Hay cosas que no se pueden explicar, que no se pueden enseñar, que no podemos hacer llegar al que no quiere o no está preparado para saberlas. Cada persona tiene que llegar a ellas siguiendo su propio proceso. Para mí, el descubrimiento de mi sexualidad maternal fue un proceso personal de autoexploración, de inmersión en mi naturaleza humana y femenina que, si bien fue ayudado por información llegada desde afuera, nació y creció dentro de mí cuando yo le dejé hacerlo.
¿Cual fue el primer paso? Ahora no sabría decirlo. Tal vez no hubo un sólo primer paso sino pasos claves que fueron redirigiendo mi camino. Desde luego convertirme en madre marcó el principio de un proceso de metamorfosis y cambio. La sensación continua de frustración y carencia que me inundó en mi primer puerperio fue el impulso que me obligó a tomar un determinado camino.Un camino que no tenía marcha atrás:
El descubrimiento de mi deseo maternal.
Yo deseaba a mi hijo y este deseo era un sentimiento tan real, fisiológico y espiritual como ese deseo, aceptado y conocido, por realizar el coito con mi compañero; ese deseo coital que me llevó a la siguiente y desconocida fase de mi sexualidad femenina: la maternal. Pero el cambio de fase no fue reconocido, ni por mí ni por mi entorno. Al menos no en toda su inmensidad ya que quedó reducido a 40 días de ridícula cuarentena.
Y esto no es una afirmación filosófica sino fisiológica. Las hormonas me dan la razón. El aumento de la prolactina tras el parto se asegura de que el efecto de la oxitocina sobre nuestro deseo sexual coital se convierta en deseo maternal, o sea, de que todo nuestro deseo se dirija hacia nuestra criatura.
Y en mi fase de sexualidad maternal yo deseaba estar con mi hijo continuamente, cogerle, abrazarle, besarle, AMAMANTARLE, acariciarle, protegerle, mirarle, dormirnos brazados y tenerlo lo más cerca posible de mí. Y todo ello de la misma manera con la que deseaba a su padre: sin normas, sin tiempos, sin reglas, con aceptación y naturalidad.
Pero mientras que todo el mundo me entendía cuando años atrás me enamoré de mi marido y quería verle a todas horas, tocarle, besarle, dormir a su lado y hacer el amor con él, parece que nadie entendía una necesidad semejante por mi recién nacido y, en lugar de respetar mi Deseo Maternal, me llenaron de normas absurdas que lo acallaron convirtiendo mi maternidad en una lucha entre lo que mi hijo necesitaba y deseaba y lo que yo pensaba que quería y estaba dispuesta a darle.
Me convencieron de que estaba triste, estresada y decaída porque no tenía tiempo para mí, porque no podía descansar, porque necesitaba "mi espacio". Ese espacio sagrado en nuestra sociedad de individualidades que sólo permitimos que sea violado para realizar el coito.
Me convencieron de que la ayuda que necesitaba era para cuidar a mi hijo, y no para cuidarnos a los dos y mantener un entorno propicio para que él y yo nos mantuviéramos unidos tal y como necesitábamos estar.
Me convencieron y me convencí. Hasta que harta de mastitis, ansiedad y lloros de él y míos abrí los ojos y me tiré al mar de la maternidad guiada por el deseo.
Pero no fue un visto y no visto. No fue fácil. La liberación no es en un instante, sino un proceso largo lleno de conflictos, contigo misma y con el entorno. Vivir en toda su plenitud el deseo maternal en nuestras condiciones sociales es ir contracorriente y conlleva continuas críticas de tu entorno, cercano y no cercano porque para opinar sobre la vida privada de los demás siempre hay tiempo. Y si no aquí tenéis una muestra de las frases que he tenido que oír en estos últimos años, algunas de gente muy querida para mí:
- "¿Duermes con ellos? ¿Y que pasa con la intimidad de pareja?". (Pues que cuando nos interese la trasladaremos a otra estancia de la casa.)
- "Es normal que llore al dejarlo en la guardería. Luego estará tan contento y se le pasará en unos días" (Claro, nadie aguanta llorando eternamente. Se adaptará, no le queda otra, pero lo que a mí me preocupa es a que precio.)
