martes, 28 de febrero de 2012

SOBRE LA CIENCIA QUE NO EXISTE PARA EL DOCTOR ESTIVILL

Me lo estoy pasando de maravilla.

Como muchos de vosotros ya sabréis, a raíz de las declaraciones del doctor Estivill en un par de entrevistas sobre la falta de controversia en el mundo científico sobre  la bondad de sus métodos de "adiestramiento" y la inconveniencia" del colecho - controversia que, según él, soló se encuentra en internet (y entre "marujas") -  me he propuesto demostrar la existencia de bibliografía científica  (esto es, convenientemente publicada en las revistas especializadas por las que se guían todos los científicos del planeta) sobre los beneficios del colecho, además de sobre posibles efectos adversos de los métodos conductistas que tratan de "enseñar" a dormir a los niños.

Os confieso que no es tarea fácil para mí porque no tengo acceso a la gran mayoría de los artículos completos que encuentro, sólo al abstract o resumen inicial, y eso es bastante frustrante, ya que tenerlo facilitaría y aceleraría muchísimo mi trabajo. Pero a pesar de mis limitadas herramientas voy obteniendo muy buenos resultados para mostraros.

De hecho tengo tantos resultados que no me basta un sólo post para enseñároslos, si no quiero limitarme a publicar una interminable lista de artículos publicados en revistas científicas internacionales sin tiempo ni espacio para traduciros y explicaros las implicaciones de al menos los más importantes de ellos. Esto llegará, no de momento y tal vez no en este espacio, pero llegará.

Pero para empezar a "haceros la boca agua" y mostraros un poquito de como está el asunto a nivel internacional, voy a presentaros en este post  a dos profesionales que debaten abierta y calurosamente sobre este tema en el mundo de congresos y artículos científicos y que están a favor del colecho y en contra de los métodos defendidos por el doctor Ferber, maestro de nuestro doctor Estivill.

El primero es el profesor James J McKenna, director del Laboratorio del Comportamiento del Sueño de Madres y Bebés de la Universidad de Notre Dame (Indiana, Estados Unidos). El profesor McKenna es una autoridad mundialmente reconocida en el estudio del los efectos del colecho (entendido como compartir cama) entre madre y bebé. Entre sus logros profesionales se encuentra el ser miembro de la Sociedad Americana para el Avance de la Ciencia, una de las sociedades científicas más prestigiosas del mundo a la que se unió en el año 2009 como reconocimiento a su labor científica. Sus publicaciones tanto en libros como en artículos publicados en revistas científicas internacionales de alto índice de impacto son numerosas y difícilmente ignorables.

El segundo, o más bien la segunda, profesional es la doctora Margot Sunderland, directora del Centro para la Salud Mental del Niño de Londres. Miembro visitante honorario en la Universidad Metropolitana de Londres, miembro asociado del Colegio Real de Medicina de Londres, además de psicoterapeuta infantil con más de veinte años de experiencia trabajando con niños y familias. Es autora de más de veinte libros en el campo de la salud mental infantil, los cuales han sido traducidos a dieciocho lenguas y publicados en 24 países. Entre estos quiero destacar uno mundialmente conocido: "The science of parenting", traducido en español como "La ciencia de ser padres", en el cual, basándose en la recopilación y estudio de más de 800 trabajos de investigación, recomienda de forma contundente practicar el colecho con los hijos hasta los cinco años de edad, ya que lo considera una práctica muy beneficiosa para que los niños crezcan sanos y tranquilos

Estos dos prestigiosos y mundialmente conocidos profesionales son sólo una pequeña muestra de todos los que día a día, estudio tras estudio están demostrando lo que el doctor Estivill no quiere ni ver ni admitir: que el debate no está solo en internet, sino que está, y está al rojo vivo, en el mundo de los congresos y las publicaciones científicas.

Yo no niego que haya estudios y profesionales demostrando lo contrario de los que hoy aquí he citado, tal y como declara el doctor Estivill. Los hay. He encontrado algunos y sé que encontraré muchos más de esos artículos a los que  hace referencia, aunque no cita convenientemente, y los analizaré en detalle. Tengo mucha curiosidad por sumergirme en el debate a fondo y mucho interés por mostrároslo abiertamente para que con todos los datos en la mano, sin medias verdades ni intereses de por medio, todos podamos decidir que es lo mejor para nuestras familias.


07/06/2012

Actualizo este artículo para añadir el enlace del último de la doctora en psiquiatría infantil Ibone Olza. Así podréis añadir a los profesionales aquí citados los que ella cita y a ella misma. No dejéis de leerlo:

Desmontando a Estivill

Diciembre 2012

Actualizo de nuevo para presentaros el proyecto que fue engendrado el día que escribí este post: La recopilación más completa y actualizada sobre el sueño infantil que existe hasta el momento en español:

domingo, 19 de febrero de 2012

SOBRE LAS AGUDAS RESPUESTAS DEL DOCTOR ESTIVILL CUANDO SE LE PREGUNTA SOBRE EL COLECHO.

