jueves, 9 de enero de 2014

SEPARACIÓN MADRE-BEBÉ: ¿COMO LLEGÓ A NORMALIZARSE EL NIDO?

Estoy leyendo un interesantísimo libro, Evolution, early experience and human development, editado por cuatro grandes investigadores en el campo de la neurología: Darcia Narvaez, Jaak Panksepp, Allan N Schore y Tracy R Gleason. Como cada capítulo es independiente de los demás, lo que hace que no sea necesario leerlo en orden, tras leer el primero, escrito por los cuatro editores, he saltado al noveno porque el tema me interesa muchísimo para la revisión científica sobre el sueño infantil. Este capítulo habla sobre el cuidado nocturno del bebé y está escrito por la conocida investigadora en sueño infantil y lactancia materna, Helen Ball, en colaboración con Charlotte K Russell

Prof. Helen Ball
Ni que decir que este capítulo, en el que Ball y Russell hablan de lactancia nocturna desde una perspectiva evolutiva muy interesante, no tiene desperdicio. De hecho el libro entero no lo tiene y me encantaría tener el tiempo necesario para devorarlo de una tirada, en lugar de ir robándole minutos al día para sumergirme en él. Pero el caso es que no lo tengo, así que me he levantado a las 4:30 de la mañana con la intención de leerme el capítulo entero antes de que se despertara la tropa a las 7:30, pero me he quedado en el segundo apartado ya que no he podido evitar la tentación de traducirlo para escribir este post y así compartirlo con todos vosotros. 

El apartado en cuestión se titula: La medicalización del nacimiento, y explica cómo llegó a normalizarse la separación del bebé de su madre tras el nacimiento. Yo encuentro interesantísimo saber el origen de nuestras costumbres. De hecho me parece fundamental tener este conocimiento para poder decidir si seguimos o no una determina tradición, y no limitarnos a hacer las cosas porque "se hacen así desde siempre" o "las hace así todo el mundo". 

Os dejo las palabras de Ball y Russell explicando lo que parecen algunas de las razones principales por las cuales se normalizó la presencia del nido en nuestros hospitales, con la consiguiente separación de la madre y el bebé cuando mas juntos deberían mantenerse.


"Una consecuencia del aumento del tamaño del cerebro seguido de una disminución de la pelvis, fue que el nacimiento se volvió una actividad peligrosa asociada a altos índices de mortalidad entre las madres y los bebés a lo largo de la historia de la humanidad (Loudon, 1993). (Comentario personal: yo creo que las causas de la alta mortalidad asociada al parto son otras, pero ya hablaremos de esto en otra ocasión. Para compartir estas palabras no necesito estar al 100% de acuerdo con sus autores.) 



Durante la era victoriana, las intervenciones dirigidas a disminuir el miedo al dolor y a la muerte durante el parto se volvieron populares (Loudon, 1993; Tew, 1995). El uso del cloroformo, el anestésico de aquella época, estaba restringido al uso hospitalario; las mujeres cada vez con más frecuencia decidían parir en los hospitales para que se les pudiera administrar este anestésico, incluso aunque las madres a las que se había anestesiado eran incapaces de atender a sus bebés mientras se recuperaban de los efectos del gas. Debido a esta incapacidad temporal de la madre, se establecieron los nidos en los hospitales, donde las enfermeras cuidarían de los bebés (Tew, 1995). Estos esfuerzos para mejorar la experiencia del parto en las mujeres tuvieron repercusiones serias e inesperadas en el cuidado temprano del bebe y la relación madre-bebé. La subsiguiente aparición de anestésicos como el sueño crepuscular o los barbitúricos intravenosos (Pitcock & Clark, 1992; Tew 1995) también incapacitaban a la mujer durante y tras el parto: la recuperación era un proceso largo y mientras tanto el cuidado del bebé era imposible. 

Estos anestésicos también afectaban a los bebés, que nacían adormilados e incapaces de responder o mamar, siendo muchos alimentados a la fuerza durante sus primeros días de vida. Incluso la capacidad para respirar se podía ver comprometida, por lo que los bebés en los nidos tenían que ser cuidadosamente monitorizados (Feldhusen, 2006). A partir de la década de los cuarenta, cuando las prácticas higiénicas y los antibióticos se introdujeron en la práctica clínica y la mortalidad en el parto declinó, la proporción de partos hospitalarios aumento exponencialmente, llegando a su máximo en 1973,cuando un 99% de todos los nacimientos en EEUU tuvo lugar en hospitales bajo el control de un médico (Nusche, 2002). La separación de la madre y el bebé tras el parto era ya una rutina. Aunque las campañas dirigidas a reducir la medicalización de los nacimientos, como las encabezadas por Grantley Dick-Reed y Fernand lamaze, redujeron el uso de narcóticos durante el parto en las décadas de los cincuenta y sesenta ( Feldhusen, 2006; Nusche, 2002; Tew, 1995); el continuo traslado de los neonatos al nido se siguió justificando con la necesidad de controlar las infecciones. Las madres ya no estaban incapacitadas para cuidar de sus bebés, pero los bebés eran llevados a "un lugar seguro" para ser puestos en observación, y se animaba a las madres a descansar tras el parto, mientras miraban a sus bebés a través de una mampara de cristal y se reencontraban con ellos solo en los momentos programados para alimentarles (Hock, Mcbride & Gnezda, 1989)." 