- " Mételos en su cama aunque lloren. Hay que acostumbrarlos a dormir a su hora y solos" (Sin comentario)
- "Los niños ya son mayores para dormir con vosotros. No es bueno para vosotros ni para ellos" (Y se quedó tan ancho)
- "Lo que nunca puedes hacer es dejar de cuidar tu vida de pareja" (Ya, pero es que ahora tenemos una "vida de familia")
- "Ya puedes empezar a cuidarte que tu marido va a mirar a otras" (Pues va a ser que mi cuerpo post-embarazo me encanta, con sus pechos llenos de leche y mi barriga fofa.)
- "Aquí tienes el lubrificante vaginal" ( Al finalizar la revisión de los 40 días tras el parto. Yo ni había comentado nada ni había pedido ningún lubrificante)
-"¿Todavía dando teta? ¡Pero si este bebé debe rondar ya el año!"
- "¡Dios mío! ¡El año pasado me sorprendiste pero es que verte dando teta este año a un niño tan grande!!!!! ¿Hasta cuando? ¿Hasta que vaya a la mili/tenga novia/vaya a la universidad?" (Yo a esto, que ya es un clásico, suelo contestar que para entonces estará prendidito a las tetas de otra)
- "Yo cada año me voy unos días/una semana con mi marido a solas. Es FUNDAMENTAL." (¿Y por qué yo no me siento capaz de separarme ni 24 horas de mis hijos? ¿Será que tengo una "psicopatología en mi forma de ser"?)
Me convencieron de que estaba triste, estresada y decaída porque no tenía tiempo para mí, porque no podía descansar, porque necesitaba "mi espacio". Ese espacio sagrado en nuestra sociedad de individualidades que sólo permitimos que sea violado para realizar el coito.
Me convencieron de que la ayuda que necesitaba era para cuidar a mi hijo, y no para cuidarnos a los dos y mantener un entorno propicio para que él y yo nos mantuviéramos unidos tal y como necesitábamos estar.
Me convencieron y me convencí. Hasta que harta de mastitis, ansiedad y lloros de él y míos abrí los ojos y me tiré al mar de la maternidad guiada por el deseo.
Pero no fue un visto y no visto. No fue fácil. La liberación no es en un instante, sino un proceso largo lleno de conflictos, contigo misma y con el entorno. Vivir en toda su plenitud el deseo maternal en nuestras condiciones sociales es ir contracorriente y conlleva continuas críticas de tu entorno, cercano y no cercano porque para opinar sobre la vida privada de los demás siempre hay tiempo. Y si no aquí tenéis una muestra de las frases que he tenido que oír en estos últimos años, algunas de gente muy querida para mí:
- "¿Duermes con ellos? ¿Y que pasa con la intimidad de pareja?". (Pues que cuando nos interese la trasladaremos a otra estancia de la casa.)
- "Es normal que llore al dejarlo en la guardería. Luego estará tan contento y se le pasará en unos días" (Claro, nadie aguanta llorando eternamente. Se adaptará, no le queda otra, pero lo que a mí me preocupa es a que precio.)
- " Mételos en su cama aunque lloren. Hay que acostumbrarlos a dormir a su hora y solos" (Sin comentario)
- "Los niños ya son mayores para dormir con vosotros. No es bueno para vosotros ni para ellos" (Y se quedó tan ancho)
- "Lo que nunca puedes hacer es dejar de cuidar tu vida de pareja" (Ya, pero es que ahora tenemos una "vida de familia")
- "Ya puedes empezar a cuidarte que tu marido va a mirar a otras" (Pues va a ser que mi cuerpo post-embarazo me encanta, con sus pechos llenos de leche y mi barriga fofa.)
- "Aquí tienes el lubrificante vaginal" ( Al finalizar la revisión de los 40 días tras el parto. Yo ni había comentado nada ni había pedido ningún lubrificante)
-"¿Todavía dando teta? ¡Pero si este bebé debe rondar ya el año!"