Cada vez que leo declaraciones de doctor Eduardo Estivill se me llevan todos los demonios y hasta que no escribo un post analizando y desenmascarando sus verdades a medias no me quedo tranquila. En este caso se trata de una entrevista publicada en la web Desarrollo Infantil, en donde el doctor Eduardo Estivill y el doctor Carlos Gonzalez dan su opinión sobre el colecho. Cuando la leí me recordó a otra entrevista publicada en El País hace unos cuatro meses, en la que Estivill sigue la misma estrategia: basar la defensa de su método en los supuestos e infalibles estudios científicos que demuestran que su sistema es lo mejor de lo mejor para nuestros hijos, a la vez que menosprecia e ignora los que no le dan la razón, mintiendo descaradamente al respecto.

"Las opiniones en contra de todo lo que nosotros enseñamos en los libros solo están en Internet. No hay un solo artículo científico ni una sola controversia y crítica en las sociedades y el mundo científico. (Esto es, simplemente, una mentira como un elefante de grande)No he inventado nada: mi mérito es saber poner en palabras sencillas lo que la ciencia ha ido descubriendo. Internet no es un foro científico: cualquiera pueda hacer de médico o de periodista. Mi actitud es siempre la misma: no entrar en controversia con esas opiniones" (Por supuesto, señor doctor, porque se está quedando sin argumentos. Así mejor no debatir).

En la entrevista que cito primero, además, riza el rizo señalándonos que todas las sociedades médicas en relación con el tema (de pediatría y del sueño) dan estos estudios por buenos y le apoyan. De hecho, las cortantes e inexactas respuestas del doctor Estivill hablan por sí solas sobre la actitud defensiva  de su autor, así como sobre su falta de argumentos convincentes para defender su postura y su método. No hace falta molestarse en demostrar su falta de rigor pero como yo no me sé estar ni quieta ni callada, me he ido a comprobar algunas de sus respuestas.

Mis primeros "ojos como platos en cara de incredulidad absoluta" han sido ante esta respuesta a la pregunta de si es bueno que los niños duerman en la misma cama que los padres: 

"Los datos científicos publicados y aceptados por las sociedades científicas no recomiendan su práctica. Entre ellas se encuentran la Sociedad Americana del sueño, la sociedad Española de Sueño, la Sociedad Americana de Pediatría y la Sociedad Española de Pediatría. De todas ellas soy miembro activo y es allí donde comunicamos nuestros trabajos"

Me he ido directa a la página web de la Sociedad Española de Pediatría y allí he podido leer su recomendación completa:

"La manera de dormir de los mamíferos se ha visto determinada, tras miles de años de adaptación, para garantizar su supervivencia. Los humanos, al ser los más dependientes durante el primer año de vida, muestran conductas encaminadas a fortalecer la relación con su cuidador, casi siempre la madre. Ésta representa la fuente de alimento, calor, protección, consuelo y soporte a las necesidades del recién nacido. El hecho de que el bebé se despierte con facilidad y llore en solicitud de alimento y estimulo, disminuye el riesgo de que sufra bajadas del azúcar corporal (hipoglucemia) y asfixia (apnea). Por otro lado, la leche materna facilita que el niño coja el sueño, en parte porque contiene triptófano, una sustancia que actúa en el cerebro como inductor del sueño.


En toda la historia de la humanidad los niños han dormido con sus padres. Esta práctica se llama colecho cuando se comparte la misma cama. El contacto continuo favorece el desarrollo del vínculo afectivo, el bienestar del bebé, el desarrollo neuronal y la capacidad de respuestas adecuadas ante situaciones de estrés. Estudios recientes demuestran que la cercanía del niño y la madre facilita el mantenimiento de la lactancia materna y que ésta tiene un efecto protector frente al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. También se sabe que el colecho es mas frecuente en los niños alimentados al pecho que en los que reciben lactancia artificial.


Conforme maduran las funciones fisiológicas del niño va cambiando su manera de dormir. A medida que se hacen mayores, los bebés se despierten más por la noche (no menos, como muchos piensan). Cuando el niño tiene alrededor de un año de edad, el grado de desarrollo alcanzado por su cerebro le permite tener pesadillas que le despiertan asustado y a veces agitado. En ese momento, el niño busca refugio y consuelo junto a sus padres, en quienes tiene depositada su confianza afectiva. Hay que conocer los patrones normales de sueño para aceptarlos mejor. También hay que saber que no hay soluciones mágicas para evitar los despertares nocturnos y que el sentido común debe primar.


La decisión de dormir con sus hijos debe ser una opción de los padres. Tal decisión va ligada a la cultura y a los deseos de cada familia sobre la relación con sus hijos. A los profesionales de la salud, médicos, pediatras y enfermeras les corresponde reforzar este tipo de práctica, dando información sobre ciertas circunstancias que pueden acarrear mayor riesgo para los niños si se practica el colecho, principalmente entre los menores de 6 meses de edad, en este sentido se deben establecer las siguientes recomendaciones:


- El niño debe dormir siempre boca arriba.
- Siempre debe dormir sobre una superficie firme, sin almohadones, cojines ni peluches.
- Evitar arropar al niño en exceso (mantas o frazadas gruesas).
- No dormir en la misma cama si los padres fuman.
- Tampoco se debe practicar colecho si los padres consumen alcohol, drogas o medicamentos que    disminuyan su capacidad de respuesta.


