jueves, 9 de diciembre de 2010

LA GUERRA DE LOS DINOSAURIOS


Creo que debemos de tener un centenar de dinosaurios en casa. Ni el más completo de los museos puede tener una exposición semejante a la nuestra. Hay de todos los tipos, colores y tamaños. Y lo más sorprendente: los niños se los conocen TODOS y cada uno.

Cada dinosaurio tiene una inicial que indica quien es su dueño. Así que están los dinosaurios con una V, los que tienen una O y los que tienen una M. Mis dos hijos mayores (V y O, de cinco y cuatro años respectivamente) ya saben distinguir perfectamente entre las tres letras y no les cuesta respetar la propiedad de cada uno. El pequeño (de 20 meses y dueño de los dinosaurios con una M) ni sabe, ni quiere saber. El sólo tiene una obsesión, o mejor dicho, dos:

-         un triceratops lila
-         un stegosaurus verde

Que haya 5 ó 6 triceratops y stegosauros más no tiene la mínima importancia. Que el triceratops lila y el stegosaurus verde lleven un V, tampoco. Pero para V si que es importante. El sabe exactamente cuales son sus dinosaurios y tiene un lugar determinado (con una postura determinada) para cada uno de ellos. Que en un momento dado no esté jugando con ellos no significa nada. Lo importante es que sus animales tienen su caja y su orden y que ahí es donde deben de estar, y no en ningún otro sitio. Y “ningún otro sitio” también se refiere a las manitas de M.

Supongo que os imagináis la causa de la guerra. ¡Estoy hasta las “narices” del triceratops y del stegosaurus! Parece increíble, pero si algo  ha puesto contra las cuerdas mi intención de aplicar la crianza respetuosa son estos dos dinosaurios.  Hemos pasado una época con cinco o seis berrinches diarios por los dichosos juguetitos.

La escena suele ir más o menos así: M mira la caja de dinosaurios de V durante un ratito. Después viene y me coge un dedo, como siempre que quiere que le acompañe a algún sitio. Me lleva a la caja y la señala. Como V está jugando a otra cosa le digo que coja lo que quiere (tal vez este sea el primero de mis fallos, pero nunca he conseguido distraerlo de su objetivo. Eso ya lo he intentado muchas veces). Feliz de la vida coge los dos animales de su corazón. Al cabo de más o menos tiempo V siempre acaba viendo los dinosaurios en poder de M.

-         Maaaaaaaamaaaaaaaaaaaa, NNNNOOOOOOOOOOOOOO
-         Pero mira V tu no jugabas con ellos. Luego te los pondrá en su sitio
-         PEROOOO SOOON MÍOOOOOOS
-         Pero es tu hermano pequeño y el todavía no entiende de propiedades y tú no los usas ahora…..
-         PEEEROOOO SON MÍOOOOOOS
-         Si, V son tuyos pero el te deja los suyos y….……
-         QUEEE NOOO QUIEROOOO, QUE SOON MÍOOOOOS

En este punto sólo hay dos soluciones:

1-     Cogerle los dinosaurios a M, que con sólo 20 meses  no entiende que son de V y que este no se los deja. El sólo sabe que cuando V se los ve la arma bien gorda. Por eso, el muy pillín, suele esconderse de V cuando los tiene y si V se los descubre viene a refugiarse en mí. A mí me rompe el alma ver llorar a M, tan pequeño y que no entiende nada. He de deciros que el berrinche le dura un buen rato porque él no se deja distraer con facilidad. Las estrategias de darle otros dinosaurios, u otros juguetes, u ofrecerle algo para comer, ¡o incluso ponerle la tele con dibujos! Nunca funcionan durante los siguientes veinte minutos. Ni la socorrida teta, tan útil en otras ocasiones, sirve de nada en estos momentos.

2-     Imponerme a V (sí, lo se, ya le he adjudicado el papel del “malo” de la película), y ya a base de gritos: “LE DEJAS LOS DINOSAURIOS SÍ O SÍ Y SE A-CA-BÓ.  Te los va a devolver en unos minutos y te los dejaremos donde los tenías y como los tenías ¡ Habrase visto niño más posesivo y egoísta, por Dios!!!! Y si lloras así TE TIRO LOS P.T.S DINOSAURIOS A LA BASURAAAAA”.

