De la mano de Carolina, autora del blog La Mamá de Mateo, me llega esta desgarradora historia de inhumanidad, maltrato, prepotencia y crueldad extrema. No me puedo creer que esto haya ocurrido, o que incluso esté ocurriendo cada día en nuestros hospitales. Os advierto que leerla puede afectaros muchísimo, pero no podemos permanecer con los ojos cerrados.
¿Quiénes eran esos profesionales de la salud para negar a estos bebés la oportunidad de luchar por sus vidas, por pequeñas que fueran sus posibilidades de supervivencia?
Pero incluso aunque tuvieran razón en sus predicciones de que los pequeños no tenían la mínima posibilidad de sobrevivir: ¿Quiénes eran para negarles a estos niños una muerte digna en brazos de sus padres? ¿Como es posible que los dejaran morir de frió y soledad en lugar de proporcionarles una muerte cálida, suave, sobre el pecho de su madre o de su padre o de su abuela?
¿Como desearían morir ellos mismos: solos, desnudos y helados sobre una mesa o abrazados por sus seres queridos?
Frente a tanto dolor frío, terrible e inhumano quiero poneros aquí otra historia: La historia del nacimiento y muerte de Kai. También es dolorosa, muy dolorosa, porque la muerte de un recién nacido siempre es terriblemente dolorosa, pero en este caso hay mucho más que dolor. Hay un Amor inmenso que lo inunda todo. Es increíble como el Amor puede enseñarnos su rostro en un momento tan doloroso y traspasar las fronteras del tiempo y el espacio, inundando a todo aquel que comparte la experiencia de Paloma y su familia frente al nacimiento su bebé, muerto al poco de nacer. Una muerte anunciada pero respetada y digna, en brazos de sus padres, rodeado de su calor y de su amor. Paloma y su familia tuvieron que nadar contracorriente, frente a la incomprensión de la gran mayoría que no entendían la necesidad de pasar por eso. Yo lo entiendo. Lo entendí perfectamente cuando a través de las palabras de Paloma, pude ver la muerte digna, respetada y rodeada de Amor del pequeño Kai.
Todos nacemos y todos morimos. Todos tenemos derecho a un nacimiento digno y respetado, y todos tenemos derecho a una muerte digna y respetada, independientemente de que hayamos vivido 1 minuto o 100 años.
Horrible. no he podido terminar de leerlo. Que mal sabor de boca y que mierda. No encuentro otra palabra ¿por qué no se los pusieron a su madre encima' ¿por qué no se los dieron al padre al pecho para darles calorcito? Que asco de inhumanización.
ResponderEliminarNo voy a leer la historia aunque puedo imaginarla, no tengo suficiente valor... hoy estoy, especialmente, susceptible. Pero suscribo todas y cada una de tus palabras. ¿En qué mundo vivimos?
ResponderEliminarUn abrazo.
Dios mío! ambas historias son desgarradoras, leí las dos (aunque con pausas, porque es difícil leer algo tan terrible). Me parece inhumano el trato que se le da a un niño "inviable"... que triste :(
ResponderEliminarMuchas gracias María, por dar a conocer la historia de mi hijo pequeño. La verdad es que las satisfaciones que me ha dado y me da mi chiquitín son impresionantes.
ResponderEliminarHe leído el artículo que compartes y es espeluznante...
Lo leía, lo releía y no me lo podía ni creer....
Fui muy afortunada (tengo una amiga que siempre me dice que tengo "suerte") pues en realidad nadie sabía lo que podía pasar con Kai. Y es que nadie puede conocer los misterios de la vida y de la muerte. Tan sólo teníamos un diagnóstico, digamos que bastante feo.
Tan sólo yo, "presentía" que mi hijo no iba a vivir mucho, pero aún así todos sabemos que mientras hay vida hay esperanza.
No obstante, pude prepararme para lo "peor", gracias a una mujer sabia que una semana antes, me habló claramente y me aconsejó pensase de que manera quería despedir a mi hijo, en caso de que naciese para marchar...
Eso unido a la experiencia que te da la vida, a que ya había parido a cuatro hijos etc....fue lo que hizo que tuviese tan claro que mi hijo de mi no se separaba.
Kai no quiso nacer en otro sitio, seguro que para no complicarnos más la vida....Nació en un hospital, que para mi era y fue una "tragedia", para que nos vamos a engañar....pero pasó de mi panza a mis brazos y de mis brazos a mi pecho y estuvo así calentito el tiempo que tenía que vivir.
Vivió tan sólo unos quince minutos pero durante horas, estuvo conmigo y nos respetaron en todo momento. Pero es que hay cosas que no son negociables....
Siempre recuerdo ese tiempo con la misma belleza, intensidad, fuerza, magia...que cuando nacieron sus hermanos.
El poder tocarle sus piecitos, su pelito, sus manitas, olerleeeee... eso fue su regalo para nosotros: "un regalo para toda la vida".
En un blog que hice durante el primer año de duelo de mi hijo y en este post escribí precisamente del contacto piel a piel:
ResponderEliminarhttp://paideiaenfamiliakai.blogspot.com/2011/02/contacto-piel-piel.html#comment-form
Nunca olvidaré unos días antes de que naciese Kai, que estabamos reunidos con un montón de médicos y cuando les dije que yo lo único que EXIGIA era que no me separasen en ningún momento de mi hijo y que si le tenían que hacer algo tendría que ser conmigo.
Entonces un médio socarrón me preguntó la razón (se pensaría que éramos de una secta o algo así)
Le comenté que era por los beneficios del contacto piel a piel....Y claro imagínate la sonrisa burlona y me dijo: Pero eso es muy bonito cuando todo va bien pero en su casooooo.
Pues precisamente en el caso de mi hijo era vital....pues no iba a tener tiempo para recuperar esos minutos.
Pero ¡¡¡NO LO VEN!!!!
No lo ven, Paloma, no lo ven.......... y es una tragedia que no lo vean porque muchas madres se quedan con un agujero negro de dolor amargo en el alma de por vida por culpa de que los profesionales (y muchas veces ellas mismas y sus familias) no lo ven. Y muchos niños mueren como esos mellizos. Es tragiquísmo que la excepción seáis vosotros y la norma lo otro.....
ResponderEliminarque horror...
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