Si concurre alguna de estas circunstancias el niño debe dormir en la misma habitación de los padres con la cuna al lado de la cama o en una cuna tipo "side-car" (superficie independiente adosada a la cama de los padres)."

Yo no sé vosotros, pero por aquí no veo por ningún lado ese rechazo unilateral al colecho que declara el doctor. Lo cierto es que, si leemos la primera entrevista que cito, no son precisamente las respuestas del doctor Estivill las que más se ajusta a estas recomendaciones, sino las del doctor Carlos Gonzalez.

Sigamos. Me pica la curiosidad y me voy a ver lo que la Academia Americana de Pediatría recomienda.

Según he podido leer en un articulo del año 2005 y en una actualización del mismo publicada en el año 2011 - ambos publicadas en Pediatrics - la Academia Americana de Pediatría hace una clara diferenciación entre compartir habitación con el bebé o room-sharing y compartir cama, o bed-sharing, ambos llamados colecho en español (o co-sleeping en inglés). En ambos artículo recomienda compartir habitación mientras que desaconseja compartir cama, todo ello como medida preventiva de la muerte súbita del lactante y haciendo referencia a bebés menores de 6 meses (en el primer artículo citado hablan de bebés menores de 11 semanas). Ni una palabra sobre bebés mayores de seis meses o niños de varios años.

Cito textualmente:

"There is evidence that this arrangement decreases the risk of SIDS by as much as 50%, and is safer than bedsharing or solitary sleeping (when the infant is in a separate room)."

"Hay evidencia de que este arreglo disminuye el riesgo de muerte súbita hasta en el 50%, y es más seguro que compartir cama o dormir en solitario". 

O sea, que la manera más segura de dormir para un bebé menor de seis meses es en la habitación de sus padres aunque no en su cama. Así que el doctor Estivill parte de razón sí tiene,  pero se olvida de puntualizar de que lo desaconseja en un rango de edad muy concreto por su supuesta, y todavía muy controvertida, relación con la muerte súbita del lactante, además de que a la vez aconseja compartir habitación, dato que debería ser de extrema importancia para el autor de "Duermete niño". 

Pero ¿Y para niños más mayores? Yo no he conseguido encontrar ninguna recomendación, ni a favor ni en contra del colecho en ninguna de las dos sociedades de pediatría. Si alguno de vosotros sabe más que yo os agradecería que me informarais. Lo que sí he encontrado en las recomendaciones de ambas sociedades son referencias a los beneficios del colecho, algo que el doctor ignora absolutamente cuando, ante la pregunta de la entrevistadora: 
Perjuicios o beneficios del colecho.

El doctor responde: 

No hay trabajos científicos que muestren beneficios. Sólo inconvenientes.


Esto no es cierto. Tal y como citan ambos artículos de Pediatrics, el colecho ha demostrado importantes efectos positivos sobre la lactancia y  la relación madre-bebé. Estas son las referencias:

* Mosko S, Richard C, McKenna J. Infant arousals during mother-infant bed sharing: implications for infant sleep and sudden infant death syndrome research. Pediatrics. 1997;100:841– 849

* McKenna JJ, Mosko SS, Richard CA. Bedsharing promotes breastfeeding. Pediatrics. 1997;100:214 –219

Y lo mismo puede decirse sobre lo escrito por el Comité de Lactancia Materna de la Sociedad Española de Pediatría que, además de lo anterior, añaden como efectos beneficiosos mayor bienestar del bebé y mejor desarrollo neuronal. Se atreven incluso a decir que el efecto beneficioso que tiene el colecho facilitando la lactancia materna podría facilitar la prevención de la muerte súbita, tema que, como ya hemos indicado anteriormente, según la AAP hoy en día todavía es extremadamente controvertido. Tal y como dice Horsley et al en su artículo: Benefits and harms associated with the practice of bed sharing: a systematic review. Arch Pediatr Adolesc Med. 2007 Mar;161(3):237-45.

"Evidence consistently suggests that there may be an association between bed sharing and sudden infant death syndrome (SIDS) among smokers (however defined), but the evidence is not as consistent among nonsmokers. This does not mean that no association between bed sharing and SIDS exists among nonsmokers, but that existing data do not convincingly establish such an association."

"Las evidencias sugieren de manera consistente que puede haber una asociación entre colecho (entendido como compartir cama) y el síndrome de la muerte súbita del lactante entre los fumadores, pero la evidencia no es tan consistente entre los no fumadores. Esto no quiere decir que no exista asociación entre colecho y muerte súbita del lactante entre los no fumadores, sino que los datos actuales no establecen esta asociación de manera consistente".