- "¡Dios mío! ¡El año pasado me sorprendiste pero es que verte dando teta este año a un niño tan grande!!!!! ¿Hasta cuando? ¿Hasta que vaya a la mili/tenga novia/vaya a la universidad?" (Yo a esto, que ya es un clásico, suelo contestar que para entonces estará prendidito a las tetas de otra)
- "Yo cada año me voy unos días/una semana con mi marido a solas. Es FUNDAMENTAL." (¿Y por qué yo no me siento capaz de separarme ni 24 horas de mis hijos? ¿Será que tengo una "psicopatología en mi forma de ser"?)
Son demasiadas generaciones de patriarcado donde la pareja es todavía "sagrada", a pesar de que la unión ha dejado de ser "hasta que la muerte os separe" (combinación que complica muchísimo la vida de los hijos, pero esto sería tema por sí mismo para otro post). Pero el cambio en el concepto de pareja que ha habido en las últimas décadas en España, o en la sociedad occidental en general, no ha variado demasiado lo fundamental: el núcleo de la familia y, por lo tanto, el pilar de la sociedad, es la pareja. Así se hace imprescindible protegerla de todo aquello que amenace su estabilidad o interfiera con su intimidad, y entre estas cosas están los hijos. Y esto dificulta de manera asombrosa que nosotras podamos liberarnos y dejarnos llevar por nuestro deseo maternal en toda su plenitud. Hace falta unos compañeros muy maduros, muy generosos, con sus propias sombras y carencias muy superadas, capaces de acompañarnos en este proceso sin sentirse celosos, dados de lado, abandonados o "sin sus necesidades cubiertas".
En su lugar la mayoría de mujeres nos encontramos con compañeros que reclaman la atención que recibían antes de convertirse en padres. Reclaman a la mujer que éramos y en la fase sexual que les satisface a ellos y no al bebé. Y nosotras, que no queremos perderlos, nos sentimos culpables porque tras los cuarenta días de rigor todavía no les deseamos como antes, porque nuestros deseos van en otra dirección y necesitamos perdernos en ellos como nos perdimos en el pasado en el deseo por el padre de nuestro hijo. Y nos esforzamos por cambiar de fase cuando todavía ni nosotras ni nuestros bebés estamos preparadas.
A veces ni nos permitimos entrar en la fase de sexualidad maternal y directamente ni empezamos a amamantar, o convertimos el amamantamiento en una tortura al intentar controlarlo con el neocortex, como si se tratara de un simple medio de alimentar a nuestro hijo en lugar de un comportamiento derivado de nuestro deseo maternal y, por lo tanto, de un acto sexual maternal. Así a los 40 días estaremos de nuevo dispuestas a realizar el coito. Las que amamantamos, intentaremos acallar los gritos de nuestro cuerpo que nos pide que todavía no es el momento, no es la fase correcta para ese ahora, e iremos a la farmacia a comprar lubrificantes vaginales no vaya a ser que él no quede satisfecho (si no nos lo ha dado antes nuestro ginecólogo por iniciativa propia). Así nos hundimos en un satisfacer a otros: a nuestro hijo (que por otra parte es lo que nos pide el cuerpo) y a nuestro hombre (que es lo que la sociedad encuentra "normal"). Pero satisfacer a los dos parece imposible y el que va a salir perdiendo es, indiscutiblemente, el niño.
En su lugar la mayoría de mujeres nos encontramos con compañeros que reclaman la atención que recibían antes de convertirse en padres. Reclaman a la mujer que éramos y en la fase sexual que les satisface a ellos y no al bebé. Y nosotras, que no queremos perderlos, nos sentimos culpables porque tras los cuarenta días de rigor todavía no les deseamos como antes, porque nuestros deseos van en otra dirección y necesitamos perdernos en ellos como nos perdimos en el pasado en el deseo por el padre de nuestro hijo. Y nos esforzamos por cambiar de fase cuando todavía ni nosotras ni nuestros bebés estamos preparadas.