Como veis ya he perdido los papeles totalmente y “mamá conductista” me posee desde la cabeza a los pies. Soy plenamente consciente de que no soy justa con V. Sólo tiene cinco años y, que caray, son sus dinosaurios. Yo tampoco reacciono muy generosamente si veo a M jugando con mi portátil, por ejemplo. Es posible que le deje un ratito en mi presencia para que no llore y satisfaga su curiosidad, pero si intenta hacer según que cosas (como probar a ver si el ordenador vuela, por poner un ejemplo) se lo quitaré, llore lo que llore.

Podría dejarle muy claro a M que esos dinosaurios no son suyos. Costaría unas cuantas sesiones de no dárselos o quitárselos y llorar pero al final se daría por vencido (creo, no estoy segura porque este niño es muy persistente). Pero me repatea que V no sea capaz de negociar minimamente con su hermano (tú ahora le dejas tus dinosaurios como  él, o mamá, o papá te dejan tal o cual cosa. O razonamientos del tipo: tienes que compartir con tus hermanos para que ellos también compartan contigo).

Todo esto que os he contado me lleva al corazón del problema: V es exageradamente posesivo. No se atiene ni a razones ni a negociaciones. Le importa bien poco estar toda una tarde aburrido y sólo agarrando una de sus posesiones, con tal de que no se la coja alguno de sus amigos o hermanos. Intento explicarle que el placer de compartir juegos con ellos es mucho mayor que el de tener esa cosa, pero no hay manera. Y eso me duele. ¿Sabéis porqué? Pues por que me reconozco en él.

Yo hacía lo mismo. Siempre lo achaqué a ser hija única -por lo que antes de ir al preescolar no tuve que compartir mis cosas con nadie- y por esa actitud sufrí bastante. Pero él  -a pesar de sus hermanos- hace lo mismo, y no parece que esté cambiando demasiado a pesar de las experiencias repetidas de lloros de unos o de otros. Tengo la impresión de que yo le he pasado este defecto, más que por los genes, por mi propio comportamiento. Pero no sé exactamente como. Mi mas preciada posesión, mi portátil, está a su disposición, aunque siempre bajo mi supervisión, por supuesto. No creo que nunca le haya prohibido coger nada con el argumento de que “es mío”. Si algo no puede tocar suele ser porque “es peligroso para ti” o porque “puedes romperlo”. En este último caso somos más permisivos siempre y cuando lo haga bajo la supervisión mía o de su padre.

Supongo que es este sentimiento de culpabilidad el que me hace ser tan dura e injusta con él. Y no es manera, lo sé. Obligarle a dejar sus cosas no sólo es una falta de respeto, sino que además no estoy consiguiendo lo que realmente necesita, esto es, valorar más el hecho de compartir sus cosas con la gente querida, que las cosas por sí mismas.

Yo recuerdo la sensación de frustración y vergüenza que me producían los reproches que recibía cuando tenía esa actitud posesiva tan semejante a la de mi hijo. Frases como “así nunca vas a tener amigos” me hundían en la miseria, pero tampoco me hacían reaccionar en la dirección correcto. Me acuerdo que siempre temía por el “bienestar” de mis posesiones cuando estaban en manos de otras personas. Era superior a mí. El miedo a perderlas me bloqueaba cualquier otro sentimiento. ¿Será lo mismo que siente V?

Creo que él ahora mismo es demasiado pequeño para explicarme el porqué de esta actitud. Y es evidente que no está preparado para compartir sus cosas, que le tengo que dar tiempo. Pero el pequeño M,  su otro hermano O, o sus amigos, tampoco se merecen que él les trate así, sobretodo cuando ellos sí que ofrecen sus juguetes a V, al menos la mayoría de las veces.