Las conclusiones que yo saco de todo lo leído es que las recomendaciones de las dos sociedades de pediatría son clarísimas a la hora de recomendar que el bebé duerma en la misma habitación de sus padres, lo más al alcance de su madre posible, pero la AAP desaconseja que duerma en la misma superficie que su madre porque las evidencias sobre su relación con la muerte súbita del lactante son conflictivas y existen situaciones muy claras de riesgo, que tal vez no sean fáciles de controlar si se recomienda abiertamente a todo el mundo compartir cama con su bebé. A mí me parece muy esclarecedor el hecho de que existen sociedades donde el colecho (entendido como compartir cama) está ampliamente difundido y el porcentaje de muerte súbita es más bajo que el nuestro (podéis leer una referencia a este tema en el artículo citado de Pediatrics). Esto me indica que el peligro no es el colecho en sí, sino las circunstancias que rodean el sueño del adulto. Por eso, en nuestra sociedad de camas altas, con almohadas, colchas y colchones blandos, (sin ignorar, además, el elevado número de adultos obesos y consumidores de alcohol, tabaco o diferentes drogas y medicamentos más minoritarios pero también presentes), el colecho con los bebés menores de seis meses puede resultar controvertido y resulta más seguro poner al bebé en una superficie adaptada a su cuerpo y a su capacidad de movimiento, como es la cuna (que bien puede ser del tipo sidecar).   

Hasta aquí estamos hablando del colecho con bebés menores de seis meses. Pero el colecho puede practicarse con hijos más mayores, hasta que ellos deciden dormir en su propia cama o habitación individual. Frente a esta situación el doctor Estivill también tiene unas cortantes e increíbles respuestas:

¿Es más seguro para los niños dormir solos que con sus padres?

 Los datos publicados muestran menos problemas de todo tipo en niños que han aprendido a dormir solos.

 ¿Provoca el colecho falta de autonomía y una mayor dependencia en los niños?

Los datos científicos así lo indican.


Me encantaría que alguna vez el doctor Estivill se molestara en citar las fuentes bibliográficas en las que se apoya. Lo cierto es que me es complicadillo tener tiempo durante el día para hacer búsquedas bibliográficas serias y por la noche estoy que me caigo de sueño. Pero como no me creo:

1- que los estudios en que basa su defensa Estivill sean tan infalibles;
2- No existan estudios que demuestren lo contrario;

me pongo a ello y prometo una segunda parte de este post hablando de las recomendaciones del mundo científico sobre el colecho con bebés y niños mayores de seis meses.

¡Hasta la vista!

martes, 7 de febrero de 2012

CARTA ABIERTA DEL DOCTOR DEXEUS..... Y MI RESPUESTA

Ante la polémica y el malestar generados por las supuestas declaraciones del doctor Dexeus publicadas en la versión digital del periódico Ara, el doctor ha escrito una carta abierta que yo reproduzco a continuación y que le agradezco profundamente porque aclara mucho el porqué de unas declaraciones tan desafortunadas.



Escrito en 6 febrero, 2012.

