneficioso para todos, segurísimo.

Claro que también hay situaciones que se complican bastante por ser tres hermanos. Por ejemplo a la hora de salir de casa, sobretodo en invierno. Es increíble la de ropa que hay que poner a un niño en invierno en este país: interiores, leotardos, pantalones, camisa, jersey, cazadora, pantalones de nieve, bufanda, guantes y gorro. Muchas veces, para cuando acabo de vestir al tercero, el primero se me ha quitado la mitad, ya muerto de calor por la espera. Por no hablar de los días (la mayoría) en los que uno (al menos) no está de acuerdo con salir en ese momento y tengo que estar de negociaciones o, ya agotada, dando ultimatums y órdenes poco compatibles con la filosofía de crianza que intento seguir (Espero que en el futuro me perdonen. Una no es Superman).

Este año que el mayor ya tiene cinco añazos y empieza a hacer actividades extraescolares se me ha añadido una nueva complicación: tener que ir con todos para llevar al mayor a su clase y esperar fuera con los dos pequeños a que acabe. Así que ya me veis saliendo cargada, no sólo de toda la ropa necesaria para los tres y el deporte del mayor, sino de comida y juguetes para entretener a los otros durante la hora que dura la actividad. A veces, cuando me muevo por la ciudad con el cochecito hasta los topes, debo de parecer un vendedor ambulante. Por no hablar de la subida o bajada de autobuses o tranvías: necesito la colaboración de la mitad del pasaje para que me pasen cachivaches y niños antes de que el conductor cierre las puertas y se vaya a toda velocidad.

Pero nada de esto puede eclipsar el gran placer y la gran alegría que me produce ver a mis tres hijos. Tres hermanos que - espero con toda mi alma -  nunca se sientan solos porque, hagan lo que hagan con su vida y vayan donde vayan, siempre sabrán que en algún lugar del planeta (o de la galaxia, vete tu a saber lo que les depararan los próximos cien años) están los demás, siempre abiertos a recibirles con todo su amor.

Un amor que nació en su infancia, en aquellos días donde compartir un dinosaurio era todo un reto de diplomacia, donde los juegos compartidos llenaban las tardes de invierno, donde uno aprendía del otro, donde lloraban y reían juntos, donde luchaban, se reconciliaban, se pegaban y se abrazaban. Un amor sincero, profundo, verdadero y único.  Un Amor entre Hermanos.

10 comentarios:

  1. Una de las cosas que más apena de mi maternidad es que sólo tendré una hija, hija única.... el tiempo y los ritmos de adopción me han cerrado el camino al segundo.
    Pero de verás me hubiera gustado que ella tuviera un hermano o hermana....

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  2. Cuando me quedo sola con Lara es tremendo, no me deja ni un momento para respirar. Sin embargo cuando está también Ana la cosa va mucho mejor, se entretienen juntas, se pelean, se rien, se pegan, se caen, se abrazan, se consuelan. Cuando regaño a una de ellas se va en busca de consuelo con la otra. Y ahora confabulan contra mí para no apagar la tele o no irse a la cama. A pesar de que se llevan más tiempo del que yo hubiera querido, sin duda, que Ana tenga una hermana es lo mejor que he hecho. Siempre se tendrán la una a la otra.

    Besos

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  3. Es muy hermosa tu experiencia y como la cuentas.

    Sin embargo, igual que lo del hijo único, tener varios hijos no garantiza que se vayan a querer "como hermanos" en el futuro. Conozco a muchos distantes, directamente peleados, o que simplemente cumplen la papeleta que les toca.

    Porque eso depende, como todo, de la CRIANZA que les des.

    Y en ese sentido, tanto el hijo de Mireia como los tres tuyos, seguramente van a ser muy felices en el futuro, pero no por ser hijo único o por ser tres hermanos, sino porque han recibido amor, confianza, comunicación, valores y han visto sus necesidades afectivas y emocionales satisfechas.

    La felicidad, la generosidad y el buen carácter de los niños, no depende de los hermanos que se tengan, si no de haber tenido sus necesidades emocionales satisfechas en la infancia.

    Desgraciadamente con lo poco que a veces tenemos las familias para ofrecer, corremos el riesgo de tocar a menos si son varios hermanos. Pero si hay mucho que ofrecer -la alegría compartida es aún más alegría- lo que hace es multiplicarse por tres o por cuatro o por cinco o por los que haya.

    Besos!!!

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  4. Muy de acuerdo contigo. Acabo de darle una hermanita a mi hijo y creo que aunque ahora tenga un poco de pelusilla y demás ( bueno, en realidad lo lleva bastante bien), es el mejor regalo que podíamos hacerle (s).