Como ocurre frecuentemente en nuestra cultura, y seguro que en todas las demás también, numerosas tradiciones y costumbres están todavía vigentes, a pesar de que las razones por las que en su momento fueron implantadas han desaparecido. En este caso nos referimos a la separación de la madre y el bebé tras el parto. Hoy en día las madres ya no están adormiladas por los barbitúricos o el cloroformo. Tampoco existe un riesgo real de infecciones, más bien todo lo contrario, ya que está ampliamente demostrado que el lugar más seguro y saludable para un recién nacido es sobre el pecho de su madre. Pero, a pesar de ello, la gran mayoría de hospitales y clínicas siguen separando a las madres de sus hijos nada mas nacer. Por suerte es una costumbre que está cayendo en desuso, mas en unos países que en otros, aunque lo cierto es que encuentro que lo hace a una velocidad irritantemente lenta, sobretodo teniendo en cuenta las aplastantes evidencias que nos demuestran el peligro que tiene para la salud de nuestros hijos, el éxito de las lactancias y la relación entre madre e hijo. Yo misma tuve que sufrirlo cuando parí a mi segundo hijo en el Hospital de Barcelona hace casi 7 años. Espero que en estos años hayan tenido tiempo de cambiar el protocolo.

Así pues, si alguien necesita otra razón para convencer al personal sanitario del hospital donde vas a parir, o ya has parido, de que no le separen de su bebé tras el nacimiento, aquí la tiene: las razones por las que se impuso esta costumbre ya no existen. Y si todavía se muestran reticentes podéis explicarles el experimento de los monos (que en realidad nunca se hizo tal y como se explica en este vídeo y por la red, pero es bastante parecido a otro que sí llegó a hacerse y que debo tener citado en algún lugar... de cuyo nombre no llego a acordarme. Haz click sobre la imagen para ver el vídeo)





Bibliografía:
  • Feldhusen AE. The history of mildwifery and childbrith in America: A time line. Midwife Today 2006; Retrieve May. From www.midwiferytoday.com/Articles/Timeline.Asp
  • Hock E, McBride S, Gnezda MT. Maternal separation anxiety: Mother-infant separation from the maternal perspective. Child Development 1989; 60: 173.
  • Loudon I. An international study of maternal care and maternal mortality. 1800-1950. New York, NY; Oxford University Press. 1993.
  • Nusche J. Lying in. Canadian Mediacal Association Journal. 2002; 167: 675.
  • Pitcock CD, Clark RB. From fanny to Fernand: The development of consumerism in pain control during the birth process. Ameriacan Journal of Obstretrics and Gynecology 1992; 167: 581.
  • Tew M. Safer childbirth? A critical history of maternity care. London:Chapman and Hall. 1995


1 comentario:

  1. Es increíble que esta práctica siga vigente hoy en día en ningún centro. Yo pensé que era algo del pasado más remoto, pero hace unos días fuí a visitar a una amiga que acababa de tener a su bebé, y cuál no fue mi sorpresa cuando me contaba con la mayor tranquilidad y sin cuestionarse nada, que le habían traído a su bebé por la mañana, ya bañadita y vestida, después de pasar toda la noche en el nido. Mis ojos no se podrían abrir más.¿¿En el nido??... No se quedaba ahí la cosa. Por supuesto le habían dado biberón, ah! y también le habían dicho las enfermeras que la bebé la estaba usando a ella como chupete!!!! porque quería estar todo el rato enganchada a su tetita... Alucinante... Qué sarta de despropósitos!! Salí de allí, entre horrorizada y cabreadísima... Y ahora al leer tu post, me doy cuenta, que no es algo aislado, que no es un hecho ocurrido en un hospital recóndito y olvidado de la mano de Dios... Es algo que ocurre, y que me parece detestable.

    No puedo ni siquiera imaginar, que alguien hubiese intentado llevarse a mi hija a ningún nido cuando nació. Me dan escalofríos sólo de pensarlo. No podía ni tan siquiera dejarla en la cunita que teníamos en la habitación... sólo quería tenerla en mis brazos, cerquita y cerca de su tetita. Mi niña pasó sus primeros días sin decir esta boca es mía... abría un ojito y allí estaba su mamá, o más bien la teta de su mamá! je je je.

    Ójala que llegue pronto algún día, en el que cuando se cuente que hubo un tiempo en el que se separaban a las mamás de sus bebés nada más nacer, la gente no pueda ni creerlo y sea cosa de un pasado remoto que no debemos olvidar para no volver a cometer los mismos errores.

    Un abrazo y gracias por el post.

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