Este viernes 3 de febrero nos levantamos con la noticia de la muerte de Caroline Lovell, por parada cardíaca mientras alumbraba en su casa. Ante todo permítanme decir que, tanto como persona como médico, lamento profundamente su fallecimientoCaroline Lovell fue consecuente con sus ideas y entrar a debatir si hubiera sido diferente en caso de estar en un hospital no me parece productivo ni oportuno, porque desconozco exactamente lo que sucedió, así que en ningún caso he querido emitir juicios de valor sobre eso por lo que dice una nota de prensa. Quiero dejar constancia de este hecho, y dejarlo muy claro.
Seguidamente quiero pararme en la serie de situaciones que se están sucediendo después de este terrible suceso y que me han tenido como protagonista, desde luego no intencionado. Me comunican que se ha formado un grupo en facebook por mujeres que se han sentido ofendidas por unas palabras mías al respecto. Lo lamento profundamente. Hemos buscado el origen de esas palabras y resulta que se trata de la publicación de la noticia de la muerte de Caroline Lovell en la versión digital del periódico Ara, donde se publica la noticia junto a un citado de una “opinión” mía. Bien, me gustaría decir que mi “opinión” fue mucho más extensa que el resumen publicado, que sacado del contexto que proporcioné, y publicado en esa noticia tan dolorosa, es de alguna manera lógico que haya creado tanto malestar. Yo dije más que eso y desde luego con otras palabras, expliqué la evolución de la pelvis femenina a lo largo de estos miles de años, expliqué muchas más cosas, aporté datos de porqué ahora más que antes las complicaciones asociadas al parto podrían ser más peligrosas si no están en un entorno con las medidas necesarias. Muchas más cosas. El diario ha modificado alguna frase pero me comunican que no pueden re-publicar ‘verbatim’ toda mi conversación por falta de espacio. También considero que no ha sido el mejor momento para añadir ninguna valoración u opinión médica en unos momentos tan complicados.
Lo que me ha movido durante toda mi carrera, que heredé de mis predecesores, y que he procurado transmitir a todo mi equipo es que promovemos el bienestar y la salud de la mujer. Tristemente esta noticia da pie al debate de parto en hospital versus el parto en casa. En numerosas ocasiones he dado mi opinión al respecto:creo en una hospitalización racionalmente humanizada para la mujer que va a dar luz. Mis predecesores ya trabajaron por mejorar las condiciones de las parturientas a principios del siglo pasado, que favorecieron a reducir la tasa de mortalidad y las condiciones, infrahumanas, de los paritorios de la época. Así nació la Clínica Mater. Ese espíritu por dejar que la mujer tenga la libertad a la que tiene derecho, sin renunciar a su seguridad y a la de su bebé, me ha marcado toda la vida. De ahí que montara mi propio grupo de ginecólogos en un espacio donde las consultas no las marque el reloj y donde la mujer se sienta absoluta protagonista del proceso, sin imposiciones medicalizadas por defecto, sin el trato a la mujer como un objeto con “bolsa fetal” sin voz ni voto.
La muerte resulta un hecho natural pero es algo que como médico siempre voy a luchar por evitar, esto permítanmelo. Creo que es algo que compartimos todos los profesionales sanitarios, independientemente de su cargo, es algo que tengo en mi código deontológico. Voy a luchar siempre por evitar la muerte, cuando es evitableY por eso pienso que la mujer en un entorno hospitalario tiene más seguridad, como en cualquier otra situación, ante las complicaciones. No sólo ya por la presencia de matronas, ginecólogos, obstetras, etc sino por los medios materiales que disponemos en caso de ponerse la situación tan complicada como para intervenir y evitar lo que nadie quiere que suceda. No dudo de la capacidad de parir de la mujer, jamás lo he hecho ni lo haré, porque no lo siento, ni lo pienso. Lo único que me preocupa es la complicación del parto y asegurarme de no poner en peligro la vida de ninguna mujer o bebé.
Pienso que en el fondo tanto a ustedes como a mí nos mueven los mismos principios: que la mujer sea libre, sea dueña de su cuerpo, de su vida, de sus decisiones. También compartimos el deseo de no tener que lamentar ninguna pérdida, ni de la madre ni del bebé. Todas las opciones deberían dialogar más allá de los medios de comunicación. Les animo a ello y si cualquier colectivo implicado estima oportuno avanzar en este diálogo donde puedan estar todos los actores de este escenario (especialistas sanitarios, mujeres embarazadas, asociaciones…), estaré encantado de aportar mi punto de vista con el único y sincero deseo de que tracemos los puntos en común que tenemos, de forma constructiva, porque estoy convencido de que los tenemos.
Un cordial saludo a todas las mujeres y, en concreto, a todas las madres.
Y aquí va mi respuesta personal al doctor Dexeus:

Estimado Dr Dexeus:

Le agradezco profundamente su carta de aclaración. Reconozco que esas supuestas declaraciones suyas publicadas en el periódico Ara me dejaron terriblemente consternada y enfadada. Que un profesional de su categoría dijera unas palabras semejantes sobre la capacidad de las mujeres para parir me hizo sentir, no sólo agredida e insultada, sino especialmente desesperanzada por que la atención al parto llegue a cambiar un día lo que realmente necesita cambiar para cubrir las verdaderas y más básicas necesidades del recién nacido y su madre. 

Me he alegrado mucho de leer en su carta frases como estas: 

" Ese espíritu por dejar que la mujer tenga la libertad a la que tiene derecho, sin renunciar a su seguridad y a la de su bebé, me ha marcado toda la vida. De ahí que montara mi propio grupo de ginecólogos en un espacio donde las consultas no las marque el reloj y donde la mujer se sienta absoluta protagonista del proceso, sin imposiciones medicalizadas por defecto, sin el trato a la mujer como un objeto con “bolsa fetal” sin voz ni voto."

O estas:

"No dudo de la capacidad de parir de la mujer, jamás lo he hecho ni lo haré, porque no lo siento, ni lo pienso. Lo único que me preocupa es la complicación del parto y asegurarme de no poner en peligro la vida de ninguna mujer o bebé."

Me alegro mucho de que no dude de nuestra capacidad para parir,así como de que sea consciente de que su papel se limita a actuar en caso de complicaciones. También es cierto que, aunque no nos escribe las palabras que realmente dijo por teléfono al periodista, parece ser que por lo que nos dice en la carta y por sus palabras en otras entrevistas usted no apoya en absoluto los partos en casa. Evidentemente no voy a ser yo la que entre en debate con usted sobre las condiciones de un parto seguro, las posibilidades de que el parto se complique, el porqué se complica o el como, el cuando y el donde tratar estas complicaciones. Esto es algo que supongo debatirá usted regularmente en sus congresos y encuentros con los profesionales oportunos, y la buena disposición al diálogo que veo reflejada en la carta es más que suficiente para mí para cambiar totalmente la imagen que las palabras publicadas por el periódico Ara me habían dejado de usted, al margen de si  estamos de acuerdo o no en este punto en concreto. 