A veces ni nos permitimos entrar en la fase de sexualidad maternal y directamente ni empezamos a amamantar, o convertimos el amamantamiento en una tortura al intentar controlarlo con el neocortex, como si se tratara de un simple medio de alimentar a nuestro hijo en lugar de un comportamiento derivado de nuestro deseo maternal y, por lo tanto, de un acto sexual maternal. Así a los 40 días estaremos de nuevo dispuestas a realizar el coito. Las que amamantamos, intentaremos acallar los gritos de nuestro cuerpo que nos pide que todavía no es el momento, no es la fase correcta para ese ahora, e iremos a la farmacia a comprar lubrificantes vaginales no vaya a ser que él no quede satisfecho (si no nos lo ha dado antes nuestro ginecólogo por iniciativa propia). Así nos hundimos en un satisfacer a otros: a nuestro hijo (que por otra parte es lo que nos pide el cuerpo) y a nuestro hombre (que es lo que la sociedad encuentra "normal"). Pero satisfacer a los dos parece imposible y el que va a salir perdiendo es, indiscutiblemente, el niño.
Mandaremos a nuestro hijo a dormir a otra cama para que no interfiera en nuestra intimidad de pareja. Le impondremos horarios para que no interfiera en nuestra rutina de pareja. Le mandaremos unos días a casa de los tíos o los abuelos para que nos deje espacio "para vivir" la pareja.
Luego nos asombraremos de que la maternidad/paternidad sea tan complicada, los hijos tan difíciles y la vida tan cuesta arriba. Pero eso es "lo normal".
Porque el problema no es que la pareja se considere "sagrada", que para mí si lo es, sino que a la unión de la madre con su hijo no se le considere también, porque lo es y de una manera mucho más intensa, si se me permite decirlo.
Desde su concepción madre e hijo son uno sólo, ligados por la fisiología y por el deseo del uno por el otro de manera recíproca. Tras el nacimiento, el bebé sigue sintiéndose parte de su madre y la madre tiene todo el arsenal biológico necesario para satisfacer este sentimiento/necesidad del bebé. Esto es parte de nuestra sexualidad humana, de la de todos. Todos hemos sido bebés y hemos estado en esta fase. Las mujeres que nos convertimos en madres vivimos también la otra parte de la diada. No será hasta pasados unos meses que el bebé descubrirá que es un ser independiente de su madre y empezará a crear vínculos con el resto, empezando con su padre (si ejerce como tal) y siguiendo por las personas (familia o no) más cercanas. Pero toda la vida afectiva de este niño se cimentará en la relación primal con su madre.
Por eso creo que es tan importante y fundamental respetar la sexualidad maternal que protege y desarrolla el vínculo madre-hijo. En esta sociedad la sexualidad maternal no existe. Como dice Casilda Rodrigañez en su libro "La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente", han matado a La Madre. La madre deseosa que cubre los deseos de sus hijos, criando seres humanos libres de carencias, ha desaparecido. Y las consecuencias de eso son lo que vivimos ahora. Ni más ni menos. Para bien y para mal.
Por eso, teniendo en cuenta que la humanidad no va precisamente por buen camino, vale la pena replantearse esta situación y empezar a recolocar los cimientos de la nueva generación.
Tenemos que resucitar a La Madre que satisface los deseos primales de sus hijos y creo que eso pasa obligatoriamente por el reconocimiento de la existencia de la SEXUALIDAD MATERNAL. Nos han robado una parte muy importante de nuestra sexualidad y, por lo tanto, de nuestra identidad. Parece que pocas somos conscientes y, muy desgraciadamente, en esta sociedad de "mujeres liberadas" se venden más libros de Elisabeth Badinter o Eduard Estivill (Que bajo mi punto de vista son ramas de las mismas raíces) que de Casilda Rodrigañez o Michel Odent.
Pero es evidente que vamos abriendo los ojos y cambiando poco a poco. Basta con leer este fantástico artículo de nuestra mamá bloguera de 38 años y un día escrito como respuesta al tan poco acertado de Bebes y Mas La sexualidad en el postparto para ver que cada vez somos más reclamando nuestro derecho a vivir nuestra sexualidad al completo en lugar de la versión reducida (en perpetua fase coital) que el patriarcado nos quiere vender.
Luego nos asombraremos de que la maternidad/paternidad sea tan complicada, los hijos tan difíciles y la vida tan cuesta arriba. Pero eso es "lo normal".