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  5. Xiao, creo que, como dice Ileana, la felicidad de tu hija va a depender de cosas muy diferentes a si tiene o no hermanos. Además, esta es solo mi experiencia. Otra gente siente y ha vivido lo contrario. En todos los casos sabemos que nuestra felicidad, o capacidad de ser felices, ha dependido más de la crianza y cuidado de nuestros padres. Lo de que yo lo vivo como algo "negativo" es muy relativo eh???? No es ningún drama. En esta vida todos encontramos miles de detalles que nos hubiera gustado que fueran diferentes pero ya está, sin más repercusión. Que hubieran sido diferentes tampoco es garantía de nada.

    Ileana, que curioso, eso del mediano también lo había pensado yo. Mi experiencia con los medianos que conozco coincide al 100% con la tuya!!!!! No se si habrá un estudio, pero echaré un vistazo en el Medline. Mi mediano no es especialmente complicado, tal vez es más dificilillo el mayor, pero si es muy cariñoso: siempre me está tocando, siempre. Me mete la manita debajo del jersey para acariciarme la espalda o la barriga mientras se mete el dedo en la boca y reclina su cabeza en mí. Hace esto especialmente si estoy dando de mamar al peque. Incluso me ha vuelto a coger la teta un par de veces, aunque se le ha olvidado como hacerlo. Pero la cuestión es estar en contacto. Así que le cojo y beso y acaricio todo lo que puedo.

    A veces me falta cuerpo para recibir a los tres a la vez porque son niños muy cariñosos, besucones, acariciadores....... casi creo que mis 10 kilos extras son una adaptación evolutiva para que todos los enanos quepan sobre mí, ja,ja,ja

    Irene, a mí también me pasa: uno solo me reclama mucho más que si están dos o tres. Les encanta estar juntos y a veces yo hasta "les molesto": "Pero que haceis???? Nada, mami nada... tu vete, vete..... que te vayas!!!!!" Miedo me dan a veces ;o)

    Mama reciente, que bie!!!, seguro que tu peque estará feliz, la cuidará y se sentira taaan mayor... aunque a veces tienen sentimientos encontrados y pueden hasta ser un poquitín agresivos por la pelusilla..... pero con grandes dosis de amor para todos todo se supera.

    Muchísimas gracias a todas por los comentarios!!!!!!

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  6. Ile, el comentario que has hecho sobre los medianos ahora no sale y no se porqué. Yo lo he aceptado y está en la sección de comentarios del blog, pero no sale aquí, sorry!!!! Que misterios.....

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  7. Qué interesante lo que has escrito!

    Yo soy hija única, pero mi experiencia fue, en gran parte, diferente. Yo no he identificado nunca con esas cosas que se piensan de los hijos únicos, más bien todo lo contrario. Sí coincido en lo de la soledad y el tener que enfrentarme a la muerte de mis padres yo sola, qué duro, eh?.

    A mi me hubiera gustado tener tres hijos, creo que es "mi número". Pero tal y cómo está mi cuerpo a estas alturas, tras un embarazo muy complicado, una cesárea y hace poco una miomectomía, con el segundo (si es que llega) cerraré el chiringuito. O no, porque esto del corazón ya se sabe!.

    Me ha encantando leer esto, me ha parecido muy inspirador!.

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  8. Es porque lo hice en el post de los aviones, jajaja!!!!

    Qué bien que tú también hayas notado eso.

    Y qué lindo tu peque medianito, cómo busca el contacto!!!

    Por cierto, los kilos "de más" sí que son adaptación evolutiva para las madres, las mujeres en las culturas que premian la maternidad no son tan delgadas como en los cánones occidentales actuales.

    Besos!!!

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  9. Maravilloso lo que has escrito. Yo quiero tener al menos 3 peques y a veces me asusto pero leer cosas como las q tu has puesto hacen que mi miedo se quede a un lado y me deje llevar por lo que realmente quiero. Muy bonita la forma de contarlo, me los he imaginado a los tres en plena revolución y se me ha saltado una lagrimilla. Un besazo fuerte

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  10. Que gusto leerte! Yo aunque tengo hermanos crecí un poco como hija única, mi hermano mayor me lleva 16 años y nunca vivimos en la misma casa, al que me sigue le llevo 14 años y a la más pequeña 15, con lo cual somos una numerosa familia, pero siempre extrañé crecer con hermanos. De hecho mi mamá cuenta que yo siempre le decía: yo te prometo que voy al colegio, pero de regalo tu me tienes un hermanito...
    Kyara por ahora es hija única, pero desde hace unos meses empezó a decir que quería una hermanita, la llama Nana y yo no puerdo dejar de recordar mi experiencia...
    Gracias por compartir tus experiencias!!! besos

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