Pero ya que todo este asunto me ha dado la oportunidad de escribirle esta carta, si que me gustaría explicarle mi visión personal y lo que yo necesito para tener un buen parto. Y quiero decírselo desde mi posición de madre de tres hijos. Una mujer que podría haber sido una más de las que han pasado por sus manos. Alguien, además, que desde su primer parto ha leído mucho para informarse y no repetir los  mismos errores en los partos subsiguientes. Y quiero explicárselo a usted porque es uno de los ginecólogos con más prestigio en España, probablemente en Europa y, por lo tanto, uno de los profesionales con más poder en sus manos para que la atención al parto cambie de una vez por todas para ofrecernos a las madres y a nuestros bebés lo que realmente necesitamos. 

Mi evolución personal la publiqué y expliqué en la revista Madre Tierra (página 68). Si lo lee verá mi proceso de crecimiento desde la madre primeriza que no confía en su cuerpo y cree que la respuesta está en los profesionales que la atienden, hasta la mujer capaz de parir y disfrutar de su parto, viviendo una de las experiencias más extáticas de su vida. 

Permítame, doctor Dexeus, hacer un símil para explicar mi visión de como deberían ser y como son las intervenciones en los partos. Cada Agosto se organiza el cruce a lo ancho del lago de Zurich. Durante el mismo, una barca (o varias) de seguridad, sin entorpecer el paso a los nadadores, les vigila de cerca por si alguno tiene algún percance en medio de la travesía: desde un calambre hasta un ataque cardíaco, que todo puede ser porque el esfuerzo es considerable. Ahora imagínese que esta barca en lugar de estar cerca de los nadadores pero sin entorpecer su marcha, estuviera navegando delante de ellos, lanzándoles con su hélice agua y espuma, además de generando una corriente en contra que les evitara avanzar con fluidez. Es evidente que en estas condiciones muchísimos más nadadores necesitarán ser rescatados y los salvavidas de la barca muy orgullosos pensarán: "¡Ven!!! Es que cruzar el lago de Zurich es peligrosísimo incluso para jóvenes fuertes y sanos. Tenemos un porcentaje del 10% que se agota y casi se ahoga ¡Si no es por nosotros se nos mueren!!!"

¿Entiende lo que le quiero decir, doctor Dexeus? Creo que las intervenciones innecesarias, rutinarias y "al por mayor" que se han realizado, y desgraciadamente todavía se realizan, en los hospitales españoles no han conseguido más que entorpecer la evolución fluida del proceso de parto de muchísimas mujeres que, de otra manera, no hubieran tenido la más mínima complicación. 

Usted dice en su carta que las condiciones de los partos hospitalarios han reducido drásticamente la mortalidad materna e infantil, pero me gustaría decirle que las mujeres venimos pariendo con "barcos por delante" gran parte de nuestra historia. Al principio fueron la falta de condiciones higiénicas y la desnutrición,  que unidas a la represión sexual a la que hemos estados sometidas desde el inicio del patriarcado convirtieron nuestros partos en uno de los momentos más peligrosos y dolorosos de nuestras vidas y las de nuestros hijos. Este siglo, en los países del primer mundo, mejoraron estas condiciones higiénicas hasta el extremo de hacernos parir en condiciones de quirófano, y desapareció el problema de la desnutrición, pero la represión sexual, aunque parezca lo contrario, sigue siendo la misma y el parto sigue siendo algo más parecido a un patología que debe ser tratada que a una experiencia sexual y vital que se puede vivir y disfrutar en toda su intensidad. Yo creo que el "parirás con dolor" no lo dijo Dios. Lo dijo el hombre patriarcal. 

Hoy en día, con la misma pelvis que tenían nuestras antepasadas Homo Sapiens sapiens de hace 50.000 años, las mujeres necesitamos las mismas condiciones que ellas para parir con seguridad y, basándome en mi experiencia personal, considero que son dos:  Sensación de Seguridad e Intimidad. Cuando estas condiciones no se cumplen, hasta el parto de la mujer más sana con la pelvis más ancha de la humanidad no evolucionará como debe, entrando en una cadena de complicaciones e intervenciones que fácilmente acabarán en cesárea. 

Hablando de mi propia experiencia personal, puedo decirle que La Seguridad en mi caso, me la dieron:

1- Mi comadrona.  Mi confianza en ella es total. Si no me es imposible dejarme llevar y desconectar la parte racional de mi cerebro. Al confiar en ella, en su capacidad para reconocer lo normal de lo patológico, yo puedo dejar de preocuparme si esto va bien, si esto es normal, si me falta mucho o me falta poco. Yo desconecto el neocortex y me sumerjo en mi yo más mamífero (como en el coito). Dejo de ser la mujer racional y sólo de cuando en cuando vuelvo mi mirada hacia ella, hacia su expresión, para comprobar que está ahí, tranquila y atenta, por lo que yo puedo seguir en mi mundo y dejar a mi cuerpo hacer.  