Porque el problema no es que la pareja se considere "sagrada", que para mí si lo es, sino que a la unión de la madre con su hijo no se le considere también, porque lo es y de una manera mucho más intensa, si se me permite decirlo.
Desde su concepción madre e hijo son uno sólo, ligados por la fisiología y por el deseo del uno por el otro de manera recíproca. Tras el nacimiento, el bebé sigue sintiéndose parte de su madre y la madre tiene todo el arsenal biológico necesario para satisfacer este sentimiento/necesidad del bebé. Esto es parte de nuestra sexualidad humana, de la de todos. Todos hemos sido bebés y hemos estado en esta fase. Las mujeres que nos convertimos en madres vivimos también la otra parte de la diada. No será hasta pasados unos meses que el bebé descubrirá que es un ser independiente de su madre y empezará a crear vínculos con el resto, empezando con su padre (si ejerce como tal) y siguiendo por las personas (familia o no) más cercanas. Pero toda la vida afectiva de este niño se cimentará en la relación primal con su madre.
Por eso creo que es tan importante y fundamental respetar la sexualidad maternal que protege y desarrolla el vínculo madre-hijo. En esta sociedad la sexualidad maternal no existe. Como dice Casilda Rodrigañez en su libro "La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente", han matado a La Madre. La madre deseosa que cubre los deseos de sus hijos, criando seres humanos libres de carencias, ha desaparecido. Y las consecuencias de eso son lo que vivimos ahora. Ni más ni menos. Para bien y para mal.
Por eso, teniendo en cuenta que la humanidad no va precisamente por buen camino, vale la pena replantearse esta situación y empezar a recolocar los cimientos de la nueva generación.
Tenemos que resucitar a La Madre que satisface los deseos primales de sus hijos y creo que eso pasa obligatoriamente por el reconocimiento de la existencia de la SEXUALIDAD MATERNAL. Nos han robado una parte muy importante de nuestra sexualidad y, por lo tanto, de nuestra identidad. Parece que pocas somos conscientes y, muy desgraciadamente, en esta sociedad de "mujeres liberadas" se venden más libros de Elisabeth Badinter o Eduard Estivill (Que bajo mi punto de vista son ramas de las mismas raíces) que de Casilda Rodrigañez o Michel Odent.
Pero es evidente que vamos abriendo los ojos y cambiando poco a poco. Basta con leer este fantástico artículo de nuestra mamá bloguera de 38 años y un día escrito como respuesta al tan poco acertado de Bebes y Mas La sexualidad en el postparto para ver que cada vez somos más reclamando nuestro derecho a vivir nuestra sexualidad al completo en lugar de la versión reducida (en perpetua fase coital) que el patriarcado nos quiere vender.
Andaba por estos días habando condistintas madres de este tema del sexo después de ser madre...cada una con una visión. yo con la mia a la que tu has puesto palabras y sentir.
ResponderEliminarEnhorabuena por el artículo es brillante. Como siempre.
Un beso
Excelente articulo, es innegable todo el juicio que se ejerce sobre la nueva mama, queriendo imponerle lo "moderno" tanto las cesareas como la leche de fórmula, olvidándose de los maravillosoa beneficios que da la lactancia y el lazo unico que se da entre madre e hijo
ResponderEliminarSigamos luchando para volver a lo de "antes" para criar personas de bien y mucha seguridad
Estoy totalmente de cuerdo y me siento afortunada por ser una de esas mamás que lucha por cambiar lo "politicamente correcto" y se deja llevar por su instinto y de su bebé, anteponiendo nuestro bienestar a cualquier otra cosa!
ResponderEliminarLo que se considera normal en la cuarentena, yo lo sigo considerando normal hoy, que mi bebé tiene 3 meses y medio y lo seguiré considerando normal y una etapa bonita y que no estoy dispuesta a perderme mientras asi lo sienta.