Cuando pasa la crisis y tengo a mi primogénito lloroso y abrazado a mí, me siento totalmente derrotada. He fallado estrepitosamente pero lo peor es que no sé como debo de actuar la próxima vez (que la habrá, a menos que tire realmente los dichosos dinosaurios. Pero entonces la tendremos con otra cosa, que más da). Porque los dinosaurios siguen en su caja y M sigue mirándolos un ratito antes de venir a cogerme el dedo.

7 comentarios:

  1. Yo no sabría que decirte...mi hija por ahora es hija única y, como mucho, se puede discutir con su amiga del alma...pero tengo la suerte de tener una niña que vale su peso en oro y siempre deja sus juguetes. Pocas veces tiene una rabieta por eso. A mi me sorprende esa actitud, porque los niños no suelen ser generosos ni compartir sus cosas, pero es que mi hija le dices " déjale esto a fulanita" y se lo deja...

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  2. 1) No te etiquetes ni a ti ni a tus hijos como niño que comparte/niño que no. 2) Que M. respete la propiedad y deseos de V. 3) ANTES DE DARLE JUGUETES AJENOS, ponle voz a M y dile "Este dino es de V y hay que pedir permiso". "¿Me lo dejas?" "No, es mi favorito , pero te dejo este otro juguete (tan feo)" y os reis un poco del pequeño... M entiende mas de lo que crees. Dale la oportunidad a V de ser "el BUENO" , el que decide que juguete dejar (empezando por los viejos, si). Si no comparten es porque valoran sus juguetes, no porque valgan su precio en oro o sean mejores. Os gustaria que alguien toquiteara vuestras joyas???

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  3. Gracias Alicia y tienes razón: las etiquetas no son buenas. Y también lo lógico es que M respete la propidad de V, pero: ¿Quien tiene en cuenta los sentimientos de M? ¿No debería V valorar más los sentimientos de su hermano que a sus propios juguetes? M entiende muchísimo, por supuesto, pero todavía es pronto para que comprenda ciertas cosas..... y para V ya es hora de que comprenda otras! A mí no me gusta que me toquen el ordenador (no tengo joyas!!! no soy mujer de joyas) pero cuando me lo piden, se lo permito. No se lo permitiría a cualquiera, pero sí a mis hijos. Yo no espero que V quiera compartir todos sus tesoros con cualquiera, pero esperaría que lo hiciera con la gente que quiere, porque los sentimientos de estas personas le importan.

    He intentado muchas veces darle la oportunidad a V de ser el bueno. A veces ES el bueno de manera espontánea y eso me hace a mí muy muy feliz!!!!! Pero no es lo más habitual en él. Eso es lo que me preocupa. Esta actitud está resintiendo su relación con sus hermanos y amigos. Todos los crios (y adultos) son posesivos, pero creo que V se pasa un pelín. Y ya se crea una dinámica mala de "no te dejo porque tu no me dejas"........ no creas que para V esos dos dinosaurios son especiales o importantes: si M no se los cogiera, V ni se acordaría de ellos durante días y días. Y eso es lo que realmente me molesta a mí: V sólo se acuerda de ellos si M los coge. Si fuera algo "superpreferidísimo" para él.... vale.... pero la importancia de estos dinos reside exactamente en que son los preferidos de M.

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  4. Ok, nos va a costar...Exprimamos el cerebro, pero estamos en camino: a)cuando ocurra toma como rehenes los dinosaurios, hasta que no comparta.. b) Supongo que no vale comprar 2 iguales? c) Aunque no resuelvas este conflicto, les das las bases: la frustracion es inevitable, consuelate. d) No tengas miedo de que tu hijo se parezca a ti, en lo bueno y en lo menos bueno: EL CAMBIARA CUANDO ELIJA, antes de quedarse sin amigos o hermanos, como pareces creer. A veces para evitar a nuestros hijos caer en nuestros errores les evitamos su propio proceso.DEFENDIA A V. PORQUE NECESITA QUE LO QUIERAS COMO ES ANTES DE EMPEZAR A CAMBIAR. Y PORQUE YO ERA LA PEQUE Y EL TRATO DE FAVOR no me hizo bien: insisto en respetar lo ajeno si V. no se los deja. Eres una madraza estupenda, merece la pena. Animo, guapa, sigue contando estas cosicas porque todas aprendemos...¿Te he dicho que los mios desean todo lo que aparece en la mano del otro?.