Nuevas salas de partos del Hospital Universitari Germans Trias i Pujol de Badalona, 
2- El hospital. Sí, a pesar de que sé, por diversas publicaciones científicas que no voy a listar porque estoy convencidísima de que usted las conoce mucho mejor que yo, que los partos en casa en los países del primer mundo y atendidos por profesionales adecuadamente cualificados (condición que mi comadrona cumple absolutamente), son tan seguros como los hospitalarios, yo tengo ese mismo sentimiento que sé que usted comparte pero que es claramente irracional (la ciencia no lo apoya), de que en el hospital estoy más segura. La verdad es que soy una hipocondriaca de libro y sólo saber que en caso de complicaciones tengo el quirófano y sus profesionales al alcance de mi mano, me produce una inmensa tranquilidad. Pero evidentemente no me sirve cualquier hospital, no, sino uno donde sé que van a respetar mi plan de parto y que voy a ser atendida por la comadrona de mi elección. Además el hospital debe de darme una estancia donde permaneceré hasta que salga por mi propio pie y con mi niño en brazos (siempre que todo transcurra normalmente y sin complicaciones, que es lo más normal). Esta sala debe de ser una agradable réplica de una habitación cálida, confortable, con bañera de partos, silla Maya, cama (no camilla), ducha...etc. Nada que ver con un quirófano (como el quirófano en el que me vi obligada a parir mi segundo hijo, en Barcelona). Ante un hospital "convencional", donde te obligan a realizar turismo entre las diferentes salas (habitación, sala de dilatación y sala de partos),  pasas por las manos de varios profesionales nada interesados en tus necesidades de intimidad (sobretodo si tienes la mala suerte de parir cuando están tocando las doce campanadas), y te hacen pasar por el aro de sus protocolos sí o sí, prefiero tragarme mis aprensiones y parir en mi casa. 

3- Mi ginecóloga: Lo pongo en femenino porque mis tres partos han sido atendidos/supervisados por ginecólogas. Si todo marcha bien su papel es de simple permanencia en el banquillo. Pero saber que en caso de complicación van a "saltar al campo" poniéndose manos a la obra con toda su gran profesionalidad es también tremendamente tranquilizador. 

En cuanto a La Intimidad: No por ir en segundo lugar este factor es menos importante que el primero. Sin intimidad yo nunca podría "dejarme llevar" y por lo tanto tampoco dilataría ni llegaría al estado que me permitiera tener el Reflejo de Eyección Materno-Fetal (reflejo que tuve el honor de experimentar en toda su intensidad en mi tercer parto y ¡GUAU!!!!!). Poder estar sola durante la dilatación  (relativamente ya que mi compañero y mi comadrona rondaban por ahí, pero sin molestar y dejándome sola en la estancia la mayor parte del tiempo) me permitió dejar de lado vergüenzas e inhibiciones, permitiendo a mi cuerpo adoptar las posturas que me pedía (algunas imposibles de adoptar si te sientes observada y avergonzada), con más o menos ropa, en silencio o haciendo ruido. Todo esto permitió una dilatación rápida y NO DOLOROSA. Si, he dicho NO DOLOROSA.  

Cumplidos estos dos factores, estimado doctor Dexeus, le prometo con la mano en el corazón que con mi tercer hijo tuve un parto prácticamente libre de dolor (me dolieron las cuatro últimas contracciones - cuando volví en "mi" porque mi comadrona necesitó comprobar mi dilatación - y luego el expulsivo, porque me rasgué por la misma cicatriz de la rotura de mi primer parto; en total 20 minutos dolorosos, no más), en el que disfruté muchísimo y también sentí muchísimo placer. Y creo sinceramente que todas las mujeres deberían tener derecho a parir en las condiciones en las que parí yo a mi hijo pequeño: Con Seguridad e Intimidad. Cada mujer necesitará cosas diferentes para sentirse segura y en intimidad, y a todas se nos debería respetar estas dos necesidades, no como algo "extra" que se ofrece como un lujo, sino como ABSOLUTA PRIORIDAD, por el bien y la seguridad de nuestros partos. 

Cuando se ponen las condiciones óptimas para que la mujer pueda sumergirse en su parto estamos maximizando las probabilidades de que todo vaya bien y sin complicaciones mucho más que si se realizan intervenciones "preventivas" que rompen y destruyen la capacidad de la mujer para "dejarse llevar" y parir siguiendo sus más profundos y primitivos instintos. Con estas condiciones y una madre realmente perdida en su cerebro más primitivo, ni siquiera la epidural es necesaria para tener un parto sin dolor. Ya sé que le va a costar creerme, teniendo a sus espaldas miles de partos intervenidos. Pero tengo la osadía de decírselo, doctor Dexeus porque, no sólo me apoyan las estadísticas, sino porque a pesar de que sólo he vivido tres partos, los he vivido en mis propias carnes, y le aseguro que no hay experiencia más extática, intensa y apasionante que un verdadero parto fisiológico. 