ánimo a todas las mamás que viven la maternidad como un regalo valioso, sin importar lo que opinen los demás!
estoy de acuerdo completamente con lo que decís.. he tenido la bendición de ser madre dos veces y jamás me he negado de expresar mi sentimiento hacia mis hijos, afortunadamente mi esposo ha compartido y respetado mis necesidades que tb sentí que compartíamos.Hasta el día de hoy, que nuestros hijos tienen 5 y 7 años priorizamos nuestras sentimientos de FAMILIA y dedicamos el tiempo necesario que tal situación conlleva, lo que no significa que la pareja quede en segundo lugar...sino que esta se adapta aprovechando los momentos y las situaciones que surjan espontaneamente. Personalmente creo que el tiempo que se vive en familia, con hijos chicos es corto, pasa muy rápido y hay que brindarse al máximo,fortaleciendo este vínculo, para que cuando los que hoy son niños lleguen a la adultez sean adultos espiritual y mentalmente sanos y plenos... Verónica
ResponderEliminarNo tengo mucho tiempo pero volveré para comentar y felicitarte por tus acertadas palabras y reflexiones. Gracias
ResponderEliminarbuena reflexión. Interesante como la gente que opiona normalmente tiene una opinión bastante "patriarcal" y conductiva y la que intenta educar con apego, con intuición y con el corazón no se hace oír en la calle. És una pena porqué sin todos esos prejuicios se podría empezar a sentir así de bien el estar con los hijos des del primer dia.
ResponderEliminarLo comparto en mi grupo del face si no te importa.
Gracias
Excelente, genial
ResponderEliminarYo también suelo decir lo mismo: cuando ya tenga 18 será las tetas de la novia las que lo terminen de crecer, jejeje.
EliminarMuy cierto tu punto, a mi me chocan esos comentarios de que el esposo se va a ir enseguida por que uno lo "descuida" pero yo me pregunto si eso sucede entonces es que no habrá valido la pena y que mejor por que significará que en realidad no era la persona adecuada para caminar junto a nosotros.
Saludos
Excelente post María, lo has bordado!
ResponderEliminarQué pasa con las mujeres que seguimos teniendo deseo sexual por nuestra pareja después del parto? Después de leer esto me siento mal por no haber volcado toda mi sexualidad en el bebé y convertirla en maternal. Pero mi pareja leyó cosas como las que cuentas y quiso "respetar" mi momento dejándome sin sexo y sin compañia humana adulta. Sola con el bebé todo el tiempo..y no fue para mi un paraiso. Echaba de menos a mi pareja. Hice algo mal? También me sentia triste y estresada, y echaba de menos "mi espacio" (llamase hacer deporte, cocinar, limpiar la casa,ducharme, ir al baño lavarme los dientes. El bebé pegadito a mi piel con piel 24 horas, porteado, colechando y amamantado a demanda. Asi seguimos y lo quiero mucho pero la relacion con mi pareja se deterioró. Cuando somos madres no deberia imponersenos nada. Deberiamos vivir nuestra maternidad cada una a su manera, sin prejuicios. Yo amo a mi hijo y me gusta abrazarlo, mimarlo y darle cariño pero también tengo otras necesidades y tampoco me gusta que sean ignoradas ni que se dé por sentado que el cuerpo las eliminará.