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  5. Gracias de nuevo Alicia, me encanta poder discutir sobre el tema y ver diferentes maneras de enfocar estas situaciones. De hecho, esa es la finalidad con la que comencé el blog. A veces me siento muy sóla intentando aplicar una filosofía que comparto pero para la cual me faltan herramientas......

    Pues sí, he tomado como rehenes los dinosaurios, pero no me parece una opción respetuosa para V porque al fin y al cabo, son suyos. Es como si hiciera alarde de mi poder: "yo, mamá poderosa, te quito lo tuyo cuando no me gusta lo que haces". Es muy de técnica conductista, más que de crianza respetuosa ¿no? Y tienes razón, el trato de favor a M no le beneficia. El problema es que cuando acude a mí esperando que le defienda de su hermano mayor, me siento culpable si no hago lo que él espera. Pero claro, el hermano mayor no es un adulto!!!! es otra criatura de 5 años que también espera que yo le apoye, ni le ataque, ni le ponga detrás de nadie!!!!!

    Ayyyyy, el corazón dividido entre mis tres amores. Imposible evitar los conflictos entre niños de 2, 4 y 5 años. Tal vez debería centrarme en los momentos en que ellos SI consiguen resolver estas situaciones sólos, que las hay. Hoy V a permitido que O se lleve su loro de peluche a la guardería. Y se le veía muy contento de ver a O feliz de la vida!!!! tienes razón, Alicia, V aprenderá a valorar más los sentimientos de sus hermanos que sus juguetes..... He aprendido que más que gritos y peroratas, el ejemplo es lo que mejor funciona.

    También yo me he descubierto en errores del tipo: V no dejes tus juguetes desperdigados por la arena del parque porque "te lo cojerán los otros niños". No es que me importe que lo cojan otros niños, sino que sé que V montará una si otro niño coge algo. Pero con esta frase le doy a entender que a mí también me molesta que lo cojan otros niños, o que eso es algo que debemos "evitar", como si fuera algo malo..... debería decirlo de otra manera: recoge para que no se pierdan bajo la arena, por ejemplo....... son pequeños detalles, pero en fin.....

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  6. Esta historia me enternece mucho, di con ella sin querer, andaba buscando imágenes de dinosaurios pequeños y el buscador arrojo la imagen del artículo. Me llamo la atención el título del artículo, lo leí y entonces recordé mi infancia cuando jugaba con mis dinosaurios pequeños que tanto recuerdo en el patio pasando las horas de lo más entretenido. Pero esta historia va más allá y me hizo pensar en mi madre pues conjuga el amor maternal por sus hijos pequeños y el dilema de la crianza e inculca valores en la educación de los niños, todo un desafío¡¡¡ No cabe duda que el trabajo de un padre y sobretodo el de una madre no es fácil, como dice el mismo artículo "reeeducar a mamá". ALas madres son una bendición de Dios. Me gustó mucho (P. D. lo dedico a mi madre a quien amo tanto, el ser al que más adoro en este mundo).

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  7. Esta historia me enternece mucho, di con ella sin querer, andaba buscando imágenes de dinosaurios pequeños y el buscador arrojo la imagen del artículo. Me llamo la atención el título del artículo, lo leí y entonces recordé mi infancia cuando jugaba con mis dinosaurios pequeños que tanto recuerdo en el patio pasando las horas de lo más entretenido. Pero esta historia va más allá y me hizo pensar en mi madre pues conjuga el amor maternal por sus hijos pequeños y el dilema de la crianza e inculca valores en la educación de los niños, todo un desafío¡¡¡ No cabe duda que el trabajo de un padre y sobretodo el de una madre no es fácil, como dice el mismo artículo "reeeducar a mamá". ALas madres son una bendición de Dios. Me gustó mucho (P. D. lo dedico a mi madre a quien amo tanto, el ser al que más adoro en este mundo).

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