Me despido de usted agradeciéndole el tiempo dedicado a leer mi carta y deseando verle en el futuro unido a los grupos de profesionales de la obstetricia que, desde diferentes posiciones, dialogan y debaten para que  nuestros partos transcurran en las condiciones óptimas para la madre y el bebé. 

Atenta y cordialmente

María Berrozpe



sábado, 4 de febrero de 2012

APROVECHEN, SEÑORES GINESAURIOS, APROVECHEN

Aprovechen, señores ginesaurios, aprovechen, que pocas veces se les pone tan en bandeja una oportunidad así para recordarnos a las mujeres lo imperfecto e impuro de nuestra naturaleza femenina. Naturaleza que nos obliga a depender de nuestro majestuoso y perfecto compañero-padre masculino para poder realizar las más fundamentales tareas de nuestra vida cotidiana, entre las que se encuentra el buen parir.

Aprovechen, señores, aprovechen para hacernos creer que:

"A part que les dones ja no tenen la condició física necessària per aquesta mena de parts, s'ha investigat molt per evitar les complicacions tant per les mares com pels fills. Els parts a casa són una moda que implica córrer molts riscos per la salut". 

Traduzco:

"A parte de que las mujeres ya no tienen la condición física necesaria para este tipo de partos, se ha investigado mucho para evitar las complicaciones tanto para las madres como para los hijos. Los partos en casa son una moda que implica correr riesgos para la salud"

Santiago Dexeus. Barcelona (3.2.2012)

Aprovechen la muerte de Caroline Lovell, activista por el parto en casa australiana y que ha tenido la mala suerte de morir precisamente por complicaciones en el parto (en casa) de su segunda hija. No hay ninguna garantía de que Caroline hubiera sobrevivido estando en el hospital, de la misma manera que no hay ninguna estadística que demuestre que mueren más mujeres en los partos domiciliarios cuando su parto transcurre en el primer mundo y atendido por personal debidamente cualificado.

Pero vamos, ustedes aprovechen para meternos miedo en el cuerpo y hacernos creer que no podemos parir. No vaya a ser que se resienta sus carteras por esta moda. No se corten si para salvar sus carreras tienen que aprovecharse de un hecho puntual, ocurrido en la otra punta del planeta, sobre el que todavía no tenemos los datos necesarios para juzgar razonablemente lo que pasó, a la vez que ignoran otras noticias como esta misma: La muerte de Carmela Rosón, de 29 años, en Noviembre del 2011, debido a complicaciones tras su parto HOSPITALARIO. Y eso, señores ginesaurios, que esta muerte ocurrió aquí mismito, en Zamora. Y fijensé, sobre esto no dijeron nada. Curioso.

Como curioso es que tampoco se hablara de otra muerte acontecida tras una cesarea de trillizos en Jaen, en Mayo del año pasado.

Pero no me extraña que ignoren estas noticias cuando tienen la desfachatez de ignorar las estadísticas publicadas en las revistas especializadas. Incluso las de aquellos artículos con titulares tan "en nuestra contra" como el estudio de Wax et al   donde, a pesar de considerar que demuestran que la muerte neonatal es el doble en casa que en el hospital, respecto a la salud de la madre no consigue más que demostrar que:

"Planned home births were associated with fewer maternal interventions including epidural analgesia, electronic fetal heart rate monitoring, episiotomy, and operative delivery. These women were less likely to experience lacerations, hemorrhage, and infections."

Traduzco:

"Los nacimientos en casa estuvieron asociados con menos intervenciones a la madre, como anestesia epidural, monitorización de la frecuencia cardiaca fetal, episotomía y expulsivo intervenido. Estas mujeres tuvieron menos probabilidad de experimentar laceraciones, hemorragias e infecciones"



Ustedes ignoren todo esto y mucho más y además síganles el juego a toda esta tele y prensa basura en busca de carnaza fácil para la masa idiotizada y con ganas de creerse todo lo que les digan, venga de donde venga. 

Así sea, señores ginesaurus, que no cambie nada. Sigan sintiéndose muy orgullosos por sus intervenciones exageradas y masificadas, por todas las mujeres que sufren cesáreas innecesarias y por todas las que sufren de estress post-traumático tras caer en sus manos. Sigan cerrando los ojos ante el sentimiento de violación, abandono, humillación, tristeza e indefensión de un número más que significativo de sus parturientas. 

Sigan llamándonos moda y no se paren a pensar en el verdadero origen de este movimiento, esta concienciación, este número cada vez mayor de mujeres que nos creemos capaces de parir a nuestros hijos tal y como nos lo pide nuestro cuerpo, nuestra naturaleza. 

Yo personalmente seguiré luchando, dentro de mis posibilidades, para poner mi pequeño granito de arena secundando a todas estas grandes mujeres que, como hizo hasta el final Caroline Lovell, luchan por la recuperación de nuestra dignidad y derechos a la hora de parir. Lucha en la que nos acompañan maravillosos y brillantes profesionales de la obstetricia y la pediatría.

Por nosotras pero, sobretodo, por nuestros hijos, seguiremos reclamando lo que nos corresponde y ustedes, señores ginesaurus, tienen los días contados.