ResponderEliminarQuerida!! ciertamente cada una vive su maternidad de modo "diferente", pero no te creas que distamos mucho una de las otras. Y creeme, tengo 2 hijos, que muchas veces las mujeres-madres, despúes del largo camino del parto, seguido del alumbramiento y del inicio de eso tan desconocido y al tiempo insitintivo, como es la maternidad nos sentimos cansadas fisica y emocional, es normal, completamente normal, pues a nivel físiologico ha habido un gran desgaste y esto merma de algún modo nuestras emociones, así que no caigas en la culpa, las mujeres, madres o no, NO somos maquinas, lo que si es cierto es que muchas tenemos o hemos sido dotadas, y estoy segura que eres una de ellas, por un espirítu estoico que cuando somos madres se deja ver y se muestra en su mayor explendor, pues nuestros hijos son nuestra gran prioridad, pero no por ello dejamos de pensar, sentir, cansarnos, frustrarnos, pero también en ellos vemosla fuerza y el goze por continuar. Con Respecto a tu pareja, creo que hay mucho que rescatar, considero que el mal interpreto la información que leyo, porque si bien es cierto que debía dejarte tu espacio con el bebe, igualmente es verdad que debia permanecer cerca, pues las mujeres cuando somos recientemente madres, necesitamos a nuestro esposo lo más apegado, pero sin agobiarnos, sentirlos de apoyo para que nos releve en aquellos momentos en los que perdamos fuerzas, es el papel de los padres en los primeros meses del bebe, ser nuestro apoyo, te lo dejo de tarea. En mi caso, yo no tuve deseo sexual en un buen de tiempo despues de dar a luz, sin embargo si tenia ganas de otro tipo de acercamientos, aunque es cierto que el mundo de las homonas, nos hace volcarnos en el bebe, SIEMPRE necesite a mi pareja y lo tuve, con un amor menos sexual, pero si más tierno, proteccionista y de apoyo, me resultaba tremendamente sexy, y paternal, mirar cuidar de nuestro retoño y de aquello que era parte de nosotros. No dire más más, creo que ahora te toca a ti hacer una reflexión y restar culpas!! Saludos
EliminarMila Gonzalez (Psic. Forense)
Gracias a todos pos vuestros comentarios.
ResponderEliminarAnónimo, con este post no intento decir que todas las mujeres deberíamos dejar obligatoriamente de tener deseo coital tras parir, o que no lo deberíamos recuperar en sólo 40 días. Lo que estoy reclamando es el reconocimiento de la sexualidad maternal, que habrá mujeres que compaginarán con la coital y otras no. Me preguntas que qué pasa con las mujeres que seguimos teniendo deseo sexual por nuestra pareja después del parto, pero yo creo que hoy por hoy es lo que se considera "adecuado" y normal y lo que yo te pregunto es ¿Que pasa con las que necesitamos más meses que esos 40 días para volver a sentir deseo por hacer el amor (coito) con nuestro compañero? ¿Somos unas frígidas? ¿Somos anormales? Pues no. También está dentro de la "normalidad" igual que a unas les viene la regla a los tres meses (aunque amamanten) y otras a los dos años. Si tu deseabas hacer el amor con tu pareja con decírselo ya está y yo creo que es perfectamente posible compaginar ambos deseos si así te sientes tú. Pero algunas no nos hemos sentido así durante x tiempo y también queremos que se nos reconozca, en lugar de hacernos sentir que estábamos haciendo algo mal porque no deseábamos lo que deberíamos desear, simplemente. Como tú bien dices, en el mundo de los deseos no debería haber imposiciones ni perjuicios porque estos nacen de lo más profundo de nuestra naturaleza y si están ahí es por algo.
En cuanto a lo de estar sola todo el día con el bebé te entiendo perfectamente, es TERRIBLE porque yo lo he vivido. Esto nada tiene que ver con la sexualidad. Tiene que ver con nuestra organización social que nos OBLIGA a aislarnos ( y generalemente encerrarnos en casa)si queremos cuidar a nuestro hijo. Pero esto es algo totalmente diferente al tema del post.
El día tiene 24 horas y yo creo que cada mujer podemos vivir perfectamente nuestra sexualidad esté en la fase que esté (una, otra o una combinación de ambas). Tampoco estoy diciendo que el cambio de fases sea un inturreptor............ habrá momentos para todo........ y desde luego seguro que hay una enorme variabilidad entre mujeres.
Tienes mucha parte de razón, sobre todo en el tema de la fisiología de la mujer, el posparto, las hormonas...
ResponderEliminarPor un tema como este tuve un lío grande en un foro y no me apetece dar muchas explicaciones, discúlpame. Solamente apuntar que hay mujeres que SÍ que tienen apetito sexual, no inmediatamente, pero sí lo tienen a pesar de amamantar, de tener a su bebé en la cama, a pesar de sentir su instinto maternal a tope, y es tan "normal" y habitual como no tenerlas.
Creo que cada mujer es única y como tal debe de vivir su maternidad y su sexualidad. Al margen de lo que digan los estudios y al margen de lo que sienta una mayoria. Sin impedimentos, sin condicionamientos... porque ser una misma en cualquier faceta de la vida es lo que confiere autoestima, vitalidad y experiencia .
