martes, 14 de diciembre de 2010

EL MÉTODO MÁS SENCILLO



En el último siglo han aparecido diversos métodos para que los niños duerman toda la noche o, más concretamente, para que no molesten a sus padres en toda la noche. No voy a hablaros de los inconvenientes y peligros asociados a la  aplicación estos métodos conductistas. Otros, con muchísimos más conocimientos que yo sobre este tema, ya lo han hecho. Para los papás primerizos que pudierais estar leyendo este post, os recomiendo visitar la estupenda página web Dormir sin llorar donde, entre otra interesantísima información, encontrareis una serie de lecturas muy recomendables.
Lo que yo quiero contaros es nuestra experiencia: como hemos vivido nosotros – y estamos viviendo –las “noches con hijos”, tan diferentes de las “noches sin hijos” del pasado. Como en todas las cosas relacionadas con la crianza tengo la misma sensación: ojalá hubiéramos sabido hace cinco años lo que sabemos ahora. Por suerte no empezamos demasiado mal. Al menos ya desde la llegada de nuestro primer bebé, teníamos la certeza de que no le íbamos a dejar llorar y de que le daríamos de mamar a demanda. Pero nos faltaron algunos detalles para que todo funcionara correctamente. Os explico:
1.      Desconocía el verdadero funcionamiento de la lactancia a demanda. Me habían vendido eso de “no dar antes de dos horas” porque no era bueno para la digestión del  niño. La consecuencia fue que, cuando a última hora de la tarde mi bebé reclamaba pecho cada diez minutos, yo no le daba.
1.      Resultado: un bebé llorando.
2.      Interpretación: tiene esos misteriosos y comunes cólicos del lactante.
3.      Solución: paseos alrededor de la mesa del salón con el bebé en  brazos. Vueltas, y vueltas y más vueltas……… desesperada por que se durmiera de una vez. Yo agotada y mi marido también. 
Al final sucumbí a uno de los mitos “antilactancia” más extendidos: darle un biberón de fórmula antes de dormir. El crío sí, se callaba y se dormía un buen rato. Pero yo me iba a la cama y a la media hora ya estaba rebosando leche, así que tampoco podía dormir. Además el pobre, a falta de la teta de mami, se acostumbró a dormirse en brazos dando vueltas a la mesa del salón, con lo que se hizo imposible meterle en la cama despierto, aunque nos metiéramos con él en nuestra cama. Total, que nos pasamos muchos meses durmiendo a V en brazos mientras nos paseábamos por la casa. Una ridiculez bastante incómoda.      
 2-  Creía que si dormía con el bebé corría el peligro de ahogarlo. Así que el chiquitín dormía en su capazo, al lado de la cama. Pero cada vez que me pedía tenía que levantarme, y no me atrevía a echarme en mi cama con él por si me dormía.  Así que le daba el pecho sentada en la cama o en una silla. Hacer eso unas cinco o seis veces cada noche todas las noches de la semana durante varios meses es bastante agotador.
Al menos, con mi primer hijo, yo podía dormir durante el día cuando el dormía. Gracias a eso no estaba absolutamente destrozada. Pero con el segundo, y no digamos ya con el tercero, la situación cambia muchísimo. Ya sabéis la atención que requieren los niños de dos o tres años. Imposible dormirse si ellos están despiertos. Y hacer coincidir las siestas de los tres hermanos ha sido imposible. Creo que me ha ocurrido una vez, y me quedé tan alucinada de tener a los tres durmiendo en plena tarde que me bloqueé, y no me acordaba de las centenares de cosas que tenía planeadas para hacer si se daba la ocasión. 
Pero, por suerte, leí muchísimo en los años siguientes a mi primer parto. Gracias a estas lecturas, a páginas web como la que os he citado anteriormente de Dormir sin llorar, a La liga de la leche y a todos vuestros blogs de maternidad corporal, conseguí la seguridad suficiente para hacer lo que me pedía el cuerpo y, sobretodo, el corazón. Así que hemos acabado aplicando el método más sencillo para que toda la familia duerma lo mejor posible: Libertad total.