Un fuerte abrazo (y muy interesante el tema)
Totalmente de acuerdo Concha. Como ya he dicho, nadie te puede obligar a desear o no desear lo que realmente deseas. Lo realmente importante es tener un entorno que nos permita liberar nuestro deseo y actuar en consecuencia, en vez de obligarnos a creer que deseamos esto o lo otro, o nos hace sentir culpables, enfermas o egoistas porque no deseamos lo que se suppone es "normal" desear.
ResponderEliminarMi mujer tambien está en esta fase de SEXUALIDAD MATERNAL. Y la entiendo y respeto. Decidí estar al lado de mi mujer en sus decisiones de crianza. He leído sus libros de Carlos Gonzalez, Rosa Jové, Laura Gutman... Participo en todo lo que puedo. Me acostumbré a dormir juntos con nuestra niña. Me acostumbré a ver a mi mujer amamantar a nuestra niña en cualquier lugar. Pero no he conseguido entrar en una "SEXUALIDAD PATERNAL". Mi mujer está estupenda. Está preciosa. La deseo. Pero ella no tiene ese mismo deseo hacia mi. Y esto también es duro. Porque esta sensación está en mi desde que nació mi hija de 27 meses. Y ahora tenemos la ilusión de otro hij@, por lo que esta sensación de ausencia de deseo de mi mujer hacia mi puede durar más. No es por falta de autoestima ni por egoísmo. Pero de la misma forma que mi mujer siente ese deseo hacia su hija, yo no puedo dejar de sentir el deseo hacia mi mujer. Supongo que ver a mi hija tan feliz me convence que vale la pena. Pero creo que es importante reconocer ese esfuerzo que hacemos los papás en este sentido. Por suerte mi mujer me lo agradece a menudo. Saludos! Francesc.
ResponderEliminarGracias por tu comentario Francesc. Es precioso leer el amor que hay detrás de tus palabras. Puedo imaginarme que no es fácil para ti porque dudo que la "sexualidad paternal" tenga las mismas connotaciones que la maternal, aunque se he demostrado coambios hormonales en los hombres que devienen y ejercen como padres. Para nosotras tampoco es fácil lo contrario: actuar como si nuestra sexualidad maternal no existiera. Tener relaciones sexuales con nuestras parejas no porque nos lo pide el cuerpo sino porque lo pide el cuerpo de él, utilizar lubrificantes vaginales o aguantar dolor en el coito porque nuestro cuerpo no responde...... No, no es fácil. Supongo que la raíz de este problema está en el concepto de sexo, relaciones sexuales y pareja que tenemos en nuestra sociedad. Un concepto patriarcal que tal vez no sea fácil de mantener si intentamos respetar los deseos de todos y hacernos a todos felices: hijos, padres y madres..... es complicado.
ResponderEliminarQue interesante María!!! yo tengo un buen jardinero que ha sabido regar mi jardín según las necesidades que ha visto y respetado pero es cierto que a veces es difícil compaginar los deseos de uno y otro. Probablemente la clave reside en la comunicación (verbal y no verbal), en el cariño y en el profundo deseo de que el otro sea feliz. Mi obligación "mental" de volver a ser "la de antes" me duró apenas unos días (dos quizá) hasta que le puse palabras, hasta que compartimos lo que cada uno de verdad quería en ese momento y la verdad es que todo ha ido rodado. Es una lástima que no siempre se encuentre tanta comprensión, ni todas las mujeres sean capaces de expresar sus verdaderos deseos. Por otro lado al cabo de un tiempo cuando menos te lo esperas el interruptor vuelve a cambiar....hace apenas unas semanas que noto que ha terminado mi puerperio, me noto madre pero hormonal/corporal/mentalmente diferente. Y mi jardinero (ahora con muucho más sexo) sigue...exactamente IGUAL de feliz, por suerte, mide su felicidad por otros parámetros, es importante que los hombres superen tambien sus sombras y egocentrismos ;). Y en el fondo...me encanta verle igual de feliz. Creo que la adaptación y comprensión permite que la familia navegue más segura por estos trasiegos ;)
ResponderEliminar