En esta casa sabes donde te acuestas pero no donde te levantas. No hay normas. Generalmente, los niños empiezan durmiendo en la cama de matrimonio conmigo: O abrazado a mi espalda, M enganchado al pecho por delante y V abrazado a M. Ni que decir tiene que no cambiaría estos momentos por todas las copas de vino en el salón del mundo. Mi marido, cuando viene a acostarse, los lleva a sus respectivas camas. El pequeño duerme en su cuna adosada a nuestra cama como un sidecar. Eso me facilita las (muchas veces múltiples) tomas nocturnas. Los mayores tienen dos literas en su habitación. En general les encanta dormir en ellas pero muchas veces, en medio de la noche, se despiertan y vienen a nuestra cama. No hay problema. Nuestra cama siempre está abierta para todos y nunca los obligamos a dormir fuera (ni dentro) de ella. Si el papi no descansa bien con todos los peques alrededor, se traslada a la cama vacía de uno de ellos y tan felices todos. El no tiene inconveniente.
Esta metodología familiar ha suscitado no pocos comentarios prediciendo terribles efectos para la familia: desde que los niños nunca van a dormir solos, hasta que se resentirá nuestra relación de pareja. Al principio, cuando V no había empezado el preescolar y la hora de acostarse era bastante caótica, yo también tenía miedo de que los niños nunca se habituaran a un horario razonable. Pero eso no ha sido así. A la que hemos empezado la rutina de levantarnos pronto para ir a nuestras respectivas obligaciones matutinas, la hora de irse a dormir se ha normalizado bastante por si sola. Eso sí, los fines de semana siguen siendo un poco caóticos, y este punto es el único que realmente ha provocado discusiones de pareja: a A le gustaría que los niños se acostaran a la misma hora también viernes y sábados. Pero a mí me parece que romper la rutina no tiene nada de malo. El domingo vuelven a la cama a su hora y todos contentos. Así, si se acuestan un poco más tarde viernes y sábados, se despiertan un poco más tarde a la mañana siguiente, y eso a mí me encanta: ¡yo también quiero poder quedarme un rato pegada a las sábanas los sábados y domingos por la mañana!
No voy a negar que a veces pasamos malas noches: A veces M sale varias veces, y me despierta cada vez que consigo entrar en un sueño profundo, por lo que me levanto realmente cansada. De todas formas, el hecho de que me lo pueda acercar y poner al pecho con poco esfuerzo y que, ahora por fin, me sienta libre para dormirme con mi bebé lactando sin miedo a ahogarlo, aligera extraordinariamente la situación. Si la alternativa a mi cansancio es que mi pequeño se despierte con ganas de mí o de mi teta, y no me llame porque le he acostumbrado a que no voy a ir, acepto encantada este cansancio. Al fin y al cabo no va a durar tanto tiempo. Lo sé porque los otros dos ya no nos despiertan más que muy de tarde en tarde, cuando tienen alguna pesadilla o están malitos. Ahora cuando se despiertan por la noche, si les apetece se vienen ellos solitos a nuestra cama, se acomodan entre sus papis y siguen durmiendo sin molestar a nadie. Me he acostumbrado a dormir con ellos, sus dinosaurios, sus peluches y sus ruiditos. De hecho, cuando se quedan en su cama (lo que cada vez, poco a poco, va siendo más frecuente), a veces me despierto y les echo de menos. Me encanta sentirlos al lado, abrazarlos y acariciarlos. Sentir como se apretujan contra mí sin ni siquiera despertarse. En fin, que esto no va a durar toda la vida así que, que caray, vamos a disfrutar de ello.
Estoy muy feliz porque los convencionalismos sociales, con sus métodos conductistas ridículos y dañinos, no han conseguido robarnos estos maravillosos momentos que vivimos colechando. Y sí, mis hijos tal vez nos estén robando un poco de intimidad a mi marido y a mí ¿Es eso tan importante? Volveremos a tenerla toda para nosotros cuando ellos crezcan, y no falta tanto para eso. Ahora estamos viviendo un momento único en nuestra historia familiar  y es una pena no saborearlo por temor a lo que, por otro lado, no nos deja disfrutar. Él y yo recuperaremos nuestro espacio en unos años. Este es el momento del espacio común familiar donde nuestros hijos encuentren el nutriente para crecer y convertirse en hombres buenos. El amor, la protección, el calor y la confianza que “mamán” estas noches familiares les acompañarán toda su vida dándoles seguridad, fuerza, confianza en sí mismos y, sobretodo, capacidad de entregase y de amar.

10 comentarios:

  1. Yo creo que, realmente, la sociedad nos hace mucho daño con sus convencionalismos. Porque creemos que dormir con nuestros hijos es malo, cogerles en brazos es malo, darles la teta a demanda es malo, portearles es malo....y, cuando ves que lo establecido no te funciona, no te sirve, no lo quieres, te sientes fatal...
    A mi me ayudo mucho leer a Carlos González y ver que hiciera lo que hiciera, estaría bien....
    Pero luego hay gente que intenta venderte la moto que es al revés, que las madres que leen a CG son las que se frustran por no poder seguir su estilo...Igual es que soy una persona rara que ha entendido el mensaje de CG y que he pasado de preocuparme por los convencionalismo para dedicarle la atención a mi hija y sus necesidades....

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  2. Es cierto, Lady A. Lo que yo sentí al leer a CG fue LIBERACIÓN. No me dijo nada que no supiera!!!! Pero lo sabía muy en el fondo y poder leerlo en la voz de un pediatra (o en la pluma) me liberó. Fue un gran alivio poder hacer lo que mi cuerpo me mandaba y saber que estaba bien.

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  3. Me ha encantado tu entrada. Estoy segura de que estás disfrutando un montón: enhorabuena. Es un placer encontrar gente como tu, emanas felicidad.

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  4. Gracias Mamá(contra)corriente. Lo cierto es que no todos son luces en este camino de crianza. Pero cuando se hacen las cosas de acuerdo con nuestra naturaleza y nuestros sentimientos por nuestros hijos y por nosotros mismo, sientes verdadera felicidad. Yo muchas veces caigo en el conductismo por falta de recursos y por que lo tengo muy interiorizado ya que ha sido el modelo de crianza que nos ha educado. Pero poco a poco voy liberándome de esa piedra.

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  5. Estoy con Mamá c/c, muy buena entrada!! te acabo de descubrir y desde hoy te sigo!!

    Si quieres conocerme, pasate por mi blog http://creciendocondavid.blogspot.com/

    un beso!

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  6. Gracias Ana!!!! Es un placer ir contactando con todos los miembros de esta blogsfera maternal!!!!! Ahora añado tu blog a mi lista!!!!

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  7. Hola! acabo de leer esta maravillosa entrada y tengo que felicitarte!
    Es estupendo que hayas conseguido encontrar ese raro equilibrio y que puedas disfrutarlo pasando de los comentarios de los demás.
    En mi casa la situación es bastante parecida ;)

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  8. Gracias, me identifico mucho y apenas tengo 2, creo que nuestros hijos llegan y nos dan lecciones de vida con cosas tan sencillas.
    Me das esperanza, animo y confianza con esta entrada, gracias !

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  9. Para mí...Dormir sin llorar...fue un gran descubrimiento cuando con nuestra primera hija las cosas se torcieron tras 2 meses en casa, durmiendo tranquila...tenía cuando llegó de China, 10 meses...a los 12 meses...cambió y las noches se incieron insomnes totales...lloros, resistencia al abrazo, querer tan sólo irse al salón, horas sin descansar...desesperación...Por aquél día todos me recomendaban "Estvill"...y no lo hice porque no podía...menos mal...!!! Ahora mi mayor duerme estupendamente y mi pequeño, ahí está...intentándolo, con periodos estupendos y otros de insomnios que intentamos arreglar en la camas de los papis...En casa pasa igual...no sabemos cómo dormiremos esta noche...Con ella en la cama o con él, o conmigo en la cama de él, o con papá en la cama de ella...en fin...un poco de desorden siente muuuuy bien...verdad????
    Esta sociedad tiene adoptados unos convencionalismos que, menos mal, que muchos nos saltamos y violamos...afortunadamente....

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  10. que bien! tan relajados! yo con mi primer bebe fui taan boba,, me comi eso de que no la iba a sacr mas de la cama desp. y me perdi de colechar con ella. hoy en dia con mi segunda hija es un placer que no me pierdo. la verdad es que lo disfruto mucho. cariños!!!

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